viernes, 23 de diciembre de 2011

La criminalización de la lucha social


RAÚL SENDIC GARCÍA ESTRADA

La criminalización de la lucha social

El día 7 del presente mes, fueron secuestrados los dirigentes ecologistas de la sierra de Petatlán, Eva Alarcón y Marcial Bautista Valle, un comando armado los bajó del autobús del servicio público en que viajaban.
La violencia se agrava a cada momento y pareciera no detenerse, los cacicazgos regionales emprenden una depredación de los bosques y el desarrollo de acciones criminales que han llevado a la población de la región a vivir un estado de acoso permanente, existe un peligro latente para todo aquel que se oponga a la tala de árboles y la explotación irracional de los recursos forestales.
Vivimos momentos de violencia estructural, criminal, social y represiva que tienen que ver con la pobreza, la marginación, el abuso de poder y la impunidad con que actúan autoridades, delincuencia organizada, caciques y paramilitares.
Las empresas forestales y mineras trasnacionales, están terminando con los bosques, el agua, la biodiversidad, al mismo tiempo que envenenan el medio ambiente, con un impacto ambiental que degrada ecosistemas, causando daños de niveles incalculables.
El 12 de diciembre alrededor de las 12:45 presencié la represión en contra de los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, un conflicto que no debió pasar a mayores terminó con la vida de dos estudiantes de condición humilde, quienes como única alternativa para estudiar y desarrollarse tenían a la escuela normal “Raúl Isidro Burgos”, una de tantas universidades para los campesinos que creara el General Lázaro Cárdenas, cuna de los comandantes rebeldes Lucio Cabañas y Genaro Vázquez.
La policía ministerial estatal y la policía estatal preventiva, asesinaron a dos estudiantes. Nuevamente las armas del gobierno se cubrieron de gloria. Descargas de fusiles AR-15, FAL, G-3, los estruendos de granada de todo tipo la metralla y los gritos de socorro acompañarán a víctimas y testigos por el resto de sus vidas. Los disparos duraron aproximadamente 20 minutos, la confusión fue total. Las víctimas mortales de estos hechos inefables ahora son para el gobierno sospechosos de su propia desgracia.
El ametrallamiento incesante con el tableteo sordo, se combinan con la desfachatez del general Arreola, quien cual protagonista de alguna película se pavoneaba y exhibía durante y después de la masacre, quien se jacta de su acción y la sinvergüenza del director de la Policía Ministerial, Antonio Valenzuela, quien dice que los detenidos parecían normalistas, y por este perfil criminal fueron detenidos turistas, automovilistas y el compañero reportero del periódico Trinchera.
Fui detenido en la acera de la Procuraduría de Justicia del Estado por policías ministeriales, quienes me llevaron a los separos acusado de informar vía teléfono celular de estos hechos a la redacción del periódico La Jornada Guerrero. Vi llegar con resguardo policíaco los cuerpos de dos jóvenes que ahora sé que responden a los nombres de Jorge Alexis Herrera Pino de Atoyac de Alvarez y Gabriel Echeverria de Jesús, originario del municipio de Tixtla.
Al ser ingresado a los separos, me despojaron de mis pertenencias y en un movimiento rápido mis captores cubrieron mi cabeza con mi camisa, fui esposado –lo cual me provocó excoriaciones en mis manos–, hincado y posteriormente tirado boca abajo con los pantalones a los tobillos. Pero tuve la oportunidad de percatarme de la presencia de estudiantes heridos y de otros detenidos.
Los gritos de dolor y desesperación me trajeron a la realidad: no vivía nuevamente los momentos de la guerra sucia. Pude percatarme de manchas de sangre en el piso y en la pared, los policías ministeriales agredían a los detenidos y les preguntaban sus datos generales, la identidad de sus líderes y su filiación política.
En un rincón estaban las pertenencias de los detenidos, ropa y zapatos, algunos cubiertos de sangre. La tortura existe y prevalece en nuestro estado, el sistema de justicia no ha cambiado. Nos encontramos como sociedad frente a un proceso de brutalidad policíaca y criminalización de lucha social, con claras tendencias a la eliminación selectiva de líderes sociales en el marco de una nueva guerra sucia… la pesadilla no termina…
El cese del procurador y de secretario de Seguridad Pública, debe de ser el principio y no el fin de una investigación, el ahora ex procurador en las últimas 24 horas al frente del cargo utilizó su posición para tratar de crear una cortina de humo, de desvirtuar la naturaleza de los hechos, justificar la masacre, sembrar armas y fabricar culpables.
Como en la masacre de Aguas Blancas, la fotografía y el video jugaron un papel importante en la búsqueda de la justicia, hoy las redes sociales, los vídeos en Youtube, sirvieron para difundir las imágenes de la masacre, generando por lo pronto la caída de los represores de los cargos que ostentaban.

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