Se cumplieron ayer 43 años de la desaparición forzada de mi
hermana Hortencia García Zavala y mi cuñado Ramón Cardona Medel. Han sido
muchos años de dolor e incertidumbre, pues sigo sin saber su paradero.
El Estado mexicano, administración tras administración,
continúa sin responder si están presos o murieron después de sufrir tortura, si
fueron ejecutados extrajudicialmente o enterrados en fosas clandestinas.
El 6 de junio de 1978 la criminal Dirección Federal de
Seguridad detuvo a mi hermana y a su esposo en la colonia Maravillas, en Ciudad
Nezahualcóyotl, estado de México; así lo dio a conocer la prensa el día
siguiente.
Desde entonces familiares, organismos defensores de derechos
humanos y colectivos los hemos buscado y exigido su presentación con vida, así
como la consignación de los responsables de cometer estos crímenes de lesa
humanidad. Después de 43 años ningún funcionario público ha respondido.
La práctica de desaparición forzada ejercida por el Estado
durante la llamada guerra sucia dejó a cientos de familias con un dolor
permanente y una incertidumbre de por vida, debido a la desaparición de algún
ser querido.
Es hora de que el gobierno mexicano asuma una postura
respecto de este problema que involucra a todos los órdenes de gobierno y se
investigue realmente a los responsables. No se puede decir que vivimos en una
sociedad democrática mientras no se esclarezcan los crímenes del pasado. ¡Ni
perdón, ni olvido!
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