Gatos
Pardos
Hercilia Castro
Algo
pasa en Guerrero
El día de ayer, fueron
asesinados en pleno centro de Atoyac los líderes campesinos Juan Lucena Ríos y
José Luis Sotelo Martínez dirigentes campesinos de la comunidad El Paraíso.
Los hechos, fueron a las dos
y 20 de la tarde, en la esquina de un parque infantil y una tienda de abarrotes,
a sólo 50 metros de la comandancia municipal. Lucena Ríos (ex regidor por el
PAN) y Sotelo Martínez promovían la creación de una policía rural en El
Paraíso, debido al incremento de secuestros y la violencia que ha azotado esa
zona.
Los dirigentes, tenían programado
presentar la iniciativa en una asamblea este domingo, para que el próximo 20 de
noviembre marcharan con motivo del aniversario de la Revolución.
Uno de los familiares dijo
al diario La Jornada que “se trató de un crimen político, similar al que se
cometió en contra de Luis Olivares y Rocío Mesino, con un asesino solitario.
Incluso había dos policías municipales que se percataron de la presencia del
asesino solitario y no hicieron absolutamente nada”.
“Los narcos te rocían de
balazos, y aquí fue un asesino solitario aparentemente”, dijo.
“Fue un crimen político,
como el de Rocío Mesino y el de Luis Olivares, bien preparado, con gente
pagada, que sabía lo que andaban haciendo hoy en Atoyac. Es un crimen político
que viene desde los grupos de poder en el gobierno, que están fuera de control”,
sostuvo.
A menos de un mes, son cinco
los asesinatos contra líderes sociales en Guerrero que se han cometido sin que
la Procuraduría General de la República o alguna autoridad correspondiente comiencen
una investigación con seriedad ante estos crímenes.
El pasado 19 de octubre, fue
asesinada en Atoyac, Rocío Mesino, líder de la Organización Campesina de la
Sierra del Sur (OCSS) y el 10 de éste mes, asesinaron en su propio domicilio de
Coyuca de Benítez al dirigente de la Organización Popular de Productores de la
Costa Grande (OPPCG) Luis Olivares y su pareja Ana Lilia Gatica.
Cinco asesinatos a plena luz
del sol, cinco crímenes contra luchadores sociales reconocidos por increpar al
estado, cinco familias destrozadas que claman justicia, cinco luchadores que
buscaban la seguridad de sus pueblos.
Cinco crímenes y según las
cuentas ya son 14 los asesinatos, hasta la tarde de ayer sábado, 13.
A la par, el gobierno del
estado encabezado por Ángel Aguirre Rivero no da respuestas concretas de qué
sucede, ni tampoco se le ofrece un clima de seguridad o medidas cautelares a
las familias de los dirigentes asesinados, mucho menos hablar de resarcimiento
de daños.
Se trasluce pues, un clima
que como dice Raymundo Díaz Taboada, coordinador del Colectivo Contra la
Tortura y la Impunidad (CCTI), “aunque no hay terminología jurídica social
sobre tortura social, se habla más bien de represión y terrorismo de Estado, sí
podría decirse en términos coloquiales, pues los asesinatos selectivos de
líderes luchadores, repercuten en el ánimo de la sociedad”.
Guerrero, no se conoce por
ser una entidad donde la prosperidad,
justicia, educación, salud, cultura, seguridad, trabajo, equidad e igualdad
sean prioritarios para sus gobernantes.
Lo mismo pasa en materia de
respeto a los derechos humanos, el cacicazgo de los gobiernos priístas sigue
imperando en la entidad, por ello, no pasa del imaginario colectivo que los
crímenes contra activistas, son parte de una cacería de brujas, en la que el
único delito es salir a protestar.
Tan sólo en 2009, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sentenció al Estado mexicano por la
desaparición forzada de Rosendo Radilla Pacheco, sucedida en 1974, por lo que
se reprobó a México en materia de derechos humanos y se le exhibió ante el
mundo.
Los recientes asesinatos (14
en total), sólo son muestra de la criminalización a la lucha social, de que
Guerrero continua siendo objeto experimental de la llamada Guerra de Baja
Intensidad, donde los guerrerenses fungimos como animales de laboratorio, no
como personas.
A la par, el gobierno
federal sigue sin poner interés en resolver estos crímenes y se tradujera la
complicidad con Aguirre Rivero que desde que tomó el poder, su gobierno se ha
marcado de sangre con el asesinato en 2011 (impune aún) a Alexis Herrera y
Gabriel de Jesús Echeverría, ambos estudiantes de la normal Isidro Burgos de
Ayotzinapa.
Y Guerrero no es más que el
reflejo del caos que impera en el país, la lucha por los poderes entre el narco,
los rancios políticos, los gobernantes que se desentienden de sus obligaciones
con el pueblo.
Un estado donde las demandas sociales no son cumplidas y sin embargo sigue el avasallamiento de las trasnacionales desde las mineras en la región de La Montaña, hasta la intención de imponer la presa de La Parota en Acapulco o la proliferación de licencias a mega proyectos turísticos sin importar la devastación del ecosistema que hagan, todo, en pos de que los actuales gobernantes y funcionarios saquen tajada del daño que hacen a la gente.
Algo pasa en Guerrero, y
alarma en suma que mientras el país está de cabeza en las redes sociales
destaca la muerte por paro respiratorio de una actriz de Televisa.
Algo pasa en Guerrero, que
se sigue en el retraso, la violencia, la impunidad, y la justicia, parece que
no va a llegar a este pueblo, que en su nombre lleva la sentencia.
Algo pasa en Guerrero…

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