Lo
que no se dice, uno no dice
Hercilia
Castro
“Nada
es verdad, nada es mentira, todo es según el cristal con que se mira”…Campoamor
Imagina una costa, frondosa y atiborrada de palmeras
borrachas de sol, el sol te golpea, no puedes con el pero la brisa te hace seguir,
imagina una protesta porque han matado a unos de tus vecinos, imagina lo
inimaginable.
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Un pueblo se levanta en armas y bloquea una carretera, se
llama autodefensa, todos gritan y hacen que se presente el gobierno, el líder al
frente acusa a cárteles de la droga, pero no denuncia a su cártel. El líder
grita, manotea, convoca a ciudadanos, pero no se dice que a muchos los
obligaron a ir a punta de amenazas.
Un líder exige justicia por los atropellos de cuerpos
policiacos, de marinos y el Ejército, lo que no se dice, es que ese líder es
señalado por muchos como el brazo ejecutor de otro cártel igual de sanguinario
en la zona.
Un pueblo convoca a una manifestación, manda correos, la
prensa se presenta, han matado a varios jóvenes, uno era paralítico, denuncia
el pueblo. Lo que no se dice es que había armas, las escondieron, que el
discapacitado quedó así en un enfrentamiento con bandos contrarios, fue
secuestrador. Desde la silla, también, a garrotazos, golpeó a sus últimas víctimas.
Un coronel acusa que hay narcos infiltrados en las
autodefensas, que no son legítimas, alega, lo que no dice es que entre sus
elementos armados, hay intermediarios con la droga, ni que entran a torturar a
pobladores de las comunidades alejadas.
Cientos de ciudadanos denuncian los atropellos de la
autodefensa, se plantan a mitad de la carretera, dos días, hasta que el
gobierno decide dialogar. Lo que no se dice es que el gobierno ha incumplido
los acuerdos totalmente, de nuevo se plantan a bloquear.
Las mujeres organizan, se mueven, dirigen el plantón, lo
que no dicen es que ellas decidieron al vocero, el vocero ya no es activista,
es lo que no se dice.
Un líder señala, lo asume el reportero como aún
integrante de una organización, el reportero ignora que hace casi un año, el
hombre al frente ya no es parte de ese grupo, fue expulsado.
Alguien de prensa lo cuestiona al líder de si no tienen
nexos con los narcos de esa región, el líder lo niega, pero acepta son sus
familiares.
Un bloqueo se desarrolla, todos toman fotos, las
pancartas exigen justicia, la gente denuncia a la autodefensa del pueblo
vecino, lo que no se dice es que el sicario también estuvo apoyando a los
pasajeros atrapados, era quien llevaba a los enfermos.
Un vocero denuncia abusos, pero olvidó hablar de su
compañero activista desaparecido hace tres años en un 14 de septiembre. Nadie, más que su
esposa y familia, gritaron.
Una madre llora en silencio mientras ve la revuelta,
escucha al líder parlotear, manotear, pero piensa, que algún día tendrá oportunidad
y dirá que ese hombre asesinó a su hijo delante de ella.
Unos soldados van
a lo más recóndito de la sierra costeña, buscan un cadáver, (después de cinco
días), lo que no se dice es que no fue uno, fueron más de 14 muertos. Fueron
los soldados y policías a cuidar a los serreños que denuncian sus atropellos.
Unos chicos denuncian que los marinos trataron de
inculparlos, de convertirlos en templarios, que les aplicaron picana con chile
piquín, sal y limón, que los asfixiaron, que fueron torturados y les
preguntaron si conocían gente armada. Lo que no se dice es que en el pueblo,
los narcos son algo común y los militares, saben dónde se encuentran, pero no hacen nada.
Un capo y su cuñado están en la cárcel, los reos les
temen porque saben su ira puede desatarse a la mínima provocación. Lo que no se
dice es que el cuñado le teme más a la esposa celosa que a sus enemigos, y el
capo mayor le tiene miedo a la enojona de su madre, la jefa, de la plaza.
Un pacto se hace para “lograr la paz” entre dos pueblos
azotados por el narcotráfico, uno de los pueblos quiere olvidar a sus muertos
“hay que comenzar de nuevo”. Lo que no se dice es que la esposa que espera a su
hombre desaparecido reclama por justicia. “A mí también me mataron a mi marido,
pero yo quiero la paz, hay que olvidar”, responde necia una comisaria.
Un chico sobrino de un capo muy buscado se encuentra en
un Cereso, se siente orgulloso de ser lo que es “yo soy gente de bien, somos
narcos, pero bien”. Lo que no se dice es que paga miles de pesos con tal de que no lo manden a un penal
de máxima seguridad.
Un priísta es regidor, deja de serlo, y de repente se
vuelve “honorable” jefe de plaza. Lo que no se dice es que todos le hacen la
barba y le piden favores, apoya también a uno que otro movimiento social.
Dos activistas ecologistas desaparecen de repente, se
vuelven mártires ante el mundo, el marketing funciona. Lo que no se dice es que uno de ellos bajaba
proyectos, fue parte del sistema y se murmura por salvar el pellejo hizo
alianzas raras.
Un cacique matón y narcotraficante es detenido por
tráfico de estupefacientes y estar ligado con la muerte de una abogada
activista que defendía campesinos. Lo que no se dice es que, desde la cárcel,
sigue mandando y su hermano ahora es encargado de los “caballeros” en la región.
Una comunidad serrana sigue siendo aislada por defenderse
del narco, el “gobierno verde”, la policía federal y la policía municipal. Lo
que no se dice es que el gobierno mete intermediarios para el control de la
amapola.
Unos halcones llegan a una colonia marginada, se
establecen en una casa de cartón, se esconden. Lo que no se dice es que los
vecinos mueren del terror.
Un notario tiene una linda mansión, una Barbie como
esposa, unos vecinos chic. Lo que no se dice es que catearon su casa en busca
de armas. El notario y la esposa las escondieron, ahora creen la vecina los
delató y la quieren desaparecer. La vecina prefiere huir a aclarar que ella no
fue la soplona.
Lo que no se dice en la Costa Grande.

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