Gatos
Pardos
Hercilia
Castro
Secretos
a voces…reprimidos
La
narcoviolencia va en aumento, el control de los templarios en la zona es
inminente, incluso se urden narco protestas por ex funcionarios ligados a la
droga, ligados a los Templarios, a la maña. Comienza enero con una frescura
vieja, la gente se arma de valor y toma el ayuntamiento de Azueta.
Líderes
de colonias defienden a un ex funcionario que se ha ligado como señala líderes,
es del PRI, el partido hoy en el poder. La gente tiene pancartas, hablan de las
promesas incumplidas del alcalde, pero sigue la comidilla del por qué defender
a un hombre así.
Al
final, según el alcalde (Priísta) Eric Fernández Ballesteros se dialogó con los
manifestantes, según ellos ya tienen órdenes de aprehensión y han preferido
darse a la fuga. Según mis ojos, ese fue el pretexto prefecto para meter a la
Policía Estatal a “cuidar” el ayuntamiento, una cosa inédita en la historia del
municipio, un ayuntamiento blindado por estatales en su entrada.
Según
el síndico y el alcalde fue por mera orden del Secretario de Gobierno, Humberto
Salgado Gómez, según los mismos elementos policiacos, fueron órdenes directas
de Fernández Ballesteros.
La
realidad es que esto es una muestra del co-gobierno, como le llamarían algunos
activistas, funcionarios que se sabe están involucrados en proteger al narco,
incluso se dice el alcalde ya negoció la deuda del municipio con los “chicos
malos”.
Arriba
en la Sierra, la cosa no anda diferente, me denuncian a un diputado que “siempre
ha estado metido con los cárteles”, ya fue alcalde, ahora es diputado local por
el PRD, Elí Camacho Goicochea. No lo desligan de Erit Montufar Mendoza, que ha sido jefe de la Policía Ministerial en el estado y el terror de Tierra Caliente.
Conocemos con los otros reporteros, Las Humedades, hoy pueblo fantasma.El paisaje contrasta, verde y más verde, ríos enormes y arroyos abundantes, todo para vivir en calma. "Era para que la gente viviera en paz, mira qué lugar tan bonito y sin embargo no es así", me dice una compañera oenegera.
"Pues si nos atacan, que lo hagan, nosotros no tenemos por qué salirnos", me recalca esa comunera de Puerto de Las Ollas. Están hartos de la violencia.
Pero “Allá arriba todos vivimos de la droga” me
dice una chica desplazada de su comunidad.
Ha
bajado porque no aguantó la violencia de su pueblo, conoce bien los caminos
serranos, sabe cómo están los pleitos entre las familias de la parte de
Petatlán. Señala a los Arreola y los Villanueva, que desde hace meses se
encuentran peleando el territorio y por ello ya se han desplazado más
comuneros. Antes, ya los han denunciado, incluso hicimos nota y contrario a lo
que se ve, no mintió.
“Me
hubieras dicho para subir a la sierra contigo, así no te pasa nada, allá todo
mundo me conoce” me dice la chica y me sigue explicando el corte de la amapola:
“Cuando llueve se pone entre blanca y café, pero no sirve (la goma), cuando
está café-café, ahí sí, ya está buena”.
Me
dice que no vaya para la sierra de Santa Rosa, municipio de Tecpán porque ahora la violencia se
incrementó. Me explica lo que es una "madrina".
"Allá arriba nada más están viendo a los fuereños, porque muchas veces son madrinas que mandan para ver lo qué se hace, por eso si no te conocen te matan, sólo al ejército respetan", dice.
-Pero se sabe que el ejército tiene a sus mediadores, bueno, eso se dice- Agrego.
"Sí, pero al ejército lo respetan por el uniforme, porque a los estatales y federales, qué les duran, se los chingan", dice.
Luego me encuentro a una señora también de la parte serrana, cuenta toda la violencia que viven los pueblos desplazados arriba de El Mameyal.
Narra
lo que ocurrió en ese pueblo donde entraron los Policías Estatales a “echar la
guerra” contra el narcotráfico “mataron niños, mujeres, ancianos, hombres,
contra todos se fueron, dígame, ¿es eso un gobierno?”. Uno no sabe qué decir.
Un
reportero quiere narrar lo que ha vivido, cómo vive y siente la mordaza del
narco, pero no se atreve, tiene familia, en otra ocasión será.
Otro reportero me dice que tenga cuidado, ¿de qué? pregunto porque cada vez señalan a más funcionarios, algunos ya viejos, reciclados que siempre vivirán del erario.
Son
secretos a voces, reprimidos, pero que están ahí, cada vez asaltan más mi vida,
debería recolectarlos (lo hago) para un libro, pero hoy gana la impotencia, no
el miedo. Duele.

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