martes, 29 de marzo de 2022

Insomnia

 

Insomnia

 

 



Hercilia Castro


28 de marzo, 2022. Dígamos que mi insomnio tiene motivos, digamos que hay temporadas en el infierno que llegan y se montan sobre mis días y tengo que hacer esto, escribir. Escribir siempre fue mi forma de perder el miedo, de expresar lo que siento y que me cuesta mucho trabajo aceptar, las emociones. Recientemente he dejado una relación fallida, fallida como los gobiernos prianistas o del color que quieran ponerle. Una relación de abuso de poder, lucha de poderes donde ambas personas fueron agresores y agredidos. Digamos que no he dormido no por dolor, nel, no soy así con las rupturas amorosas, no lloro, sólo duermo, siempre canalizo así el dolor. Pero esta es la segunda vez que mi insomnio vuelve por la pérdida de tiempo, y haberme permitido ceder emocionalmente cosas que no, como que revisaran mi celular, que me alejaran del periodismo, que tuviera miedo de hablar, pero nadie se da cuenta de lo que puede pasar dentro de una casa, decía la Décima Musa “Finjamos que que soy feliz”.


Estos días de separación definitiva me la he pasado pensando en todo lo que perdí por haberme involucrado neciamente en algo que no tenía futuro, el coraje es contra mi, por haberme ido y luego extrañado, ahora he vuelto, soy yo, pero estoy un poco molesta, más que molesta encabronada por haber perdido tiempo valioso para trascender como humana. Tengo insomnio y duermo mucho en las tardes, pero hago una comida al día, es como si mi cuerpo reclamara las estupideces cometidas. Pero también he tenido otros tipos de insomnio, o tal vez es el mismo origen y nunca lo quiero aceptar “estoy dañada”, diría el ex.


Cuando tenía 7 años el librero de madre estaba en mi cuarto, así que desde chica leía de todo, a esa edad se me ocurrió echarle un vistazo a la enciclopedia de psiquiatría, eso ya lo he contado, pero me marcó para no serlo, pero también leí a Robin Norwood, leí Las Mujeres que aman demasiado, los casos del maltrato a nuestro género, y yo ingenua, al terminar el libro me ataqué de la risa, no comprendía cómo las mujeres podemos ser tan idiotas para soportar la violencia, y los hombres también. Incluso apenas veo que le marqué citas como eso que dice “Cuando amamos demasiado, es porque tratamos de vencer los viejos miedos, enojos, frustraciones, y dolores de la niñez, y darse por vencido es renunciar a una valiosísima oportunidad de encontrar alivio y de rectificar lo que hemos hecho mal”.


Verán que para mis 7 años era muy precoz, leí a Ríus, a Kafka, demasiados libros complejos para una niña, a Robin, me sorprende ahora que la releí, que marqué citas, y pensaba como cualquier niña nerd que eso no me pasaría. Ahora entiendo muchas cosas, verán, esta diatriba es porque tengo insomnio, pero también por compartir unas horas de la madrugada. Cuando escribo de mi hogar hablo del sueño, de los buenos recuerdos, pero también como muchos vengo de la familia mexicana disfuncional. Recuerdo que cuando veía los comerciales de Kellogs de las familias sonriendo, soñaba con una así, que mi padre no se emborrachara y madre no gritara.


Siempre hago burla de que crecí sin figura de autoridad, cuando mi padre me regañabale decía a madre y ella respondía: No le hagas caso a tu padre, está borracho. Cuando era al revés, iba con mi padre y me decía enojado: No le hagas caso a tu madre, esta loca. Al final a ninguno de los dos les hacía caso, de adolescente ya entendía mejor, tomas lo bueno, tiras lo malo, así debería ser.

Mi madre fue una mujer muy ruda, en toda la extensión de la palabra, bióloga, docente, estudiaba psicología y no terminó la carrera, y activista. Esa parte me hizo admirarla siempre, también que sola crío a sus primeros 5 hijos. 4 de su primer esposo (y único), y otro de un docente. Admiraba esa fortaleza, pero le temía a su dureza, su pragmatismo para muchas cosas. Nunca se asumió feminista pero yo siento que lo era, pese a la patológica relación con padre. Nos enseñó a mi única media hermana y a mi que para que una mujer sea libre, debe estudiar, y tener poder adquisitivo. Desde niña me decía (no tenía muchas amigas, así que supongo me veía como una), que uno de mujer siempre debe traer dinero en la bolsa “aunque sea 50, 100 pesos, así si tienes problemas, te vas”, no entendía que los problemas son las fallidas relaciones en las que muchas veces caemos. Y que, a veces, tropezamos dos o tres veces con la misma piedra, dicen que si haces eso, es que amas la piedra. Yo decidí hace seis días dejar de tropezar con piedras y regresar a mi, lo que era, gracias a años de terapia, claro, una mujer libre y con alta autoestima que no se permite pisotear ni por funcionarios ni nadie. Pero la vida luego dice lo contrario, uno va en buen plan, y de repente el universo te pone el pie y tomas malas decisiones, de verdad que en mi caso, siempre he tratado de llevarme bien con él, pero pues como que no coopera.


Pero volvamos a mi insomnio, mi insomnio me da vergüenza contarlo, hoy lo quiero hacer porque veo muchas de ustedes lo hablan,a mi me da pena aún. Imaginen a una nena de 7 años que todo lo cuestiona, que juega con todo, que se ríe, que lee libros pesados o divertidos, que vive en medio de charlas de política, activismo, sexo, enfermedades, y violencia intrafamiliar, pero sobrevive, sabe que pasará, sigue su vida.


Un día se pone su blusita favorita , la verde de tirantes naranjas con un conejo en medio comiendo una zanahoria, y su short blanco y huaraches blancos con detalles de flores. Como se cree adulta y que puede hablar de todo, regaña a su padre cuando este se halla en su restaurante con sus amigos de la Ciudad, los tíos políticos, claro, la tía Thelma y el tío Jorge, le dice que no sorba la cuchara y él, fúrico se retira de la mesa. La tía le dice a la niña que le pida perdón a su padre y lo respete. Ella obedece y sube a buscar a su padre, él ya duerme por el efecto del alcohol. Cuando la nena baja toda apenada, su madre y los tíos están en la sobremesa platicando, los tíos tomando whisky, el tío no para de tomar, casi se cae de la silla y la niña sigue ahí, con la culpa por haber faltado al respeto por creerse más de lo que es, una infante de 7 años.


Al final la tía Thelma le dice; Jorge, ya vámonos, estás súper borracho. Él a regañadientes accede. La madre y la tía se van al carro a seguir platicando, pero él va al baño, sale con la guayabera blanca semi abierta y la bermuda blanca con el cierre abierto, la niña se espanta y quiere correr, él la atrapa y la pone contra la puerta de la cocina, la empieza a manosear y a besar, a tocarle sus partes íntimas, ella llama a diosito, pide que aparezca, porque eso le enseñaron, que él ve todo, pero no, él le mete la lengua en la boca y el oído, ella siente asco y de repente, la tía le grita que ya salga, se da cuenta de que lleva la bragueta del short abierto y le dice mira cómo andas, se suben al carro y se van. La niña corre inmediatamente al baño, se quita la ropa favorita, se baña, se talla una y otra vez, afuera llueve a cántaros. Llora en silencio bajo el agua de la regadera, se siente sucia, muy sucia, con una suciedad que jamás se le quitará. Deja de creer en diosito y años más tarde es atea agnóstica. Se cambia y se pone un vestido rosa, llora, no entiende por qué el tío hizo eso y le dijo que cuando creciera sería su mujer y tendría un hijo suyo, ella solo siente asco. Le dice a su mamá, pero son los 80, la cartilla de derechos de los niños no aparecerá hasta una década más tarde, con la creación de la CNDH. Su madre le pide a la niña que no le diga a su padre porque se puede enojar y no querrá verlo en la cárcel, y pues no, el papá será violento pero es el papá y nos quiere. A partir de entonces la niña ve a los adultos como monstruos, siente que se muere, sabe que necesita ayuda, escribe, escribe, busca, y de repente, un día se encuentra con los maravillosos esposos Fritz Perls y Laura Posner, creadores de la terapia Gestalt. La niña agradece que su madre tenga esos libros y se pone a leerlos, hace los ejercicios, de las sillas, entiende los roles, comienza a entender qué sufrió abuso infantil y le duele más, a partir de ahí comienza su insomnio, pero poco a poco Perls le devuelve la calma, bloquea el recuerdo. Trata. Pero el tío sigue viniendo, ella lo odia, le da asco el anciano de más de 50, y por muchos años no permite que nadie, ningún chico le toque siquiera la mano, cuando eso pasaba en la secundaria, casi caía en un ataque nervioso, por eso la mandan a terapia con el psicólogo de la secundaria, Ella habla en terminologías médicas que no comprende muy bien, pero se siente más calma, se aburre con sus compañeros y no confía en nadie, más que en su profesor de historia por ser de izquierda y la profesora de Ciencias Naturales, y su favorita, la maestra de literatura. Pero no soporta el roce de manos con el sexo opuesto, y se siente incomprendida, no puede hablar del libro de Ville, y las reacciones neuronales, la sinapsis (ulala, se cree mucho y siempre se aísla).


Pero a los 14 ya tiene senos, ya menstrua desde los 10, en la Costa uno se desarrolla más rápido. Aún quiere a su padre a pesar de que pelean por su alcoholismo, ella nunca logrará que él dejara el cigarro y la bebida. Una noche, ve que su padre entra a su cuarto, se asusta, él se toca, ella entiende y se hace la dormida, así varias noches, el hombre perdido de borracho no sabe lo que hace y el efecto que causara a la larga. La noche se volvió su enemiga, tato por la epilepsia como por el miedo a dormir, o no pasar la noche o ser asaltada, y escribe, los años siguientes todas las noches escribirá diarios y poemas, unas noventa libretas hasta que decide irse de casa y juntarse con su primer pareja abusadora.


A los 22 se entera que Jorge Rodríguez Soto, su abusador, murió infartado en su departamento y lo encontraron a los dos días tirado en el piso, siente alegría de que haya muerto solo “como un perro”, pero también coraje porque jamás fue a la cárcel. Después de su primera ruptura comienza a trabajar, y entiende que las mujeres pueden hacer lo mismo que los hombres, si ellos engañan, ellas también pueden hacerlo sin remordimiento de conciencia, Aquí agrego que antes de romper con esa pareja abusadora, comencé a ir a terapia a escondidas, en ese lapso, su pareja que era psicólogo, 20 años mayor que ella, y también la golpeaba, decidí ir a terapia, sabía, que si o hacía algo, uno de los dos iba a morir, y no iba a ser yo. Cuando te pegan una y otra vez pueden pasar dos cosas, aguantas o aprendes a defenderte, yo trataba lo segundo pero él era más fuerte y era cinta negra de judo. Con mi primera psicóloga, la doctora Martha Maliachi, entendí muchas cosas, sobe todo de mi abuso infantil, ella decía que soy una sobreviviente, bueno, los terapeutas lo dicen y escriben.


Muchos años odiaba la lluvia, me ponía triste, deprimida, quería morir, pero la vida te enseña que todo pasa, a veces. Fui una niña abusada y ustedes dirán, por qué lo cuenta? A lo mejor quiere subirse al tren del M y pues no, como dije al inicio, es sólo insomnio y desde que la Sokol contó su abuso, me dio más pena, que muchas y muchos han hablado de eso, (yo misma he llevado casos así, ayudado y escrito historias del abuso infantil) yo no he hablado, y no se puede decir que lo superas, pero sí puedes sobrevivir. En mi caso lo silencié años, a veces me quería convencer lo había imaginado, pero fue real. Hace años leí unas estadísticas de una ONG sobre el abuso infantil, los síntomas, las características, y me derrumbe, entendiendo que no era mi imaginación, sino que sí fui víctima. Lloré como niña. Pero volví a silenciarlo,a mi me funciona no sentir demasiado, es mi defensa ser práctica muchas veces, pero no soy tan caradura, cometo errores, pero ese no fue mi culpa, ni lo de padre. A él, le reclamé un día, peleamos tan fuerte que le dije que no olvidaba lo que hacía esas noches, fue tres años antes de su muerte. Y algo pasó, a partir de ahí nos reconciliamos, a su manera me pidió perdón, supe que le gustaba John Lennon y los Beatles, que a uno de sus mejores amigos estadounidense, lo habían matado en la guerra de Vietnam, y era también como muchos, racista, cuando se enojaba con alguien le decía fokin niguer. Digamos que nos perdonamos, cuando murió quise llorar inmediatamente, pero mi hermano el médico me lo prohibió, me dijo que tenía que ser fuerte por madre. Hasta que terminó la novena me solté a llorar a escondidas, gracias a mi amiga Rosa, que me obligó a llorar. Madre me reclamaba, me decía que sino me dolía la muerte de mi padre, yo no dije nada, tenía que ser fuerte.


Pero con la terapia y las experiencias de vida entiendes que puedes ser débil, que no siempre debes ser fuerte, que es bueno llorar porque te alivia y purifica. Yo no he llorado ahora, no tengo ganas de llorarle a quien me hizo perder el tiempo, de haber sido una mujer que ama demasiado.


Robin dice que las mujeres cuando intentamos separarnos del hombre que se ama demasiado, siente como si miles de voltios de energía dolorosa salieran y fluyeran en ella, por los extremos cercenados por ella misma. “La antigua sensación de vacío renace y se arremolina a su alrededor, arrastrándola donde aun pervive su terror infantil a estar sola, y ella está segura que se ahogará en ese dolor”.


Pienso que soy como soy porque tuve, tengo el privilegio que millones de mujeres no tienen, tuve libros y educación, cultura, y que fue gracias a ellos y a escribir que soy sobreviviente. Aún tengo insomnio, pero, mujeres, no lloren por los hombres, mejor sean independientes, tengan varo, sueños, trabajo, y salgan a comerse el mundo. Hay más cosas por aprender, tengan sexo sin compromiso, o con él, pero no caigan en relaciones de violencia y nunca, nunca, se deja a los niños con los familiares. Los mayores abusadores de niñes son los tíos, primos, padres, abuelos, etc.


Sean libres, independientes.



Maullidos: El cuervo dijo, “Nunca más”


Hercilia Gato 022’

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