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jueves, 23 de agosto de 2012

Aumentan 40% los casos de maltrato infantil en Azueta: DIF


Aumentan 40% los casos de maltrato infantil en Azueta: DIF

HERCILIA CASTRO, CORRESPONSAL
Zihuatanejo, 22 de agosto. El procurador del infante del DIF municipal, Juan Manuel Juárez Meza, aceptó que se han reportado varios casos de maltrato infantil en niños y niñas, situación que va en aumento. Manifestó que el incremento de casos de abuso infantil, maltrato y violación está a 40 por ciento, debido a varios factores como la educación de los padres, la violencia actual y la crisis económica “y los valores familiares” a la baja. Indicó que este año han sido reportado 40 casos: “ahora acabamos de recibir una llamada de una señora que vive en la colonia La Puerta, y su mamá la sacó de su casa”. Agregó: “Todos los días recibimos llamadas diciendo: ‘sabes qué, a esta niña le pega su mamá’; hay diferentes tipos de violencia, que puede ser física o sicológica, a veces es mentira y otras es verdad, pero tenemos que ir a corroborar”. Mencionó que las averiguaciones previas recibidas este año no han sido tanto por maltrato infantil, sino por violación, lo que “es junto con pegado, es ya más grave el delito, al punto de violación”. Subrayó que el delito de violación en Azueta se refleja más en niños de 6 a 14 años, sobre todo en la zona urbana, “y a veces hemos tenido casos de menores de un año”. Reconoció que el municipio no cuenta con casas hogares en este momento, pero lo que hacen es canalizar a los niños y niñas a una casa hogar que se encuentra en la comunidad de Las Pozas, “usualmente lo que hacíamos era que se les canalizaba a una casa hogar en Guanajuato”.

lunes, 14 de marzo de 2011

Tras dos décadas en busca de justicia, Rosalinda Vargas acude a la Comisión Interamericana

Tras dos décadas en busca de justicia, Rosalinda Vargas acude a la Comisión Interamericana


Maribel Gutiérrez

(Primera parte)

Desde hace 22 años, la maestra Rosalinda Vargas Barrera se enfrenta a la negación de la justicia, y como ha insistido y ha luchado por buscarla, la respuesta del gobierno ha sido la fabricación de delitos contra ella misma.
Su andar de un lado a otro comenzó en el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu; con Rubén Figueroa Alcocer, Ángel Aguirre y René Juárez siguió lo mismo, y con el que está por terminar, de Zeferino Torreblanca Galindo, la falta de justicia y la criminalización de las vícitimas fue mayor que con los anteriores gobiernos priístas.
En ese recorrido se ha enfrentado a personajes que tienen poder público. Primero el procurador de Justicia de Ruiz Massieu, José Rubén Robles Catalán, el subprocurador Jesús Alemán del Carmen y comandantes y agentes de la policía judicial que se encargan de garantizar los intereses de sus jefes y que continúan actuando como grupo dentro de la Procuraduría, aun cinco años después de la muerte de Robles Catalán.
Ha sido reprimida desde 1989, cuando fue encarcelada durante un año y medio, acusada de posesión de mariguana, y salió libre porque se demostró que este delito fue fabricado por órdenes de Robles Catalán, con quien Rosalinda Vargas Barrera tenía un litigio porque le demandó una pensión alimenticia para la hija de ambos. Siguieron múltiples agresiones e intentos de matarla, y el hecho más grave, el asesinato de su abogado, Norberto Flores Baños, el 26 de mayo de 1995, cuando Robles Catalán era secretario de Gobierno de Figueroa. Diez años después, en 2005, fue asesinado y con el pretexto de ese crimen Rosalinda recibiría nuevas presiones y amenazas.
El agravio más reciente es el secuestro de su hija, Elizabeth Olguín Vargas, el 6 de julio de 2009, en el que descubrió que están involucrados como autores materiales agentes de la Policía Ministerial. Y un proceso penal contra ella y su hija, acusadas de lesiones en agravio de la actual agente del MP especializada en delitos sexuales de Acapulco, América Beatriz Román Iturbide, por la que fueron encarceladas el 20 de abril de 2009 y actualmente están en libertad provisional después de que un juez giró una orden de reaprehensión contra ellas.
Elizabeth Olguín Vargas está en peligro; los secuestradores la dejaron en libertad bajo amenaza, y ella y su madre están en riesgo de ir nuevamente a la cárcel por un delito fabricado.
Rosalinda Vargas Barrera sigue buscando justicia en las instancias oficiales en Guerrero y en las comisiones de derechos humanos estatal y nacional. Pero aquí no ha conseguido que se respeten sus derechos, y recurrió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que el 3 de marzo de 2010 solicitó al gobierno de México medidas cautelares para ella y para Elizabeth Olguín Vargas, ante la urgencia de protección por el peligro en que se encuentran. Esas medidas de protección consisten principalmente en vigilancia hacia ellas con efectivos de la Policía Federal.
Actualmente está en trámite la petición para que esa instancia internacional abra el caso para que lo estudie y emita una resolución acerca de las violaciones a derechos humanos que ella denuncia.
Pero nuevamente se topa con la obstrucción de la justicia. El 16 de octubre de 2010 el gobierno mexicano pidió a la CIDH que no se admita la demanda con los argumentos de que no ha agotado en México los recursos para su defensa jurídica y de que pasó mucho tiempo entre los hechos y la presentación de la denuncia ante la CIDH, el primero de los cuales es su detención ilegal y tortura el 26 de marzo de 1989.
Hasta ahora Rosalinda ha conseguido el otorgamiento de medidas de protección que pidió para ellas la CIDH.
El 3 de marzo de 2010 el secretario ejecutivo de la CIDH, Santiago A. Cantón, envió una comunicación al embajador representante permanente de México ante la OEA, Gustavo Albin Santos, “con el objeto de solicitar la adopción de medidas cautelares para proteger la vida y la integridad personal de Rosalinda Vargas Barrera y su hija Elizabeth Olguín Vargas en México”.

Denunció a policías ministeriales que secuestraron a su hija

Albertico Guinto Sierra estaba en funciones de procurador general de Justicia del estado cuando recibió en audiencia a Rosalinda Vargas Barrera, que le dio a conocer la información que tenía del secuestro de su hija, y le dio nombres de policías ministeriales involucrados. El procurador dijo: Yo puedo mandar a detener a los involucrados, pero no le puedo garantizar que cuando estén en la cárcel no le hagan algo a usted.
Elizabeth Olguín Vargas, de 37 años, maestra de sucundaria, fue secuestrada el 6 de julio de 2009 en Acapulco.
Se encontraba de compras en el centro comercial La Gran Plaza, en la zona turística de Acapulco, a las 9 de la noche. De ahí, hombres armados no identificados la golpearon salvajemente, y se la llevaron a una casa en una colonia popular de Acapulco. Ahí la drogaron, le dieron otra golpiza en el cuerpo y en la cara que le fracturaron los huesos maxilares; le quitaron la ropa y la violaron.
Le pusieron cadenas en los pies y en las manos para que no pudiera caminar y casi ni moverse. Tenía un intenso dolor en la cara, porque le hicieron dos fracturas en el maxilar cuando la golpearon en el momento en que se la llevaron y cuando la trasladaron a la casa de secuestros. Por los dolores no podía tomar agua ni comer, además de que en los diez días los secuestradores no le acercaron comida y en pocas ocasiones le dieron agua.
La tenían en un lugar insalubre, lleno de moscos que todo el tiempo le picaban todo el cuerpo, y tenía que orinar y realizar otras funciones en ese mismo lugar, porque en ningún momento la llevaron a un baño.
El secuestrador que la cuidaba, que fue el mismo que la violó, tenía la cara tapada con un pasamontañas.
En esas condiciones, estuvo diez días, hasta que una noche le devolvieron la ropa con la que estaba vestida el día del secuestro, le pusieron el pasamontañas con el que se cubría la cara el secuestrador que la vigilaba, le taparon los ojos con una ballerina de las que se usan para sostener el cabello, y la sacaron de la casa. En un automóvil se la llevaron a una calle por el rumbo del reclusorio de Acapulco, y ahí la dejaron libre.
Al día siguiente de que se la llevaron de la Gran Plaza, los secuestradores utilizaron el teléfono celular de Elizabeth para llamar a su madre y pedir un millón de pesos de rescate.
Imposible para una maestra de secundaria pagar esa cantidad, inimaginable en sus cuentas.
El 10 de julio, Elizabeth llevaba cuatro días secuestrada cuando su mamá, también maestra de secundaria y trabajadora administrativa en la UAG, pidió ayuda al gobernador Zeferino Torreblanca Galindo.
Por escrito, Rosalinda Vargas expuso que después de que el 6 de julio Elizabeth no regresó, la buscaron en hospitales, cárceles, agencias del MP, hasta que al día siguiente 7 de julio entró una llamada a su teléfono celular, desde el celular de Elizabeth. Era la voz de un hombre que le dijo que tenía a su hija secuestrada y que para que se la pudiera entregar necesitaba un millón de pesos lo antes posible, y le dio de plazo hasta el domingo 12 de julio para pagar tal cantidad.
Rosalinda le pidió pruebas de que tenía a Elizabeth, el secuestrador puso a su víctima al teléfono, Rosalinda escuchó la voz de su hija, y sólo pidió al secuestrador que no le hiciera daño, que trataría de entregarle el dinero.
El 8 de julio habló nuevamente el secuestrador para exigir el dinero en tono más agresivo, y ya no puso al teléfono a Elizabeth, y lo mismo pasó al día siguiente, aún más exigente y agresivo.
Rosalinda Vargas buscó entre muchas amistades y conocidos que le prestaran dinero para pagar el rescate, pero fue poco lo que pudo juntar.
En el escrito entregado al gobernador Torreblanca, con copia para el procurador Eduardo Murueta Urrutia, pide ayuda: “Acudo a ustedes como una madre desesperada y de escasos recursos económicos para que me ayuden a resolver el problema de mi hija Elizaberth Olguín Vargas” y “ordene a quien corresponda, se hagan las investigaciones necesarias para liberar a mi hija de toda agresión física que pudiera sufrir por parte de sus plagiarios para que de alguna manera las autoridades correspondientes me la entreguen sana y salva”.
Zeferino Torreblanca dio a la Procuraduría la orden de intervenir. Rosalinda afirma que fue la orden del gobernador lo que permitió que liberaran a su hija, lo que la llevó a confirmar que los plagiarios eran policías ministeriales.
Después de que recibió de los secuestradores las instrucciones para entregar el dinero, la Procuraduría preparó el rescate, que incluía la entrega de dinero, sólo una parte de lo exigido, que Rosalinda consiguió mediante préstamos. La operación falló, y se hizo otra.
En dos operaciones de rescate planeadas por la Procuraduría no se consiguió la libertad de la secuestrada; fallaron, aunque parte del dinero que se iba a entregar a los secuestradores quedó en manos de los policías que supuestamente iban al rescate. Finalmente, el 16 de julio de 2009 fue liberada.
Faltaba la recuperación física y psicológica de Elizabeth. Tardó meses en sanar de las fracturas en la cara y nunca podrá olvidar la experiencia de estar encadenada, desnuda, sin poder hacer nada ni moverse. Quedaba también la exigencia de justicia.
Murueta dejó el cargo de procurador el 14 de septiembre de 2009. Había sido el primer procurador del actual sexenio, y renunció después del asesinato del coordinador del Congreso local, el diputado del PRD Armando Chavarría Barrera, cuando había evidencias de que desde el gobierno de Torreblanca Galindo se hacían filtraciones a medios cercanos a él para fabricar una historia personal que le quitara el móvil político al crimen.
Sustituyó a Murueta Albertico Guinto Sierra, sin ningún antecedente de trabajo en Guerrero y quien mostró disposición de hacer cualquier cosa que le ordenara el gobernador.
Por órdenes de Zeferino Torreblanca dos veces recibió a Rosalinda Vargas en su despacho de la Procuraduría en Chilpanccingo.
Rosalinda Vargas le pidió que se investigara el secuestro de su hija, y en lugar de eso recibió la amenaza de Guinto Sierra, que buscó disuadirla de que siguiera exigiendo justicia porque le iba a ir peor y los mismos secuestradores hasta la podían matar.
Un testigo narra la amenaza de Guinto, cuando Rosalinda le dijo que policías ministeriales estaban involucrados en el secuestro: si usted quiere yo los mando agarrar en este momento. Yo voy y los agarro, pero usted me tiene que demostrar que ellos son los culpables, que usted los haya visto, porque de lo contrario, usted ya sabe lo que le puede pasar.
En un escrito enviado por Rosalinda Vargas a la secretaria ejecutiva adjunta de la Organización de Estados Americanos, Elizabeth Abi-Mershed, el 12 de febrero de 2010, como parte del proceso de denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, le explica:
“En dos ocasiones acudí con el responsable de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero, licenciado Albertico Guinto Sierra, y le hice de su conocimiento el secuestro de mi hija Elizabeth Olguín Vargas y a la vez le solicité de manera respetuosa que se investigara a fondo el caso de mi hija, a fin de que se procediera en contra de los responsables, y también le pedí que me brindara protección personal a mí y a mi hija Elizabeth, puesto que los responsables del secuestro de ésta son agentes de la Policía Ministerial del estado de Guerrero.
“Pero el licenciado Albertico me contestó que él no me garantizaba nada sobre mi seguridad personal ni sobre la seguridad de mi hija porque no tenía suficientes elementos policiacos, y me advirtió que si yo ya sabía lo que me podía pasar a mí y a mi familia si los policías ministeriales involucrados en el secuestro de mi hija se enteraban de que ya los había acusado con el gobernador”.
La conclusión que Rosalinda Vargas expone en el escrito enviado a la funcionaria de la OEA es que “lo anterior generó más zozobra en mi persona y en mi familia, pues en realidad nos encontramos totalmente desamparados y a merced de los delincuentes, que en este caso son los propios policías ministeriales del estado de Guerrero, lo cual resulta aún más grave”.

http://www.suracapulco.com.mx/nota1.php?id_nota=98255

viernes, 16 de abril de 2010

México ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por violencia sexual y tortura cometida contra mujeres indígenas

*AMNISTÍA INTERNACIONAL*

*DECLARACIÓN PÚBLICA*

*14 de abril de 2010*

*Índice AI:** AMR 41/026/2010*

*México ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por violencia sexual y tortura cometida contra mujeres indígenas*

* *

El día de mañana, 15 de abril, en Lima, Perú, se celebrará la audiencia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre la demanda contra el Estado mexicano por parte de Inés Fernández, una mujer indígena Me’phaa, violada y torturada por miembros del Ejército Mexicano el 22 de marzo de 2002. Esta audiencia tiene lugar en el marco del periodo extraordinario de sesiones de la Corte que también estudia una demanda contra Paraguay y otra contra Bolivia.

Durante 8 años, Inés Fernández ha revindicado la justicia y la reparación del daño, algo que le ha sido negado sistemáticamente por el Estado Mexicano. Ante la imposibilidad de conseguir justicia en México y la reparación del daño que les son debidos, Inés Fernández y sus familiares no tuvieron más opción que elevar su reclamo ante el tribunal regional.

Este caso, que Amnistía Internacional ha documentado y seguido de cerca desde muchos años, refleja una serie de faltas en la actuación de las instituciones civiles y militares que han resultado en la violación grave a los derechos humanos de Inés Fernández y en una negativa a realizar una investigación independiente e imparcial para llevar los responsables ante la justicia y reparar el daño. El trato discriminatorio que ha recibido Inés Fernández, como mujer indígena, ha sido un factor fundamental en la impunidad.

El caso destaca nuevamente el papel de la jurisdicción militar en obstaculizar el acceso a la justicia para las víctimas de violaciones de derechos humanos presuntamente cometidas por miembros de las Fuerzas Armadas Mexicanas. En diciembre de 2009, la Corte Interamericana falló en contra de México en el caso de la desaparición forzada de Rosendo Radilla y ordenó la reforma al código penal militar para asegurar que los casos en que militares están implicados en abusos contra civiles sean de competencia de la justicia civil.

El caso de Inés Fernández demuestra otra vez la forma en que la jurisdicción militar viola los derechos de las víctimas y garantiza la impunidad. Es de destacar el papel fundamental que sigue desempeñando la jurisdicción militar en obstaculizar el acceso a la justicia para las víctimas y sus familiares por abusos cometidos por el Ejército Mexicano durante las tareas que realiza hoy en día en México.

A la vez, este caso forma parte del patrón de hostigamiento y abusos cometidos contra miembros de la comunidad Me’phaa en Guerrero, quienes han sufrido discriminación, abusos e injusticia durante muchos años. Amnistía Internacional ha documentado la forma continua en que defensores de derechos humanos de esa comunidad enfrentan amenazas, ataques y fabricación de delitos. Los responsables siempre se mantienen impunes a pesar de las medidas provisionales emitidas por la Corte Interamericana.

Amnistía Internacional seguirá acompañando a Inés Fernández en su búsqueda de justicia y para que México cumpla con sus obligaciones internacionales en este caso. Además Amnistía Internacional considera que es imprescindible que México tome las medidas a nivel doméstico para garantizar que este tipo de abuso no vuelva a ocurrir y que asegure la debida diligencia en la investigación de casos de violencia contra las mujeres para que los responsables rindan cuentas.

*Información complementaria*

En 2004 Amnistía Internacional publicó el informe, “Mujeres indígenas e injusticia militar”, AMR 41/033/2004 <http://www.amnesty.org/es/library/info/AMR41/033/2004/es>. El informe documenta los casos de Inés Fernández, Valentina Rosendo y otras mujeres indígenas presuntamente víctimas de violación por miembros del ejército mexicano. Hasta ahora todos los casos han quedado en la impunidad.

En mayo de 2010 la Corte Interamericana de Derechos Humanos se celebra la audiencia de la demanda de Valentina Rosendo, otra mujer indígena violada y torturada por miembros del ejecito en el estado de Guerrero, en 2002.

La situación de hostigamiento contra defensores de derechos humanos de la comunidad indígena Me’phaa está documentado en el informe de “Exigiendo justicia y dignidad. Defensores y defensoras de los derechos humanos en México”, AMR 41/032/2009 <http://www.amnesty.org/es/library/info/AMR41/032/2009/es>, publicado en enero de 2010.

En otra audiencia publica, la Corte Interamericana aborda hoy la demanda contra Paraguay en el caso de los reclamos de la comunidad indígena Xákmok Kásek por sus tierras ancestrales. Amnistía Internacional se dirigió ayer a las autoridades Paraguayas para que cumplan con sus obligaciones internacionales en materia de derechos de los pueblos indígenas (AMR 45/001/2010) <http://www.amnesty.org/en/library/info/AMR45/001/2010/es>. Los casos de Inés Fernández y de Xákmok Kásek ponen de manifiesto la marginación y discriminación que sufren los pueblos indígenas de América, desde tiempos inmemoriales

sábado, 3 de abril de 2010

Caso Braun o Yuridia en el olvido


Gatos Pardos
Caso Braun o Yuridia en el olvido
Por: Hercilia Castro
Para hablar del caso Braun, tuvimos  que  hacer memoria de  un mito urbano, un mito que sale de  una historia de terror  en Guerrero, en el Acapulco de finales de los 80. El caso Braun es una historia   qué, en éstos días  salió cual típica charla de  familia con amigos, esos  vagos recuerdos de la niñez como cuando recuerdas el juego del resorte o treparse a un almendro, o, cuando recuerdas tu peor pesadilla.

Los Mondain y la Costa Azul
 Había una vez una familia feliz, vivían en Costa Azul, un lugar para gente “bien”. Papá, mamá y Merle Yuridia quienes tenían de vecino a Alejandro Braun Díaz (después apodado el chacal); Sucedió pues una noche que Braun tenía una fiesta “orgiástica” en su residencia y la música no dejaba dormir a los vecinos, fue  cuando la mamá de Merle Yuridia  reportó a la policía dicho escándalo, está llegó y la música cesó, esa noche, todos pudieron dormir, pero Braun, quedó enojado. Fue después que Merle Yuridia paseaba con su perrito por la casa del vecino cuando el jardinero invitó a Yuridia a entrar a ver más cachorritos –Tengo más perritos adentro, ¿quieres verlos?-la inocente niña  accedió, la puerta de la  casa de Alejandro Braun Díaz se cerró.

Ese día fue que empezó la zozobra de la familia Mondain y comenzó la búsqueda de Yuridia, una semana buscándola, la madre  desesperada, hasta que encontraron en un lote baldío a Merle Yuridia, el cuerpecito destrozado, con señas de violación y drogada, muerta. Empezaron las investigaciones y se dio cómo sospechoso a Braun, al hacer las inspecciones en su casa los judiciales, uno de ellos  encontró en la residencia de éste  videos en el cual se mostraba el abuso y  cómo habían tenido a Yuridia sedada mientras  Braun el  Chacal abusaba una y otra vez de la niña. Con todas las pruebas apuntando a Braun como el asesino de Merle Yuridia Mondain Segura inició un viacrucis para sus padres, indignados, cómo toda la  comunidad acapulqueña.
El señor Mondain era un “sommelier” (los que sirven vinos) del restaurant Maximilian´s del entonces hotel Acapulco Plaza, y a pesar de  vivir en  una zona residencial más o menos  acomodada  como lo es Costa Azul, durante el proceso jurídico  gastaron casí todos sus bienes, o mejor dicho, agotaron todo, desde su solvencia económica hasta la vida. El Sr. Mondain murió  victima de un paro cardiaco por la impunidad y el dolor de haber perdido a Yuridia, la Sra. Segura  siguió por mucho tiempo exigiendo justicia para el cuerpecito inocente de su hija   violado por el Chacal Braun, según  comentarios, la última  declaración que hizo la  mamá de  Yuridia  fue en una vivienda  de esas, arriba de los cerros acapulqueños, declaraba ante la prensa con el fondo de un cuarto de madera y lamina de  cartón, y una media cortina cómo puerta, en la precariedad total de una madre que  exige por años justicia sin importarle la condición social.

Los rastros de Yuridia al olvido
Durante el proceso legal se comprobó que  el Chacal Braun había   abusado, drogado y asesinado a la nena por el sólo hecho de vengarse de la señora Segura, le había  interrumpido su fiesta, vaya, qué mujer tan osada!.

En 1988 el año del segundo fraude en nuestro país, Guerrero tenía  cómo gobernador a Francisco Ruiz Massieu y en declaraciones  que encontramos del caso Braun en la red, qué por cierto, sólo encontramos  dos páginas hablando del caso, una sin poder abrir del periódico Reforma y otra de Isabel Arvide www.isabelarvide.com la cual data del 22 de Junio de 2001, es decir, son las pocas huellas referentes a éste caso de abuso sexual infantil , sumando los  testimonios de algunos compañeros periodistas entre otros qué, vagamente recuerdan el caso.

Y sí, asi fue, Alejandro Braun Díaz “El Chacal” salió por una nimia multa en ese entonces de $500.000 dólares quién fue defendido  por  Ernesto Fuentes León, abogado de conocida fama pública de poca honestidad y el cual fue intermediario quién en contubernio con el magistrado Ernesto Díaz Infante  responsable del amparo otorgado a Alejandro Braun que había sido condenado a 30 años de cárcel había presionado a otro colega suyo Gilberto Arredondo Vera.

En declaraciones de Francisco Ruíz Massieu a Isabel Arvide dijo lo siguiente: "Yo diría que es francamente repugnante lo que sucedió con Alejandro Braun, porque nos encontramos ante la imposibilidad jurídica de volverlo a procesar por este homicidio. Tú sabes que a partir de enero de 1988 la Suprema Corte de Justicia dejó de conocer este tipo de asuntos y los Colegiados resuelven en definitiva. De tal manera que la resolución queda firme, les he dicho mi punto de vista: se apartaron de la ley, hubo cohecho y ya no hay ningún recurso judicial".

En 2001 después de comprobarse el cohecho de Díaz Infante  ya para ese entonces ex magistrado de la Suprema  Corte es detenido, para ese  tiempo habían pasado doce años del caso “cerrado” y olvidado para muchos.

¿Por qué te interesa el Caso?

Nos preguntaron hace días, respondimos lo obvio, el caso de Merle Yuridia Mondain es uno de tantos que quedan en la impunidad. Otra historia de abuso infantil que se suma a la violación de los derechos  infantiles y que muestra la cultura de la injusticia y corruptela  en nuestro país, la vil suciedad de los magistrados  y de la Suprema Corte  que dejan  en libertad a  los violadores, pederastas, asesinos y corruptos por una fija  cantidad de dinero. Y aunque  el tema salió a sobremesa y en 1988 año del segundo fraude(y en qué  Ruíz Massieu desapareció  a mucho  perredistas o los mandó reprimir y matar, sin contar más de su gobierno) eramos  sólo unos niños, recordamos bien, los mitos urbanos, historias de terror que rebasan la ficción, qué ante la impotencia  de los padres destrozados en lo que más aman, son  tratados  con humillación.

Creemos Yuridia Mondain merece salir a la luz, decir un-Estoy aquí, no me olvides!!- y eso es lo que debemos hacer, no olvidar.

Para hacer  éste artículo que déjamos a criterio suyo, escarbamos en el baúl de las injusticias, para al menos decir, qué hubo una vez una Yuridia que  pudo ser feliz para siempre…Pero qué por el cohecho y corrupción de los “hombres sapientes y máximas autoridades” de la Tremenda corte, dejaron en libertad a Alejandro Braun, viviendo feliz en el exilio, y probablemente, abusando de más niñas.

No hay nada nuevo bajo el sol…


*Gracias a los compañeros y amigos por la información, y a la periodista Manú Dornbierer por su apoyo a esta  reportera.  para hacer este breve cuento-denuncia en memoria, de Merle Yuridia Mondain Segura y sus padres.

https://twitter.com/the_cat_isback

mail: hscb_78@yahoo.com.mx


jueves, 11 de marzo de 2010

ABLACION.

ABLACION.

Unos ciento treinta millones de niñas y mujeres han sido sometidas a la ablación del clítoris. Con frecuencia se le denomina "circuncisión femenina". Esta designación es errónea ya que sugiere que el procedi¬miento será similar a la circuncisión masculina cuando, en caso de las mujeres, el procedimiento invade mucho mas el cuerpo, disminuye o anula la capacidad de sentir placer sexual, el corte es mucho más peli¬groso, entre otras variantes. Dos millones de niñas más la padecen cada año. No es una costumbre de origen islámico ni necesa¬riamente un rito de iniciación,ni siempre persigue controlar la virginidad de la mujer, aunque si su sexualidad, se practica en una treintena de países.

En cada zona se hace de una manera y se le da una explicación dife¬rente. Como por ejemplo garan¬tizar la castidad de las mujeres, asegurar el estado de casaderas de las mujeres, hacerlas desea¬bles para sus maridos, preservar la tradición, hacer dóciles y sumisas a las niñas, preservar el buen juicio de la mujer, diferen¬ciar la femineidad de la mascu¬linidad, marcar el rito de paso, evitar que el clítoris crezca a un tamaño anormal, hacerlas férti¬les, etc. Entre otras.

Suele practicarse en niñas de entre cuatro y diez años, pero en algunas tribus africanas se mutila a niñas de pecho y en otras a mujeres jóvenes. En algunos luga¬res, la edad de la ablación esta descen¬diendo para evitar que las niñas mayores y ligeramente mas informadas se nieguen a someterse a ella. Habitualmente la realiza una partera tradicional o una anciana de la aldea con experiencia, pero sin forma¬ción medica alguna, que opera en condi¬ciones higiénicas deficientes y utiliza un cuchillo sin esterilizar, un cristal roto o una piedra afilada, sin anestesia. Resulta frecuente que se utilice cuchillo, sin esterilizar, para intervenir a varias niñas.

La escisión más leve o(si es que alguna puede considerarse así) es la llamada circunci¬sión de la sunna o tra¬dición musulmana. en la que cortan el borde del clitoris. El tipo de esci¬sión mas extendido en la mayoría de los países de Africa negra consisteen cortar el clítoris y los labios menores. Se asocia con el concepto de limpieza. La niña se inte¬gra así a la tribu y se con¬vierte en una mujer apta para e] matrimonio. Una mujer no mutilada puede ser rechazada incluso por sus amigas. Y sobre todo por su futuro marido.

En la infibulacion, la modalidad más trau¬mática se elimina incluso una parte o la totalidad de los labios mayores. Los dos extremos de la vulva se cosen y se deja solo un pequeño orificio para la salida de la orina y el flujo menstrual, es la llamada circuncisión faraónica, mas extendida en Egipto. Antes de mantener relaciones sexuales la mujer es a veces literalmente rajada para que el hombre pueda penetrarla.

La escisión se origino, al parecer, en la edad de piedra en el Africa central. Fue en Egipto donde tomo forma la creencia de que el prepucio era la parte femenina del hombre y el clítoris la masculina de la mujer, cortándolos se evitaba cualquier ambigüedad sexual.

"Kadi tiene cuatro años, fue arrebatada de los brazos de su madre hace algunos años atrás, ella vive con su padre y su hermana, en algún lugar de Africa, Kadi viajara varios kilómetros a cargo de un extraño para someterse a un rito, un rito ancestral, el rito de la ablación.

Kadi durante el largo viaje revive insistentemente una frase, dolor femenino, en su infante memoria recuerda haberla escuchado de su abuela, de su madre, y especialmente de Kumba su hermana, se acuerda de aquel día en que Kumba hizo un laro viaje, se la llevaron temprano, la subieron a un vehículo conducido por un hombre extraño, atrás una mujer con una guagua en sus brazos y otras dos niñas de tres y cuatro años. Kadi esperaba ansiosa el regreso de su hermana, estaba triste y no se explicaba él por que de ese viaje. ¿dónde estaba? ¿por qué se la habían llevado?, ni su padre ni nadie le explicaron nada, al igual que a Kumba tampoco le explicaron a donde iba y menos que le harían. Kadi extrañaba a su hermana, añoraba jugar con ella, reírse juntas, correr. etc.

Kumba tardo algunos días en regresar de ese misterioso viaje. Ese día Kadi corría de un lado a otro, sus pelos se agitaban, estaba feliz por la llegada de su hermana. Kadi, se acerco al mismo vehículo que se la había llevado, con curiosidad miro en su interior, observo que venían las mismas tres niñas mas su hermana, todas con el rostro ensombrecido, con los ojos vidriosos, envueltas en unas mantas sucias, con sus pequeñas manos en la vagina, todas con dolor. Ese día Kumba no pudo jugar con su hermana, le habían quitado parte de su vida, por lo tanto sentía dolor, Kumba había vivido su primer dolor femenino, a los cuatro años de edad, probablemente antes de los quince años le toque vivir el segundo, el de la noche de bodas y a los nueve meses siguientes el tercero.

La historia de Kadi y Kumba es caracteristica de toda niña que vive en una comunidad en la que ser querida, casarse y disfrutar de alta estima implica estar genitalmente mutilada. El no haber sido sometida a la operación conduce a la persecución, al ridículo, a los malos tratos, al trauma y al eventual ostracismo de la propia comunidad.

El hecho que la ablación, una vez realizada, sea permanente y convierta a la mujer en frígida, deprimida psicológicamente impotente y frustrada no importa a quienes perpetran este horrible acto, que creen firmemente que actúan en mayor beneficio de la niña. Muchas pequeñas mueren como resultado de esta practica, pero no les afecta en sus actitudes, a las niñas que mueren se les llama brujas malvadas de las que la comunidad se siente contenta de librarse.

AUN PIENSAS QUE EN MEXICO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES SON UN ASCO???

domingo, 9 de agosto de 2009

ABUSO SEXUAL: LA DESMENTIDA

Este ensayo está publicado en la Revista Número 2 del Ateneo Psicoanalítico: Subjetividad y propuestas identificatorias: problemáticas sociales y clínicas.

Buenos Aires, Directora de la Revista: Lic. Isabel Monzón

 

ABUSO SEXUAL: VIOLENCIA DE LA DESMENTIDA  

 

Isabel Monzón

www.isabelmonzon. com.ar

imonzon@fibertel. com.ar 

 

 

 *: el uso del asterisco esta implementado para evitar usar el genérico masculino. La @ tampoco es conveniente en estos términos, ya que implica una derogada dualidad genérica y además es difícil leer por programas utilizados por personas ciegas o ambliopes... .....

 

 

Abuso sexual y psicoanálisis: historia de una desmentida: 

   

"La historia de la infancia es una pesadilla de la que hemos empezado a despertar hace muy poco", dice Lloyd deMause. Su libro Historia de la Infancia es un trabajo de investigación en psicoanálisis aplicado, en el que el autor relata las aberrantes violencias que los adultos han cometido contra l*s niñ*s a lo largo de los tiempos. El abuso sexual es una de esas violencias. Coincido con deMause cuando habla de la pesadilla de la que hemos empezado a despertar, agregando que toda la comunidad, incluida la psicoanalítica, tiende a oscilar entre el reconocimiento del abuso y esa especie de adormecimiento por el cual se descree la existencia del abuso o se le resta gravedad. Es que, como una paradoja, para salir de esa pesadilla primero tenemos que adentrarnos en ella, conociendo todo su horror. 

  En la Antigüedad se consideraba natural tomar a l*s niñ*s como objetos sexuales. En la Roma Imperial primero se castraba a los pequeños varones "en la cuna" y luego se los llevaba a lupanares para que los hombres abusaran de ellos sodomizándolos. Hoy, la pornografía y la prostitución infantil hasta navegan impunemente por Internet, (los especialistas en informática saben que el producto más consumido del espacio cibernético es la pornografía, incluida la infantil).

  En la Edad Media, se creía que l*s niñ*s ignoraban toda noción de placer y dolor, creencia que aún perdura. Según Lloyd deMause la idea de que l*s niñ*s son, desde su inocencia, inmunes a la corrupción, es un argumento defensivo utilizado con frecuencia por quienes abusan de ell*s para no reconocer que con sus actos les hacen daño. 

  Mientras que en el Renacimiento comenzó a reprobarse la manipulación infantil con fines sexuales, en el siglo XVIII empezó a castigarse a l*s niñ*s que se masturbaban. Los más severos castigos consistían en la circuncisión, la infibulación y la clitoridectomí a. Actualmente también esas prácticas persisten, disfrazadas de rituales sociales y religiosos o aduciendo razones de higiene. Desangradas o infectadas por la clitoridectomí a, mueren miles de niñas en los países islámicos. Las que sobreviven, quedan mutiladas en sus posibilidades de alcanzar el placer sexual. 

  Tanto por considerarla asexuada como por estar pecaminosamente presa de su sexo, la criatura es castigada arbitrariamente por el adulto. Con su peligroso imaginario, él invade violentamente el cuerpo y el alma del/la niñ*, sin reconocerle ni privacidad ni identidad propia y diferente.

  Haciendo un breve recorrido histórico en torno del abuso sexual también podemos comprobar cómo las ideas que en otros tiempos se consideraban naturales y no se cuestionaban, aún siguen presentes en la mentalidad de los abusadores y de los que, al minimizar la gravedad de esa terrible invasión al cuerpo y al alma del/la niñ*, se transforman en cómplices. Pero, mientras que los castigos corporales todavía son justificados por muchos padres, madres y educador*s como necesarios para la educación infantil - es muy común la frase "un buen sopapo dado a tiempo..." - siempre que el abusador sexual violenta al/a la niñ* con su conducta lo hace en secreto, a escondidas y a sabiendas de que se trata de un acto delictivo.

  Llegando a fines del siglo XIX, recordemos que la primera paciente del psicoanálisis, Anna O., a fines del siglo XIX bautizó a la terapia catártica que Joseph Breuer usaba con ella de "talking cure". La "cura por la palabra" tenía un viejo antecedente, la "cura del alma". Ésta surgió a fines del siglo XVIII en las comunidades de los reformistas protestantes y era una derivación de la práctica de la confesión, "ligada al más absoluto secreto", con un sacerdote. Es precisamente en este contexto que surge la idea del secreto patógeno: el alma padece por causa de un secreto abrumador enterrado en ella y la cura llegará cuando ese secreto se devele. El primer médico que sistematizó científicamente el conocimiento del secreto patógeno fue el vienés Moritz Benedikt, que en una serie de publicaciones aparecidas entre 1864 y 1895 demostró que la causa de numerosos casos de histeria y otras neurosis reside en un secreto angustioso, perteneciente la mayoría de las veces a la vida sexual. Proclamando la necesidad de la psicoterapia, Benedikt también publicó cuatro casos de histeria masculina ocasionados por malos tratos sufridos en la infancia. Este sensible médico afirmaba que muchas personas, sobre todo mujeres, tenían una vida secreta que escondía un secreto patógeno, insistiendo que éste se relacionaba con algún aspecto de la vida sexual. Su confesión hacía desaparecer los problemas de la paciente. Al mismo tiempo Charcot, en Francia, hablaba de la histeria traumática, acercándose bastante al nódulo del problema. Sigmund Freud, que conocía los estudios de Benedikt, se había beneficiado con sus enseñanzas acerca de la importancia de la segunda vida (ensueños, deseos suprimidos, ambiciones) y del secreto patógeno.

  Por otra parte, cuando el padre del psicoanálisis estuvo en Francia entre 1885 y 1886, estudió junto a Charcot y Paul Broardel, éste último profesor de la cátedra de medicina legal de París. También tuvo la oportunidad de concurrir a la morgue y de leer los textos de Ambroise Tardieu, quien había antecedido a Broardel. Tardieu, médico forense, escribió en 1860 un Estudio médico-legal de la crueldad y malos tratos infligidos a l*s niñ*s en donde se refiere a 32 casos de niñ*s brutalmente golpeados, la mayoría por sus progenitores y de una niña que, además, fue sexualmente abusada por su padre. Los relatos de Tardieu son de una triste actualidad y el solo leerlos implica entrar en una pesadilla. Refiriéndose a los padres que abusan de sus hijas, decía en 1878:

 

"Lo que entristece aún más es ver que los lazos de sangre, en lugar de constituir una barrera para esas tendencias imperdonables, con harta frecuencia sólo sirven para favorecerlas: los padres abusan de sus hijas, los hermanos de sus hermanas".

   

Asimismo, en 1913 Freud escribe una frase sumamente significativa: 

 

"Cuando en 1885 yo residía en París como discípulo de Charcot, lo que más me atrajo, junto a las lecciones del maestro, fueron las demostraciones y dichos de Brouardel, quien solía señalarnos en los cadáveres de la morgue cuántas cosas dignas de conocimiento para el médico había, de las cuales la ciencia no se dignaba anoticiarse" . 

 

Teoría de la seducción:

   

  Desde que el psicoanálisis nació hasta hoy que cumple su primer siglo de vida, los psicoanalistas hemos oscilado entre reconocer la realidad del abuso sexual contra niños, niñas y jóvenes, haciendo una multiplicidad de ricos aportes a la comprensión de este problema y, paralela o posteriormente, negar su existencia.

  Breuer y Freud publican sus Estudios sobre la histeria en 1895. En dos historiales clínicos, Sigmund Freud afirma que sus jóvenes pacientes enfermaron a raíz del abuso sexual sufrido en los primeros años de la pubertad. En ambos casos, dice, eran sus tíos quienes, además de "asediarlas sexualmente" , las amenazaban con castigarlas si ellas hablaban. Uno de esos historiales es el de Katharina, que en el momento de la terapia tenía dieciocho años y el otro es el de Rosalía. Pero en 1924, Freud agrega al historial clínico de Katharina una nota a pie de página en la que dice: 

"Después de tantos años, me atrevo a infringir la discreción antes observada y a indicar que Katharina no era la sobrina sino la hija de la hospedera. Vale decir que la muchacha había enfermado a raíz de unas tentaciones sexuales que partían de su propio padre. Una desfiguración como la practicada por mí en este caso debería evitarse a toda costa en un historial clínico".

 

Igualmente, en la nota al pie de página del breve historial de Rosalía, Freud agrega: "También aquí era en realidad el padre, no el tío".

 

  Como consecuencia de esa incipiente tarea psicoterapéutica con sus histéricas y de todo lo que había aprendido de sus maestros, Sigmund Freud elaboró la teoría de la seducción según la cual el recuerdo de los abusos sexuales padecidos en la infancia por parte de adultos provoca neurosis. El 21 de abril de 1896 expuso su teoría en una conferencia dada en la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de Viena, afirmando que dieciocho casos clínicos - seis hombres y doce mujeres - sustentaban su hipótesis. Katharina y Rosalía se encontraban entre ellos. Los abusos sexuales, afirmaba Freud, eran cometidos a veces por adultos extraños a las criaturas sin el consentimiento de ellas y con una secuela de terror inmediata a la vivencia. Otras veces, la persona adulta era cuidadora del niño. "Niñera, aya, gobernanta, maestro, y por desdicha también, un pariente próximo". Sus oyentes en aquella conferencia, todos varones y todos expertos en patología de la vida sexual, se mostraron escépticos e incrédulos. Unos días después, Freud le escribe a Fliess, su mejor amigo en aquel entonces: "La conferencia tuvo una recepción gélida por parte de los asnos y un juicio singular por parte de Krafft-Ebing - el famoso sexólogo austríaco - quien, refiriéndose a la teoría de la seducción, dijo: 'Suena como un cuento de hadas científico'". El resultado fue que, a pesar de sus ironías, el creador del psicoanálisis se sintió marginado y muy preocupado por no recibir nuevos pacientes. En septiembre de 1897, en otra carta a Fliess, le expresa que no puede seguir sustentando la teoría de la seducción. Ya no creo más en mi neurótica, escribe, y fundamenta su descreimiento en la "imposibilidad de acusar al padre de perverso", inclusive al suyo, y en que considera poco probable que la perversión contra l*s niñ*s esté tan difundida. Piensa ahora que el relato de sus pacientes se apoya en un falso recuerdo, producto de sus fantasías. Poco tiempo después, elabora la teoría del complejo de Edipo, en la cual el seductor/* pasa a ser el/la niñ*. Uno de los padres es objeto de amor y el otro, el rival, objeto del odio infantil en el conocido y popular triángulo edípico. Los celos y el sentimiento de exclusión dominan la escena. A pesar de esto, en 1924 también decía que no todo lo que había escrito sobre el abuso de niñ*s merecía rechazo y que la teoría de la seducción tenía una cierta significación para la etiología de las neurosis.

  Varias cosas llaman la atención del texto que Freud escribiera entre 1893 y 1895, cuando empezaba a nacer el psicoanálisis. Una es el haber disfrazado, tanto en el caso de Katharina como en el de Rosalía, a un padre de tío. Si de encubrir datos reales se trataba, para evitar que su paciente fuera identificada, el creador del psicoanálisis sabía cómo hacerlo. Encubrir es, como él mismo lo sugiere, cambiarle de nombre al monte donde la paciente vivía o decir que era una campesina cuando en realidad podía tratarse de una dama perteneciente a la sociedad vienesa. Pero cambiar a un padre por un tío es una distorsión que trastoca el significado de los hechos, y Freud lo sabía. Por eso, en 1924 agregó en los dos casos clínicos el dato real, aunque sin explicar el por qué de su "error" anterior. Según Jeffrey Masson, autor del libro “El asalto a la verdad”, la renuncia de Freud a la teoría de la seducción, tal distorsión fue el recurso utilizado por Freud para convencer a Breuer a publicar conjuntamente los Estudios, ya que a éste le repugnaba la tesis freudiana de que la histeria fuese causada por seducciones sexuales sufridas en la infancia. Hasta es posible que Freud no haya querido identificar al padre de Katharina por un expreso pedido de Breuer. Pero también podría pensarse que había caído preso de su propia desmentida. Aún siendo acertada la hipótesis de Masson, es innegable que en Freud se sumaba su propia resistencia, que también queda al descubierto en la misma teoría de la seducción, por la cual lo traumático no es el abuso sufrido durante la niñez sino su recuerdo durante la adolescencia, idea que minimiza la gravedad del abuso como una situación traumática. Situación traumática que marca al psiquismo infantil en el mismo momento en que ocurre. Por otra parte, en la nota a pie de página al historial de Katharina, el creador del psicoanálisis utiliza la palabra "tentación", sugiriendo así que la hija se sentía atraída por el padre y desestimando la propia palabra de la paciente, quien decía haber sentido asco y temor. Es que también para Freud, como para tantos de nosotros, debía ser conflictivo el cuestionamiento de la mítica "santa" paternidad. Por otra parte, en los momentos que el psicoanálisis nacía, su creador estaba solo. La comunidad científica de esa pequeña Viena en la que todos se conocían rechazaba sus afirmaciones bautizándolas de "cuentos de hadas". Aunque Freud nunca terminara de renunciar a la teoría de la seducción, tampoco la reivindicó explícitamente, mientras los psicoanalistas dejaron, en su mayoría, de hablar de ella. Había que encontrar a Edipo a toda costa, aunque hubiera que forzar a las histéricas a entrar en un nuevo lecho de Procusto. 

  Cuando, años más tarde, en 1905, Freud publicó su Análisis fragmentario de una histeria, el no creer en la palabra de su paciente Dora fue aún más grave que en los casos de Katharina y Rosalía. Freud insistía una y otra vez en que Dora, que en el momento de la consulta tenía dieciocho años, estaba profundamente enamorada del Sr. K. Freud no pudo- o no quiso- reconocer que Dora, aunque ella lo afirmara claramente, había sido víctima de acoso sexual - el primero sufrido a los trece años - por parte de un hombre de la edad de su propio padre. "Él me ha entregado al señor K." decía, angustiada, Dora. En realidad se trataba de una recompensa por intermedio de la cual el Sr. K. toleraría la adúltera relación entre su esposa y el padre de Dora. Cabría preguntarse también por qué, con tanta tranquilidad, el padre de Dora se anima a llevarla al tratamiento con Freud. Él espera una complicidad de parte del maestro del psicoanálisis: calmar a su hija que se estaba poniendo demasiado molesta. 

  Aunque el psicoanálisis es, de todas las teorías psicológicas, la que posee mayor riqueza de conceptualizació n y aunque, según comprobamos, el tema del abuso surgió tempranamente en la misma teoría freudiana, los psicoanalistas cargamos todavía con una vieja cuenta pendiente en relación a nuestros pacientes abusados y a toda la comunidad. Cuenta pendiente que no terminamos de saldar por no ponernos de acuerdo. La historia de este desacuerdo comienza cuando Freud abandona su teoría de la seducción, y se repite una y otra vez en el lapso de estos cien años de vida del psicoanálisis. Otra evidente prueba de la conflictiva relación que los psicoanalistas han tenido con el tema del abuso sexual es la controversia entre Sándor Ferenzci y Sigmund Freud.

 

Confusión de lenguas entre el adulto y el niño:

 

  En 1932, el talentoso y creativo psicoanalista Sándor Ferenczi abrió el XII Congreso Internacional de Psicoanálisis con la ponencia “Confusión de lenguas entre los adultos y el niño”. El lenguaje de la ternura y el de la pasión. En este texto, bautizado de manera tan significativa, Ferenczi dice:

 

"Nunca se insistirá bastante sobre la importancia del traumatismo y en particular del traumatismo sexual como factor patógeno. Incluso l*s niñ*s de familias honorables de tradición puritana son víctimas de violencias y violaciones mucho más a menudo de lo que se cree. Bien son los padres que buscan un sustituto a sus insatisfacciones de forma patológica, o bien son personas de confianza de la familia (tíos, abuelos), o bien los preceptores o el personal doméstico quienes abusan de la ignorancia y la inocencia de l*s niñ*s".

 

  Más adelante, Ferenczi afirma que esos adultos con predisposiciones patológicas confunden los juegos y conductas de l*s niñ*s con los deseos de una persona sexualmente adulta, confusión que los lleva a abusar sexualmente de las criaturas. El/la niñ* puede intentar protestar, pero a la larga es vencido por la fuerza y la autoridad aplastante del adulto. Llevado por el temor y la indefensión, la criatura se doblega a la voluntad del agresor y lo introyecta, para poder seguir sosteniendo con él un vínculo de ternura. A este mecanismo de defensa mental lo llamará "identificació n con el agresor".

  Ferenczi murió en mayo de 1933, con la promesa de Ernest Jones de publicarle el trabajo en la International Journal of Psyco-Analysis. Poco antes de morir Ferenczi, Freud, repitiendo lo mismo que a él le hiciera Krafft - Ebing- o, como él mismo hubiera dicho, repitiendo activamente lo vivido pasivamente - le escribe a Jones una carta donde le dice que una paciente de Ferenczi, la señora Severn, parecía haberle provocado a su analista una pseudología phantástica. En junio, Jones le contesta diciéndole que la paranoia de Ferenczi se había puesto en evidencia "a la vista de su último articulo para el congreso" y que veía contraproducente publicar, ahora que él había muerto, su último artículo, ya que sería un perjuicio y un descrédito para el propio autor. Y agrega: "Sus postulados científicos y sus declaraciones sobre la práctica analítica no constituyen más que una sarta de errores que solamente sirven para desacreditar al psicoanálisis y dar pábulo a sus enemigos". El polémico y valioso trabajo en el que Ferenczi denuncia la frecuencia del abuso sexual en la infancia se conoció recién en 1949 gracias a Michael Balint. Parecía repetirse lo sucedido en aquella primavera vienesa de 1896, cuando Freud leía su trabajo sobre la etiología de la histeria ante la escucha desvalorizadora de sus colegas médicos. Es que, como dice Alice Miller, los dogmas no pueden rebatirse en tanto se alimentan del miedo de sus partidarios a ser excluidos del grupo que los sostiene. Quien, desafiando esos dogmas, se pone en actitud crítica, corre el riesgo del ostracismo.

 

Complejo de Casandra y pseudología fantástica:

 

  Un día que Casandra - hija de los reyes de Troya: Hécuba y Príamo - se quedó dormida en el templo, apareció Apolo. Entusiasmado por ella, le prometió enseñarle el don de la profecía con la condición de que yaciera con él. Después de recibir el don, Casandra se arrepintió de lo convenido. Pero consintió en darle a Apolo el beso que le pedía. Él, maldiciéndola, le escupió en la boca. Ya que, una vez otorgado, ni siquiera un dios puede quitar el don regalado, él consiguió con su maldición que nadie creyera nunca las profecías de Casandra.

  La psicoanalista junguiana Laurie Shapira compara a la histérica con Casandra. Como forma de enfrentarse con Apolo por los atropellos del dios hacia lo femenino, Casandra "primero obedecía y después renegaba". A través de su ambivalencia, expresaba el temor a ser una víctima más de las muchas otras mujeres maltratadas y abandonadas por el dios.  

  Así como no se tomaban como ciertas las proféticas palabras de Casandra, también se descree de las veraces denuncias que las Katharinas y las Rosalías hacen contra sus padres abusadores. Aunque Casandra hablara del futuro y las víctimas de abuso se refieran al pasado, en todos los casos el descreimiento lleva a la tragedia. Las criaturas abusadas denuncian, de una u otra manera, que los adultos les asesinan la infancia y que, como ellas no pueden confiar en los encargados de cuidarlas, el mundo se les derrumba. En los casos más leves desarrollarán una neurosis o síntomas psicosomáticos; en los más graves una psicosis. Cuando, ya adultas, concurran a consultar con especialistas en salud mental, algunos les hablarán de fantasías de seducción o de "seudología fantástica", sufriendo así una nueva victimización. También la voz de Sándor Ferenczi fue silenciada y no solamente por no haber cumplido Jones con la promesa de traducir su trabajo sobre “Confusión de lenguas....” Las ideas del creativo psicoanalista húngaro no se difunden, en general, en las instituciones psicoanalíticas y su nombre ni siquiera se menciona en las carreras de psicología de las distintas facultades.

 

Violencia de la desmentida:

 

  A pesar de la frecuencia con que, evidentemente, se producen estos hechos, llama la atención la falta de bibliografía psicoanalítica sobre el tema. También es significativo que la escasa existente no se conozca o que se explique el abuso diciendo que la víctima sedujo al victimario. A muchos psicoanalistas contemporáneos parece sucederles algo parecido a lo que le ocurrió a Sigmund Freud hace casi un siglo: no quieren aceptar la verdad de lo que escuchan. Como, por otra parte, no hay peor ciego que el que no quiere ver, muchas veces el analista de niñ*s ni siquiera reconoce que, detrás de los síntomas que su pequeño paciente presenta, se esconde el abuso. Y éste persistirá, porque no hay ni oyente ni interlocutor válido que lo detecte. El/la niñ* siempre denuncia el abuso, aunque no necesariamente con palabras que, a veces, por ser demasiad* pequeñ*, todavía ni siquiera sabe pronunciar. Su silencio, su juego, sus síntomas son su manera de hablar. Sabe que l*s encargad*s de cuidarl* no pueden cumplir con esa función y, además, suelen asustarl* con amenazas diversas. Otras veces, denuncia hablando pero, o no se le cree, como a Casandra, se le considera responsable del abuso. 

  Un psicoanálisis sin dogmas es sumamente rico para cualquier clínica, es decir para comprender, aliviar y elaborar cualquier dolor psíquico. Freud, aunque luego renegara de su propia teoría, fue pionero en el problema del abuso sexual contra la infancia y esto es reconocido por todos los autores, psicoanalistas o no, que se especializan en el tema. Siguiéndolos a Ferenczi y al mismo padre del psicoanálisis, algunos psicoanalistas de nuestros días no sólo estamos atentos al tema del abuso sino que, además, hemos comenzado a teorizar y a escribir acerca de él. Pero, al mismo tiempo, existe la complicidad con el abusador, no consciente si surge de la desmentida y absolutamente tendenciosa y consciente en algunos profesionales de la salud y de la ley. Estos hacen frente común con los abusadores, aunque se presenten como "especialistas" en abuso sexual de niñ*s y jóvenes. Lobos con piel de cordero, oportunistas que cobran altos honorarios de sus defendidos, mientras que los que trabajan con l*s niñ*s abusados lo hacen generalmente por muy bajos honorarios o hasta gratuitamente. L*s niñ*s no tienen recursos para defenderse, tampoco el del dinero.

  Una serie de viñetas nos permitirán ver mejor el accionar de este tipo de profesionales.

 

* Un pediatra recibe a su pequeña paciente de seis años. La madre, que está separada, le relata que la niña volvió, de una salida con el padre, con esa bombacha manchada de sangre que trae a la consulta. Sin hacer ningún examen de laboratorio, el médico dictamina que la sangre es de algún animal y que la criatura se debe haber sentado encima de ella. Tiempo después, la pequeña es llevada por la madre a una psicóloga que comprueba el abuso. La niña, escuchada a través de la hora de juego diagnóstica, se anima luego a dar detalles verbales de lo que el padre le hace.

 

* En un ateneo clínico, hace de esto veinte años, una psicoanalista presentaba en una institución el caso de una paciente de treinta y cinco años con mucho daño psíquico, que había sido víctima de abuso por parte de su abuelo desde los cinco hasta los quince años. El prestigioso psicoanalista que había sido invitado a discutir el caso dijo una frase incomprensible en ese momento para todos los presentes: "Se trata de un cuadro que la vieja psiquiatría diagnosticarí a como pseudología fantástica". Por ignorancia o complicidad nadie discutió el diagnóstico. Asimismo, precisamente fue, en parte, por un comentario así que Freud dejó de creerle a su neurótica. Recordemos lo que Krafft-Ebing le dijo el 21 de abril de 1896 al creador del psicoanálisis, mientras éste presentaba en la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de Viena su teoría de la seducción. "Ese es un cuento de hadas científico".

 

A pesar del paso del tiempo y de todas las confirmaciones que nos da la clínica, sigue circulando con mucha fuerza la idea de que las víctimas de abuso mienten y que los profesionales que detectamos el problema y nos animamos a hablar de él solamente relatamos cuentos de hadas. Pero aprender a detectar el abuso es imprescindible. Para ello, es necesario no cerrar nuestra capacidad de escuchar a los otros ni a nosotros mismos, en tanto posiblemente de alguna manera pudimos haber sido también víctimas de abuso y/o violencia durante nuestra infancia. Es decir, es imprescindible trabajar con nuestra propia desmentida, con nuestra propia tendencia a no querer ver aquello que, por terrible y siniestro, preferimos decidir que no existe. Para los que trabajamos con la salud, la desmentida es mucho más peligrosa, en tanto denuncia que nuestro instrumento de trabajo, es decir nuestro propio psiquismo, tiene fallas.

 

Llamar a las cosas por su nombre

   

Es muy importante utilizar las palabras adecuadas cuando hablamos de estos temas, es decir adjetivar de manera precisa y acertada. En términos más cotidianos, es imprescindible llamar a las cosas por su nombre. Por eso y compartiendo las ideas de otros colegas, utilizo el término víctima para referirme a la niña o al niño abusado mientras que califico de sobreviviente a las adultas y adultos que, durante su infancia, cuando fueron víctimas, padecieron por abuso sexual. Sobreviviente apunta a remarcar todas las estrategias y recursos vitales que aquellas víctimas han tenido que movilizar para poder seguir estando vivas. Se trata, entonces, de "honrar lo que se ha hecho para sobrevivir" y valorar todo lo que se puede seguir haciendo para cerrar las heridas. Con las palabras victimario, ofensor o abusador designo a los que cometen el abuso. Para Judith Herman, los términos "víctima" y "victimario" determinan con claridad en quien reside la responsabilidad del agravio. Mientras el adulto victimario es el responsable de utilizar a l*s niñ*s sexualmente, las niñas y niños se encuentran en un estado de invulnerabilidad e impotencia. Se trata entonces de un adulto que falla en su deber de cuidar al/la niñ* y de un/* niñ* al que con el abuso se violan sus derechos a ser cuidado. Asimismo, considero imprescindible dejar de utilizar algunas palabras, muy frecuentes en el discurso sobre el abuso sexual, en tanto se instrumentan tramposamente para desmentir, desfigurar o encubrir tal delito contra la infancia. La palabra paidofilia, además de no estar en los dos diccionarios consultados, es frecuentemente usada para designar al abusador de menores. Paidofilia está compuesta por dos raíces griegas: "paido", que significa niñ* y "phileo" que se traduce como afición, amor. El término pederasta se origina en el griego "paiderastés" , compuesto a su vez de las raíces "paidós", niñ*, y "eratés", amante y sirve para definir tanto al hombre que comete abuso deshonesto con un niño como al invertido o sodomita. "Pederastía" figura también como: "Homosexualidad practicada con los niños y, por extensión, homosexualidad masculina". Sodomía señala una relación libidinosa entre dos personas, contraria a la naturaleza, y tiene como sinónimo a perversión sexual. También significa coito anal. Los diccionarios no hacen más que reflejar el significado que las palabras tienen en un determinado idioma y son influidos por los usos, las costumbres y la ideología social. La primera trampa que quiero señalar reside en que se hace un paralelismo entre el amor por los niños y el abuso sexual, de allí el uso de "paidofilia" y "pederastía". La segunda trampa consiste en confundir el amor o la relación sexual entre dos personas del mismo sexo con el abuso sexual hacia niños del mismo o del otro sexo. En otras palabras, el abusador no ama a los niñ*s, sino que, haciendo abuso de su poder, los utiliza sexualmente. Es indistinto que el ofensor cometa abuso contra una criatura de su mismo sexo o del otro. Lo que marca su particular subjetividad violenta y delictiva es que es un abusador.  

  También el uso de la palabra seducción conduce a algo engañoso. Como tiene dos significados tan contradictorios ¿desde cuál de los dos se usa cuando designa al abuso?. Uno de los significados es "persuadir a alguien con promesas o engaños a que haga cierta cosa, generalmente mala o perjudicial. Particularmente, conseguir un hombre, por esos medios, a una mujer". En un segundo sentido significa "hacerse una persona admirar, querer o, particularmente, amar intensamente por otra, ejemplo, seduce a todos con su simpatía". Un sinónimo sería fascinar, que también tiene significados muy contradictorios. Llamando a las cosas por su nombre, propongo repensar la "teoría de la seducción" y contruir una nueva teoría: la del abuso sexual contra la infancia. Asimismo, como las estadísticas nos hablan de porcentajes mayores en el caso de las niñas y los abusadores, en su mayoría, son varones, el tema de género se vuelve insoslayable en la construcción de tal teoría. Por otra parte, y en relación a las estadísticas mencionadas, en adelante usaré el género femenino para la sobreviviente y el masculino para el abusador

 

Adultas sobrevivientes al abuso sufrido en la infancia.

 

Quienes trabajamos con adultos sabemos que muy excepcionalmente la paciente que fue abusada durante su infancia o adolescencia solicite tratamiento por esta razón. Lo que motiva su consulta son problemas laborales, de pareja, sexuales, familiares. Cuando surge el tema es porque las circunstancias actuales de la vida movilizan el recuerdo, hasta ese momento totalmente inconsciente o, si la experiencia nunca fue "olvidada", es la situación terapéutica la que hace que la sobreviviente supere su silencio, causado por vergüenza y culpa, y se anime a hablar ante quien considera un interlocutor válido. En el mejor de los casos, la valiente mujer que se anima a nombrar algo que la sigue haciendo sufrir tanto, encontrará a ese interlocutor/ *. En el peor de los casos, se la revictimizará , considerándola responsable del abuso o culpabilizándola por no haberlo detenido. La pequeña niña tendría que haberse defendido de ese enorme adulto por el cual fue aplastada. Asimismo, el terapeuta que no puede creerle cuando su paciente relata el abuso, la hará una víctima más del ancestral diagnóstico de "pseudología fantástica".

  Los psicoanalistas que atendemos adultos también sabemos que, en general, no tenemos ocasión de conocer a los familiares de nuestros pacientes, excepto en situaciones muy especiales. Tampoco tenemos necesidad de comunicarnos con abogados o jueces, con la excepción de que atendamos a mujeres violadas o golpeadas. 

  Por otra parte, cuando la adulta relata su experiencia de abuso sexual sufrida en la infancia, el ofensor y los testigos hasta pueden estar muertos.. Los especialistas en adultos tampoco vemos niñ*s en nuestros consultorios, excepto que nuestra paciente que acaba de ser madre, venga con su bebé en brazos porque no tuvo con quien dejarlo o porque necesita, por alguna razón, que veamos en ese nuevo vínculo algo que ella con sus propios ojos no puede ver. Pero con lo que siempre un analista de adultos se encuentra es con la niña que la paciente fue en el pasado. Ciertas situaciones vividas han sido tan dolorosas, conflictivas y/o traumáticas que producen un revivir una y otra vez ese pasado que se presentifica permanentemente. Los analistas también sabemos que aquellas personas que fueron muy conflictualmente significativas ayer, permanecen en el psiquismo de nuestra paciente como si el ayer fuera hoy, manteniendo tan fuerte influencia que aún parece que le colonizaran el alma. Del mismo modo, cuando escuchamos a nuestra paciente adulta recordar el abuso, nos encontramos con esa niña aterrada, impotente, que se considera culpable, de manera similar a lo que nos relatan los terapeutas que atienden niños abusados. Sólo que ahora, en lugar de tener frente a nosotros a una criatura en su hora de juego, nos encontramos frente a una mujer que viene, desde lo exterior sola pero que siempre trae, en su interior, junto a la niña que ella fue, a todos los personajes internos que de alguna manera estuvieron en su vida durante el tiempo del abuso, fundamentalmente los padres y el abusador. Y tanto aquella niña que mi colega especializad* en niñ*s atiende, como la mujer a la que yo escucho, se sienten perdidas, confundidas, culpables; por eso, necesitan que se les recuerde una y otra vez cuánta fuerza vital tuvieron que movilizar para poder sobrevivir. 

  Esta adulta que nos consulta muchas veces se encuentra trabada en la posibilidad de librarse de su identificació n con el agresor y de juzgar al verdadero culpable del abuso, para poder luego, metafóricamente, matarlo y enterrarlo. Cuando esta paciente recuerda y narra tan sórdida historia, el abuso aparece como una experiencia particularmente dolorosa y humillante de la que es sumamente difícil hablar y a la que los terapeutas debemos abordar con la mayor prudencia y cuidado, para evitar que nuestro acercamiento sea vivenciado como una nueva intrusión abusiva. A veces, el relato se presenta de manera espontánea y hasta inesperada. Otras, el terapeuta puede inferirlo y detectarlo a través de sueños o de síntomas. En la experiencia clínica con adultas se confirma lo que expresan todos los autores que trabajan este tema: habitualmente el abuso se comete dentro del ámbito familiar: padres, tíos, abuelos, hermanos mayores, un amigo de la familia. Tal vez sea porque aparece mayormente en el ámbito de la "sagrada familia" que el abuso, aunque es un delito, por temor o por desmentida en general no se denuncia.

 

 Avatares de la memoria

   

Cuando la criatura abusada se vuelve adulta, con su desmentida logra convencerse, muchas veces, que el abuso no ocurrió. Pero no debe confundirse este proceso con una simple represión, porque con ésta el resultado es que un pensamiento, una imagen, un recuerdo permanecen inconscientes. En la represión la lucha es contra algo que proviene de uno mismo. En cambio, en el caso de la desmentida, la percepción que es dada por inexistente proviene de la realidad externa. Algo que existe no existe, algo que se ve no se ve, algo que sucede no sucede, algo que pasó no pasó. Cuando la desmentida se pone de tal manera en funcionamiento, el propio yo queda dañado, en tanto es atacada su capacidad de reconocer una percepción, de aceptar algo como existente, de discriminar como propia una sensación corporal. Este mecanismo psíquico es útil en algunos casos. Todas las defensas lo son, según el grado, el momento y la frecuencia con que nuestro yo las use en las diferentes etapas de nuestras vidas, en tanto nos ayudan a enfrentar ansiedades y conflictos cotidianos. Pero, si alguno de esos mecanismos se utiliza en demasía, el psiquismo se daña. La amnesia de acontecimientos traumáticos, fenómeno vinculado con la desmentida, se presenta a posteriori de un traumatismo psíquico y es común entre los sobrevivientes de guerra, campos de concentración, violación sexual, atentados terroríficos, abuso sexual, etc. 

Las personas que han estado expuestas a situaciones traumáticas pueden tener síntomas de disociación (sonambulismo, alteraciones de la memoria) y signos de stress postraumático (imágenes retrospectivas, alteraciones del sueño, pesadillas). También puede suceder que estas personas se replieguen y aíslen y/o que se depriman. A veces tienden a restarle importancia a las realidades dolorosas del presente o están como insensibles o con sentimientos de vacío. Pero, como bien puntualiza el terapeuta David Calof, citado por Bass y Davis en su libro El coraje de sanar, "a diferencia de las personas sobrevivientes de desastres públicamente reconocidos, las personas que han sido abusadas sexualmente durante su infancia, no saben por qué se sienten así. Frecuentemente sus recuerdos del trauma o están fragmentados en desconcertantes mosaicos o no existen en lo absoluto". Estas personas son "veteranas de guerra muy particulares" , guerras que han tenido lugar, por ejemplo en la cama de su propia habitación o en la casa del vecino, con una secuela de heridas que tal vez nunca hayan sido ni vistas ni curadas por nadie. Además, rara vez existen testigos. En el escenario del abuso sólo se encuentran la pequeña víctima y el victimario.

  "La calidad siniestra y el efecto traumático devastador de la violencia familiar y política - reflexiona Carlos Sluzki - son generados por la transformació n del victimario de protector en violento, en un contexto que mistifica o deniega las claves interpersonales mediante las cuales la víctima podría reconocer o significar los comportamientos como violentos". En el caso del abuso sexual, la criatura también es privada de su capacidad de disentir o consentir. E incluso, frecuentemente, el acto de violencia es descalificado como tal por el victimario, que le dice al niño: Esto lo hago por tu propio bien, no te puede doler tanto, te va a gustar, vos me provocaste. Es así que a la desmentida usada por la criatura para defenderse se agregan mensajes por parte del ofensor que caracterizan la comunicación de doble vínculo. Si la familia o cualquier otra persona ante la cual el menor denuncia el abuso no le creen o no advierten, por otras señales, que tal abuso está sucediendo, agregan, con su desmentida, un nuevo acto de violencia sobre el psiquismo de la criatura. Para que una conducta pierda su efecto traumático debe ser calificada de tal. Una paciente relata la experiencia de abuso - ella tenía seis años - diciendo que su tío era "un joven calenturiento" . La analista, llamando a las cosas por su nombre, señala: "Ese fue un tío abusador".

  Por otra parte, aunque el abuso haya sido aislado, se instala en el aparato psíquico con la fuerza de los que han sido reiterados, porque la víctima generalmente ha sufrido otros episodios de violencia: maltrato físico, psíquico y otras experiencias sexuales traumáticas muy comunes, sobre todo en la vida de las niñas: miradas obscenas, encuentros con exhibicionistas y frotters, etc. 

  Freud también fue pionero en conceptualizar, cuando el psicoanálisis nacía, la muy clásica y a la vez actual teoría traumática. Un trauma es un "acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad del sujeto de responder adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica", sintetizan Laplanche y Pontalis.

 

* Clara, una amiga de Susana, por una situación circunstancial, le informa a la terapeuta de Susana que ésta había sufrido de chica un abuso sexual por parte de su padrastro. Una tía muy querida de Susana se lo había contado a Clara. La terapeuta se ve obligada a comunicarle a su paciente esta información, ignorando si era o no verídica. La paciente, que en el momento de la consulta tiene cuarenta años, reacciona enojándose por el disparate inventado por su amiga, entre otras cosas porque su padrastro, que sustituyó a su padre ausente, había sido un hombre buenísimo y muy respetuoso de su intimidad. Días más tarde, Susana llega a una sesión muy angustiada, con miedo a estar volviéndose loca. Es que al estar cerca de la ventana de su habitación ha visto que un gato caía desde un piso superior. Está segura que no se trata de su propio gato, que ronronea por ahí. Va hasta la planta baja y le pregunta al portero si vio algo, recorriendo con él el lugar donde supuestamente el animal habría caído. No encuentra nada. De pronto, también tiene pesadillas que no recuerda, se enfurece contra su madre, está en general muy angustiada y no quiere salir de su casa más que para ir a sus sesiones. La terapeuta le dice que cree oportuno que converse con esa tía tan querida, para constatar si su amiga inventó o no la historia del abuso y qué fue concretamente lo que la tía le relató. A partir de ahí, durante dos semanas, Susana debe ir todos los días a sesión. La historia era cierta y el impacto fue enorme. La tía confirma que existió el abuso cuando la joven tenía quince años, pero que se trataba del amante de la madre, no del padrastro. Los recuerdos vienen por retazos y entre Susana y su analista construyen el rompecabezas. Susana había tenido que "olvidar" porque hubo un doble trauma: a veces ella acompañaba a su madre a los encuentros con el amante. La madre le era infiel a su querido padre adoptivo con un hombre que, además, abusaba de ella. Un día pudo contárselo a su protectora tía, que tomó cartas en el asunto y el abuso cesó. También se habría puesto fin a la relación de la madre de Susana con el abusador.

 

Otras señales y efectos del abuso en la subjetividad de las sobrevivientes

   

En los adultos neuróticos, el abuso sexual sufrido en la infancia aparece, como antes dijimos, en síntomas y sueños, no solamente en relatos. En la psicosis el abuso o el maltrato aparecen disfrazados de delirios.  

 

* Schreber, el paciente más famoso del psicoanálisis, denunciaba con sus delirios claramente el maltrato que había sufrido de parte de su padre.

 

* Una adolescente esquizofrénica ocultaba a la vez que develaba, a través de su delirio, la violación por parte de su padre, diciendo que una voz la obligaba a matar a su pequeño hijo, producto de esa violación.

 

  También se puede detectar el abuso cuando nos relatan sensaciones o acciones que, por extrañas, llaman mucho nuestra atención. 

 

* Una mujer relata que siente a veces por la noche un peso que se apoya en su colchón y lo hunde. Otra, siempre tiene que dejar una luz prendida a la noche cuando se va a dormir. En ambos casos, el abusador había sido el padre. 

 

  Otros síntomas o patologías que, a veces, denuncian al abuso, son dificultades para dormir, fobias, anorexia y bulimia, depresión, alcoholismo, drogadicción, disfunciones sexuales. Estos síntomas simbolizan un escudo que protege contra la violación, una frontera para impedir la invasión a la intimidad, invasión propia de toda violencia. Cuando el abuso es en edad muy temprana, no hay aparato psíquico capaz de poder simbolizarlo en palabras, aparecen llantos y temores que luego se trasforman en actos y juegos infantiles. También es muy frecuente que se presente desconexión con los propios sentimientos o con sensaciones corporales: sentir que la mente se desprende del cuerpo, anestesiarse ante estímulos habitualmente dolorosos o ansiedades persecutorias que no siempre se corresponden con las situaciones vividas en el presente. Cuando se produce desconexión de las experiencias displacenteras, también hay un desensibilizació n en relación a las placenteras (anhedonismo) .

 

* Eva tenía cincuenta años cuando pudo comenzar a conectarse con el abuso que sufrió desde muy pequeña y hasta su adolescencia por parte de un tío. Siempre hablaba de esa experiencia - de la que sólo poseía imágenes aisladas - con total indiferencia. Como su médico le había indicado un análisis de V.I.H., estaba en su sesión con el sobre, sin poder abrirlo para así enterarse del resultado. Su terror y angustia eran enormes. La analista le señaló que probablemente ella creía que en ese sobre estaban encerradas situaciones relacionadas con experiencias sexuales muy dolorosas, situaciones que mantenía tan en secreto que ni ella misma quería enterarse. Movilizados sus afectos, pudo entonces abrirse ante sí misma. Podía recordar y hablar del abuso de su infancia y de experiencias sexuales de su adultez, que recién ahora podía reconocer como violaciones. Ella no había sufrido solamente abuso sexual durante su infancia sino que era la sobreviviente de muchas otras violencias, habiendo quedado desde muy pequeña totalmente desamparada. Por eso era muy difícil para ella cerrar estas heridas. Su personalidad quedó tan fuertemente quebrantada. que Eva decía: "Me destrozaron el alma". 

 

  Viene otra vez a nuestra memoria Daniel Paul Schreber, que en su delirio denunciaba el asesinato del alma. Es frecuente que los sobrevivientes de maltrato y abuso utilicen esta expresión. Se trata de un proceso del que un tal Strindberg ya había hablado en 1887, refiriéndose a "una política de destrucción del ser humano a quien -con el fin de dominarlo mejor- se le quita su principal razón de vivir". (Maud Mannoni: De un imposible al otro). En 1832 el juez alemán Anselm von Feuerbach, acusó a los dos padres adoptivos de Kaspar Hauser de “asesinato del alma”. El niño había sido criado en la oscuridad total y privado de casi todo contacto humano durante 17 años. Lo que presenta el aspecto más repugnante del crimen cometido con él es la iniquidad cometida contra su naturaleza espiritual. El hecho de que haya sido excluido de todo intercambio con seres humanos. Haberle retirado toda la nutrición que hace que la mente humana crezca y florezca es una invasión criminal a la propiedad más sagrada y más peculiar del hombre: la libertad y el destino de su alma". (Louise Kaplan: Perversiones femeninas)

 

* Adriana, treinta años, comenzó a ser abusada por su cuñado cuando tenía seis. Su padre, al que recuerda como cariñoso y protector, había muerto y su hermana mayor y el cuñado se mudaron a la casa en donde ella vivía con su madre y otros hermanos también chicos. Cuando Adriana le contó a su madre lo que el cuñado hacía, ella contestó que necesitaban del dinero que él aportaba. El abuso, por supuesto, persistió. Adriana empezó a trabajar desde muy chica A los quince años ganaba lo suficiente como para que se pudiera prescindir del dinero aportado por el cuñado. Entonces le dijo a su madre: "Ahora decile que se vaya".

  La sobreviviente del abuso en general está más enojada con su madre que con el abusador. Cree que su madre es cómplice. Espera de ella todo el cuidado, deposita en ella su confianza. Necesita que su madre le crea, aunque en realidad muchas veces ésta la acusa de mentirosa o, como sucedió con Adriana, no es protegida. De alguna manera su enojo tiene sentido porque, como dice Graciela Bianchi, se necesitan cómplices para desmentir. 

 

* Clarita pudo relatar en su análisis, por primera vez y siendo adulta, que, cuando sus padres la dejaban desde pequeña con el abuelo, él abusaba de ella. Esto sucedió desde los cinco hasta los quince años. Cuando, motivada por el proceso analítico, quiso relatar lo sucedido ante la familia, su madre, su tía y su hermana contaron que ellas, de niñas, también habían sido víctimas de este hombre. Y todas habían callado hasta ese momento. Se trataba de una típica familia patriarcal en la que el abuelo desempeñaba el rol principal manejando todo con su dinero, incluso al padre de Clarita, un hombre muy sometido a su suegro. 

 

Revisitando el mito de Edipo

 

  En un encuentro clínico realizado en el Ateneo Psicoanalítico durante el año 1998, junto a un grupo de colegas hicimos una presentación de un caso de abuso sexual. Decíamos allí: "En las formulaciones de Freud sobre el Edipo queda en primer plano el desborde pulsional de Edipo -el incesto con Yocasta y el parricidio hacia Layo- quedando en segundo plano que Layo había abusado de Crísipo, hijo del rey Pélope. Éste había nombrado a Layo preceptor de Crísipo. Cuando Pélope se entera del abuso, lanza a Layo su anatema: 'Que nunca tengas un hijo y que, si llegas a tenerlo, sea el asesino de su padre y despose a su madre'. La profecía del oráculo hacia Layo 'tu hijo te matará y yacerá con su madre' repite la maldición de Pélope y conduce a Layo a su conducta filicida. El parricidio de Edipo es un efecto del abuso y del filicidio". En esa ocasión también citamos una reflexión de Haydée Fainberg: "No he encontrado ninguna interpretació n psicoanalítica sobre el mito de Edipo que acordase un lugar preeminente al secreto de la genealogía de Edipo. En gran parte, el filicidio ha sido igualmente desatendido por los psicoanalistas y para comenzar por Freud mismo". A las reflexiones de Fainberg agregamos que, como el abuso sexual contra menores también ha sido desatendido en la clínica psicoanalítica con niños, adolescentes y adultos, no se menciona a Layo como abusador ni a la maldición de Pélope como su venganza por el abuso. 

Un relato en primera persona

 

  Por resguardar su identidad, en general no se tiene la ocasión de poder citar textualmente el relato de una sobreviviente hecho en primera persona y confesando su nombre verdadero. En esta ocasión, sin embargo, me animo a hacerlo, en tanto la autora de estas palabras, Virginia Wolf autorizó que fueran publicadas luego que ella muriese: “Recuerdo el contacto de su mano debajo de mis ropas, avanzando firme y decidida cada vez más abajo. Recuerdo que yo esperaba que se detuviese de una vez, que me iba poniendo más tensa, que me retorcía a medida que la mano iba aproximándose a mis partes más íntimas. Pero no se detuvo. Su mano exploró también mis partes más íntimas. Recuerdo que me sentí ofendida, que no me gustó. ¿Cuál es la palabra para un sentimiento tan callado y conflictivo?”

 

  Con estas palabras la talentosa escritora inglesa describe el abuso sexual sufrido cuando tenía seis años. El abusador fue Gerald, su medio hermano, de diecisiete años, es decir once mayor que ella. Víctima de su antigua depresión, Virginia Wolf se suicidó en la primavera inglesa de 1941. Dos meses antes le escribía a otra amiga: “Todavía me estremezco de vergüenza al recordar a mi hermano... explorando mis partes más íntimas”.

 

Abuso sexual y género.

 

  En este punto quisiera relatar dos viñetas clínicas con la finalidad de hacer notar las particulares maneras que, a diferencia de las mujeres, tienen los varones para describir y tramitar en su adultez el abuso que padecieron en la infancia

 

* Alberto, de cuarenta y nueve años, relata: "Mi primera experiencia con un hombre fue de terror. Mi papá, que sospechaba que yo pudiera ser gay, le encomendó a un tipo amigo de él que me hiciera debutar con una mina. Pero debuté con él. Yo tenía catorce años. Él me tenía amenazado: si yo contaba algo él iba a decir que yo era puto". Este párrafo es representativo de cómo los hombres suelen relatar un abuso, disfrazándolo de "debut". Él no debutó con el amigo del padre, sino que fue abusado y en este caso la amenaza consistió en contar acerca de su condición de homosexual. 

 

  También podemos pensar que cuando el padre del protagonista de esta historia lo manda a "debutar con una prostituta", hace lo propio de muchos padres que fuerzan a su hijos, homosexuales o no, a vivir situaciones sexuales traumáticas, como puede llegar a ser, para un púber o un adolescente, cuándo de él no surge la demanda, la "iniciación sexual" con una prostituta.  

 

* Ricardo y su mujer se reprochan mutuamente, una vez más, durante una sesión de terapia de pareja. Mientras, según él, ella siempre se niega a hacer el amor, ella siente, cuando está durmiendo, los acercamientos de él como violaciones. La terapeuta percibe una actitud compulsiva por parte de Ricardo. Cuando, en su terapia individual, él relata este episodio, las asociaciones lo llevan a recordar que, cuando tenía unos nueve o diez años, unos muchachos abusaron de él. No se lo contó a nadie, es la primera vez que lo hace. Años más tarde, en su adolescencia, él quiso repetir esa experiencia con un niño pero perdió la erección. Durante mucho tiempo, ante chicas de su edad o prostitutas, él permanecía impotente, hasta que pudo hacer el amor con una novia que lo quería mucho. Ricardo y su analista acordaron que había sido una suerte para él y para el chico del que intentó abusar que él perdiera la erección, porque sino él hoy sería un abusador, como esos muchachos de los que él fuera víctima. Seguramente algo de esa temprana experiencia se le filtraba con su esposa en sus acercamientos compulsivos nocturnos. Ricardo tuvo una transitoria identificació n con el agresor, como forma seguramente de asegurarse que no había perdido su virilidad. 

 

  Mientras las mujeres, cuando reviven el abuso, se sienten avergonzadas y culpables por creer que con su conducta incitaron al abusador, los hombres abusados lo suelen califican de "debut" o se avergüenzan por creer que perdieron la virilidad, como en el caso de Ricardo. Recordamos en este punto al personaje que Nick Nolte protagoniza en la película El príncipe de las mareas y su humillación al tener que relatarle a una mujer de la que se está enamorando, la experiencia de abuso sufrido en su infancia.

 

  Dice Jean Baranes: "El reconocimiento de la realidad de ciertas violencias es para la psique un anclaje necesario y enteramente indispensable para la eficacia del trabajo del análisis, que no consista en la pura reproducción de la desmentida de la realidad de la que el paciente ya ha sido objeto".

 

Respetar el silencio  

 

¿Por qué los pacientes no quieren hablar de esos temas? Quizás porque, como ya vimos, en su momento hablaron y nadie los escuchó. Quizás porque sienten que ahora es demasiado tarde, que ya aprendieron a convivir con esa experiencia dolorosa tan temprana y que revivirla es como volver a transitar la situación traumática. ¿Se transforma ahora el analista en una especie de abusador de ese psiquismo que se defendió como pudo para poder sobrevivir? ¿Se trata de situaciones tan traumáticas que son, a veces, inelaborables? Como toda herida, el abuso deja una cicatriz, que con sólo rozarla se vuelve otra vez dolorosa. Tal vez, como con los pacientes que sufrieron torturas, sólo debamos trabajar con los síntomas, respetando que necesiten silenciar el hecho traumático. Trabajar con ese síntoma y con los propios límites en cuanto a la posibilidad de conectarse con zonas muy dolorosas de su existencia, es una forma más que tendrá el paciente de poder adueñarse de su vida y de poder animarse a vivir de manera más plena. Además, cuando un paciente que ha sufrido abuso empieza a saberse dueño de sí, aprenderá a protegerse y a proteger a otros -por ejemplo, a sus hijos- de otras posibles situaciones abusivas . 

 

Subjetividad de los abusadores. 

 

¿Por qué el abuso se produce con tanta frecuencia?. ¿Por qué la mayoría de los abusadores son varones?. ¿Por qué la mayoría de las abusadas son niñas? Para dar estas respuestas es insoslayable, como ya dijimos, considerar la perspectiva de género Sabemos que las mujeres y los niños son los oprimidos mientras los varones son los opresores. El abusador usa la sexualidad como un instrumento de poder y de dominio sobre su víctima. Ella, por necesitada e impotente, no tiene otra salida que la de someterse. Igual que el exhibicionista, que el violador y el golpeador, al que comete abuso contra una criatura no lo mueve Eros sino el deseo de poder. 

 

El abusador en general no consulta. Algunos especialistas en el tema afirman que no se rehabilita. Aunque muchas veces no presenta una patología evidente, sin duda la tiene. El DSM IV describe dos cuadros que pueden adecuarse: trastorno antisocial de la personalidad y paidofilia, o lo que propongo denominar ofensa sexual. El hecho de considerar que el abusador está enfermo no debe ser utilizado como un argumento para desculpabilizarlo. En primer lugar, porque él sabe lo que está haciendo. En segundo lugar, porque cada uno es responsable de sí mismo, aún de su enfermedad y de sus síntomas. En tercer lugar porque el abusador es peligroso, en tanto puede repetir el abuso. Él cosifica a su víctima. No la considera un ser humano. Como la criatura abusada no es para él su semejante, no siente empatía hacia ella. Sabemos que frecuentemente ellos también fueron víctimas de abuso.

 

Son adecuadas las para mí muy ricas reflexiones del psicólogo Robert Lifton en relación a la conducta de los médicos nazis que participaron en el Holocausto. Lifton quería comprender cómo estos hombres podían matar y torturar a seres humanos, a través de lo que ellos llamaban "experimentos médicos", cómo podían elegir a quiénes iban a morir o a vivir y cómo podían después irse a sus casas, asistir a misa y jugar con sus hijos. Para explicar esta conducta inconcebible, pensó en el mecanismo del desdoblamiento, defensa disociadora que permitía a los médicos cometer actos atroces y mantener, a la vez, una posición "respetable" en la sociedad. El desdoblamiento fue, dice Lifton, el vehículo psicológico que permitió a los "fáusticos médicos nazis establecer un pacto con su entorno diabólico, entorno que les otorgaba el privilegio psicológico y material de una adaptación privilegiada a cambio de su participación en el Holocausto". Lifton también cree en la responsabilidad. "Somos los únicos responsables morales de los pactos fáusticos que establezcamos, tengan estos lugar de manera consciente o inconsciente" . 

 

Créale otra vez a su neurótica , doctor Freud

 

Créale otra vez a su Neurótica, doctor Freud, que, como dicen Ruth y Henry Kempe, "los niños no inventan historias relativas a actividades sexuales a no ser que hayan sido testigos oculares de las mismas. Y, por supuesto, han sido testigos de los abusos sexuales cometidos contra ellos". Por otra parte, el mismo creador del psicoanálisis decía, a raíz del caso Juanito: "El niño no miente sin razón, y en general, se inclina más que los adultos hacia el amor por la verdad.(...) Liberado de su opresión, comunica a borbotones lo que es su verdad interior".

 . Todos, psicoanalistas, abogados, pediatras, educadores, jueces, la comunidad toda, tendríamos que animarnos a creerle a la Neurótica de Freud. Así tal vez habría menos niños abusados y más sobrevivientes que se animarían a dejar el refugio, cárcel de su neurosis.

 

RESUMEN

 

La autora centra el desarrollo del trabajo en poner de relieve cómo el psicoanálisis, desde sus inicios hasta nuestros días, de manera oscilante se ha enfrentado con el problema del abuso sexual contra menores y lo ha desmentido. Esta desmentida provoca una nueva violencia en los niños víctimas de abuso y en sus sobrevivientes. Violencia que, al ignorar la frecuencia del abuso y las graves consecuencias que en el psiquismo provoca, se suma a la de la familia y la sociedad que no cumplen con la obligación de proteger a la infancia. En el trabajo también se hacen algunas hipótesis acerca de las huellas del abuso en la subjetividad de sus víctimas y sobrevivientes y de los motivos que pueden impulsar a que alguien cometa tal aberrante delito. 

 

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