Gatos
Pardos
Hercilia Castro
Calle
miedo
La calle respira
miedo, son las 5:25 de la tarde, la mayoría de los negocios cerrados, las
puertas cerradas, no hay vecinos afuera ni niños gritando o corriendo en la
calle. Se respira miedo. La gente no quiere hablar demasiado, pesan las
injusticias y la corrupción en el puerto pero nadie quiere gritar. Temen el
cacique y el nuevo jefe de la plaza escuche las conversaciones. Otro ejecutado
se halló, vociferan los diarios amarillistas y las fotos del muerto se
difunden.
Los trabajadores del
ayuntamiento acusan a la autoridad, luego se arrepienten y llaman a los medios
para que hagan notas a modo y se desdiga la acusación, nada pasa, nada se dice,
no existe la queja que llevan días sin pagarles la quincena.
La gente se esconde,
se escuda tras el cómo estás vecino, qué tal te ha ido, nadie quiere abarcar
más, nadie quiere marchar totalmente con el #YoSoy132, ni siquiera los chicos
que lo aglutinan, se van, se escabullen, quieren declarar pero siempre en el
anonimato, vives más siendo cobarde que teniendo valor.
Los automóviles pasan en lunes sobre las
calles con aguas pestilentes, no hay quien se queje del mal olor.
Un regidor declara
que hay corrupción, después, lo levantan, no vuelve a declarar más, aprendió la
lección, caller. La plaza de la Libertad de Expresión cuece más desempleados,
algunos llevan meses sin trabajo, otros años, me aseguran que la falta de
trabajo comenzó hace 10 años. Acusan a los policías de maltrato, dicen, que el
narco les paga mejor cuando “les trabajan en sus obras”, hasta para el pasaje y
las comidas les dan aunque sea por pocos días.
El puerto no es la
excepción, tampoco así los pueblos de la Costa Grande, Guerrero o los estados
invadidos por el narco, desolados desde hace seis años, o más. Los sexenios de
la ultraderecha florecieron entre la sangre. (Sigo escribiendo y recuerdo que
debo una nota, no puedo parar).
Hace un año que
escribo notas de narco, de “sucesos aislado” (trato de aislarlos, bloquearlos),
el morbo me asquea, pero la gente come morbo, se regodea con las imágenes aunque
diga qué horror. Todo México es territorio narco. El monstruo parido por la
derecha se agigantó bajo el amor maternal del PAN.
La gente tiene miedo,
pero se ha cansado de las injusticias, lo expresan ya en confianza, en voz baja
para que no escuchen (uno nunca sabe quién puede ser halcón). La gente tiene
miedo y asemejan La Madre, los disidentes esconden su furia tras la camiseta,
pero sonríen al opresor. Que no los miren, no mires mucho, no mires demasiado.
El terror se mete en
los reporteros, algunos temas se vuelven tabú, no quieren escribir sobre el conflicto de Casas
Geo y su gran contaminación, su falta de plantas de tratamiento porque se sabe
que ahí viven los “chicos malos”(yo prefiero decirles narquillos, lo que son,
narcos, para qué demonios negar su oficio), los de la CTM (Caballeros
Templarios Michoacanos).
El gobernador dice en
su última visita que todo está bien con el Operativo Guerrero Seguro, pero
acepta hay inseguridad. A la salida uno de la PF nos pregunta qué se dijo, le
contamos, se asombra y le cambia el rostro, ignoraba que el Guerrero Seguro
venía para la Costa Grande, su rostro muestra miedo.
Las señoras de café
se juntan ahora en las casas de las amigas, han dejado las cafeterías, los
cafés. Hablan del miedo, una cuenta que una ejecución que se viró en la
internet de un chico que desollaba aún vivo a su víctima, es su vecino, no
llega a los 18 años, la señora bien, se quiere cambiar de casa, el miedo le
invade el rostro.
Las mismas historias,
como si fueran una novela de terror cotidiano, pero en diferente lugar, rostro,
casa, camisa, memoria, mujer, zapato.
Los grupos de
marchistas se redujeron en los últimos meses, porque propagaron que los
cárteles no quieren disturbios y “ellos arreglaran los problemas”.
No se dan cuenta que
los han paralizado (no puedo dejar de teclear), los paraliza el Estado con su
terrorismo, su narco terror para que no griten somos oprimidos, ya basta de
abusos, muera el puto gobierno y acepten la opresión como si fuera su propio
Dios, su padre hecho cuerpo señor violencia.
Los escucho hablar,
callo, los escucho, les cuento que en las comunidades están peor, que esto es
nada a comparación del terror que viven las comunidades serranas de la Costa
Grande y la Tierra Caliente donde hay paramilitares y las familias se
dividieron entre el narco y la lucha social, el desplazo de nuestra gente, les
cuento lo poco que vivo, no sé cómo darles valor, ayudarlos, hacerlos enojar,
sacar su ira, su digna rabia. Están paralizados por el terror.
Les cuento de lo que
pasa en otros lugares, algunos me preguntan si es verdad que tomaran Televisa
(en medio del miedo saben quién es el enemigo), si son verdad los díceres no
publicados, lo que hay en la red, les digo que sí, que los jóvenes de la
Capital se están moviendo (me es difícil contener el llanto y dar alegría
aunque no exista), les cuento de las luchas en Tetela, Puebla, de la lucha contra las
mineras, de la CRAC, pareciera todo el valor se junta en la historia ajena de
otros pueblos en lucha.
Lloro. El puerto
agoniza, aunque Aluni el secretario de turismo y los gobernantes digan se
reduce la inseguridad y la violencia (lágrima que sale), no tengo mucho que
decir, la situación se repite en todo el país, en toda América, los países de
ella más permeados con el narcotráfico, pienso en Colombia y su lucha de
sobrevivencia en estos años.
El puerto muere y las
calles no son melancolía, son calle miedo, la ignorancia su arma más letal, que
callemos los ejemplos de valentía, nuestra complicidad. Hay que sacar el instinto
animal, como gato herido, defendiéndose, pienso, no te debes dejar morir, debes
luchar, aunque caigas en ella a manos de un policía estatal.
Pienso, no te
paralices, no te mueras porque el ejército allana tu casa, no cierres los ojos,
no te evadas, pero el hambre y la miseria ganan hasta en las urnas.
Pienso, grita, habla,
redacto. Pienso, no tengas miedo, el miedo y el silencio cómplice su mejor
arma. Grita, no te dejes morir, no mueras México, no te rindas Guerrero, no
agonices, tú, sí, tú él que me lee con miedo.
Grita y destroza la
calle miedo.
El narco, la mejor
invención del Estado para controlar a su pueblo.
Grita y lucha.
“Le tengo rabia al silencio, por lo mucho que perdí, que no se quede
callado, quien quiera vivir”-María Laforet.
Calle miedo by Hercilia Castro Balderas is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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