Se termina extrañando a la persona equivocada,
a la que da sino constante añoranza y nada más. Pero todo lo que
acontece no es más que una serie de decisiones, nada de azar, nada de
presagios ni predestinación; sin accidentes ni destino manifiesto. Nada.
No recuerdo cuando la nada se convirtió en la raíz de todo.
Es a partir de ese todo-vacío me doy cuenta que no tengo preguntas ni interés en respuestas. No quiero saber que sucede sin mí o conmigo; sin contexto las razones no cuentan, devienen en errores disfrazados. Hace poco pensé en esas “orillas de misterio” bajo la circunstancia más bizarra posible y encontré por accidente el frío cuadro de la contemplación. Entendí que era mi sitio adecuado para pasar un tiempo. Lo demás es falso pero es real, imposible negarlo.
Es curioso ver cómo la cotidianeidad ofrece la soma necesaria para adormecer al que viste con piel y huesos; supongo que tal vestuario luce bien en algunos mientras que a otros les incomoda. Pero es un hecho que todos regresan al crisol y la comodidad de la envoltura; debe ser cansado pretender por tanto tiempo lo que no se es. Pero también supongo que eso viene bien a algunos.
—
Una pareja está sentada en las butacas de una sala de cine fría y casi abandonada. Ella solloza mientras la rigidez de su acompañante no hace más que contribuir a la tensión del ambiente. La piel de las manos aparentemente no es suficiente para detener el río de lágrimas de la mujer, supongo que ante tal eventualidad pudieron ser muy convenientes las servilletas recicladas de la barra snacks, también supongo que el tipo debió pensar: ¿quién diablos iba a saber?
-¿Quieres irte? -pregunta el tipo a la mujer.
-No -responde mientras sorbe sus lágrimas o mocos-, no quiero irme.
-¿Te volvió a madrear verdad? -pregunta el tipo mientras furtivamente lleva una palomita a su boca.
Más sollozos. La sala se oscurece, la historia de siempre continúa.
http://morfo.elchahuistle.net/2010/12/05/soma-y-palomitas/
No recuerdo cuando la nada se convirtió en la raíz de todo.
Es a partir de ese todo-vacío me doy cuenta que no tengo preguntas ni interés en respuestas. No quiero saber que sucede sin mí o conmigo; sin contexto las razones no cuentan, devienen en errores disfrazados. Hace poco pensé en esas “orillas de misterio” bajo la circunstancia más bizarra posible y encontré por accidente el frío cuadro de la contemplación. Entendí que era mi sitio adecuado para pasar un tiempo. Lo demás es falso pero es real, imposible negarlo.
Es curioso ver cómo la cotidianeidad ofrece la soma necesaria para adormecer al que viste con piel y huesos; supongo que tal vestuario luce bien en algunos mientras que a otros les incomoda. Pero es un hecho que todos regresan al crisol y la comodidad de la envoltura; debe ser cansado pretender por tanto tiempo lo que no se es. Pero también supongo que eso viene bien a algunos.
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Una pareja está sentada en las butacas de una sala de cine fría y casi abandonada. Ella solloza mientras la rigidez de su acompañante no hace más que contribuir a la tensión del ambiente. La piel de las manos aparentemente no es suficiente para detener el río de lágrimas de la mujer, supongo que ante tal eventualidad pudieron ser muy convenientes las servilletas recicladas de la barra snacks, también supongo que el tipo debió pensar: ¿quién diablos iba a saber?
-¿Quieres irte? -pregunta el tipo a la mujer.
-No -responde mientras sorbe sus lágrimas o mocos-, no quiero irme.
-¿Te volvió a madrear verdad? -pregunta el tipo mientras furtivamente lleva una palomita a su boca.
Más sollozos. La sala se oscurece, la historia de siempre continúa.
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