Fue una actividad popular en Costa Grande hasta la primera mitad del siglo pasado
El beneficio de la caña de azúcar, dulce tradición en vía de extinción
                                                      RODOLFO VALADEZ LUVIANO
                                          (Corresponsal)
                                                                      
Tecpan, 5 de febrero.
 La siembra y cosecha de la caña de azúcar, así como la elaboración de 
productos derivados de ella, fue una actividad popular en la Costa 
Grande durante la primera mitad del siglo pasado. Sin embargo, 
actualmente son contados los campesinos que siguen en el cultivo de la 
caña para su comercialización. Uno de ellos es Maximiano Brito Zamacona,
 agricultor de la comunidad de El Llano, en este municipio, quien se 
niega a que esa actividad agrícola desaparezca, aunque sabe que cada vez
 es menos la gente que se dedica a eso.
En esa localidad, ubicada a
 unos 20 kilómetros de la cabecera municipal, cerca de los pueblos de 
Santa María y La Caña, como en otros de la región donde aún se siembra 
ese cultivo, el día de su cosecha es considerado una tradición entre los
 pobladores. Conocido como el Día de la Molienda, la familia de 
Maximiano, miembros todos ellos del pequeño ingenio localizado en el 
pueblo, se prepara para participar de esa actividad en la que elaborara 
productos como el melado (sustancia parecida a la miel de abeja), 
panochas (también llamados piloncillos) y dulces conocidos en la región 
como charamuscas.
La jornada comienza desde las primeras horas de 
la mañana, antes de que caliente el sol, con la zafra o cosecha de la 
caña de azúcar, en la que participan los varones y gente cercana de la 
comunidad. Después, con el trapiche –un molino accionado por bueyes, que
 tritura la caña– se extrae el jugo de la caña, que servirá como insumo 
principal para la preparación de los demás productos.
Brito Zamacona explicó a 
La Jornada Guerrero
 el proceso de elaboración, el cual, comienza con la extracción del jugo
 en el trapiche, lo que lleva varias horas. Una vez extraído, dijo, es 
conducido mediante tubos a recipientes metálicos y luego llevado a la 
cocina, donde hay hornos o calderas que dirigen el calor hacia unos 
peroles en los que se deposita el jugo.
Para hacer funcionar el 
horno, abundó, se usa como combustible leña seca, “pues se necesita de 
una buena fuente de calor para permitir la adecuada cocción del jugo, 
para lo cual los trabajadores deben vigilar el fuego y efectuar el 
proceso de desbrasado, que consiste en retirar las brasas y colocar 
nueva leña; esto permite que se forme una buena llama y el calor 
suficiente para deshidratar el jugo”.
Según el agricultor, la 
mejor época para extraer la caña y preparar sus derivados es entre 
diciembre y enero, pues posteriormente la caña sufre un proceso de 
deshidratación y queda con demasiada azúcar, lo cual no es bueno para 
los derivados que se pretende extraer.
El productor aseguró que en
 las zonas rurales todavía se pueden encontrar las tradicionales 
moliendas de forma rudimentaria. En ellas, los pobladores y vecinos del 
lugar tienen como costumbre llegar con recipientes para llevarse cada 
uno de los derivados y disfrutarlos con su familia, “como parte de una 
tradición que lleva décadas realizándose en los pueblos y que sirve 
además para mantener unidas a las familias”.
Como dato curioso, 
agregó Maximiano, las comunidades donde aún se hacen estas labores son 
pobladas, en su mayoría, por familias de origen español, que se 
distinguen por su piel blanca y ojos de color azul, “lo que nos hace a 
la creencia de que son tradiciones que se heredaron de sus ancestros de 
origen hispano, cuando éstos llegaron a habitar esta zona del estado”.
http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2012/02/06/index.php?section=sociedad&article=008n1soc