lunes, 9 de mayo de 2011

“¡Hasta que se te hizo venir a mi pueblo!”

“¡Hasta que se te hizo venir a mi pueblo!”

R. RAMÍREZ Y H. BRISEÑO
Lo esperaron en la cancha de Agua Caliente con una valla de mujeres que resistieron una hora bajo un sol tan intenso como pocas veces se recuerda un calor igual. Cuando llegó, un grito lo recibió:
–¡Ángel Aguirre, hasta que se te hizo venir a mi pueblo, cabrón!
Era el vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a La Parota (Cecop), Marco Antonio Suástegui Muñoz, quien, con una camisa a cuadros azules y negros y sombrero oscuro, salió a abrazar al recién llegado. El gobernador Ángel Aguirre Rivero, primer mandatario en funciones en entrar a la zona en conflicto, también lo abrazó. Vestía una guayabera azul claro, pantalones de mezclilla y mocasines cafés.
Fue el primer momento de una jornada pactada previamente y que se caracterizaría por los acercamientos y las tomas de distancia mutua entre los comuneros y el mandatario. Minutos antes de su llegada, Suástegui advertía ante reporteros que no le darían margen de fijar una postura distinta al rechazo de la presa porque, dijo, “éste (el gobernador) es un zorro”.
Aguirre llegó a los bienes comunales acompañado del arzobispo Carlos Garfias Merlo, y de buena parte de su gabinete; ya estaban ahí el director de Centro de Derechos Humanos La Montaña Tlachinollan, Abel Barrera, y representantes de organizaciones y movimientos diversos que habían ido para atestiguar el encuentro. Desde las 8 de la mañana cinco grandes ollas de pollo y barbacoa esperaban a los comuneros e invitados especiales de diversas organizaciones sociales. Las vendedoras de comida tuvieron que servir platos extras de caldo de gallina. Las pintas a lo largo del camino fueron remarcadas y fueron colocadas grandes mantas que pedían punto final al proyecto hidroeléctrico.
La reunión se planeó en un solar de Agua Caliente, el mismo donde estuvo el subcomandante Marcos del EZLN, y donde se llevó a cabo la asamblea del 12 de agosto de 2008 a la que asistieron los simpatizantes, las autoridades de la Comisión Federal de Electricidad, y en la que los comuneros acordaron el rechazo a la presa. Así se lo recordó a Aguirre el comunero José Venus Hernández Nicanor, quien le pidió sentirse orgulloso de estar en ese lugar “con estos indios guarachudos”, en el mismo donde habían estado también la secretaria general de Amnistía Internacional, Irene Khan y los relatores especiales de la ONU.
Aguirre se veía contento, apapachado de más por los campesinos. Pero de pronto, la voz discordante salía entre la multitud: ¡Fíjate bien, Ángel Aguirre!, y Aguirre buscaba el origen de la voz para mostrarle a su autora, una mujer, su extrañeza. Las pancartas también aludían a la desconfianza: “ni con regalos ni con despensas los dueños de la tierra venderemos el río”, rezaba una, de las varias que había.
En el presidium el gobernador y el arzobispo estuvieron flanqueados por los dos voceros, Felipe Flores y Marco Antonio Suástegui, y a los lados los varios secretarios del gabinete estatal.
Hernández Nicanor hizo un recuento de la lucha y pidió al mandatario definirse en contra de la presa. Es más, dijo, que se ponga la camiseta, y se la dio: una camiseta negra con un círculo rojo y la leyenda “punto final al proyecto hidroeléctrico La Parota”. Aguirre, contra cualquier pronóstico, se movió hacia atrás de una pantalla gigante, se quitó la guayabera y regresó con la camiseta puesta.
Cuando la gente coreaba: “Muera la CFE”, el gobernador repitió la consigna; y con el puño en alto quedó fijado por las cámaras fotográficas.
Pero más tarde –después de una intervención de Felipe Flores Hernández, vocero del Cecop-, Marco Antonio Suástegui también sorprendió con otra petición para Aguirre: que firme, dijo, los Acuerdos de Cacahuatepec, por los cuales él como mandatario se comprometía a no gestionar otra asamblea para aprobar el proyecto hidroeléctrico. Aguirre estaba serio, mientras Suástegui leía el documento. Luego pidió hablar. Diez veces fue interrumpido en su discurso por las consignas del público: “¡Qué firme, que firme!”, “¡No a La Parota!”.
–No me niego a firmar –explicaba el mandatario, y buscaba bromear, pero la gente le respondía.
Incluso declamó un poema para retratar la estrategia fallida implementada para consolidar el proyecto de la CFE.
“Como cuando uno anda enamorando una muchacha. Uno la enamora diciéndole qué bonita estás, qué bonitos ojos tienes. Morena por tu color. Morena porque eres mía, de tu boca de sandía voy a beberme el sabor, que me matan de calor tus ojos de mediodía”.
Pero poco a poco los fue eludiendo. Firmaría, les dijo, pero no en ese momento porque “yo no vine a firmar documentos”, sino hasta que la Secretaría de Gobierno hiciera el análisis jurídico del caso. Luego les aseguró que de todas maneras, aun sin firma, no promovería asambleas pro Parota en la zona. Es más, dijo que se oponía con claridad al proyecto.
En ese momento los campesinos le aplaudieron, y él aprovechó para agradecerles la oportunidad de este diálogo y se despidió. Se fue, así nomás, y se acabó la reunión.

http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2011/05/08/index.php?section=politica&article=003n2pol

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