jueves, 4 de marzo de 2010

Recosol

Alguna noche

Alguna noche -las fogatas eran
de dolor o de júbilo-
la casa te veía desertar.

Te abrías a una vida
distinta, a un mundo
alegre como los ojos de un dios:
voces mayores, fuegos de artificio,
inacabable noche de San Juan
en tu estancia vacía...

El tiempo se agrandaba en los rincones,
se detenía en torno al corazón,
mientras el estruendo proseguía,
lejos, lejos, quién sabe si real.

Después, todo más claro:
los sonidos pequeños, el crujido de un mueble
la lluvia en el desván.

Nueva vida a las cosas, el alba aparecía,
y tú llegabas, amorosamente.

José Agustín Goytisolo


Comienzo esta columna con el corazón puesto en ella, es grito desesperado pero también es canto que se levanta mas allá de mí para irse a posar en las escuchas de quienes la lean. La columna estará encabezada por un poema como homenaje a la columna Memorias del Porvenir que mi padre Don Renato Purafacha (1) realiza día a día incansablemente; columna en que denuncia las atrocidades mas viles del sistema y de los gobiernos que rigen el mundo pero también es espacio donde da alas a la imaginación e historia a sus vivencias en un México que siendo presente recuerda su pasado con ahínco.

Hace tiempo que quería retomar una columna, mi útima experiencia, la Columna Recosol si bien fue de breve duración atrapó varios temas de la actualidad económica y social. Ahora, con nuevos bríos estos escritos se inician como intento por constatar lo que el presente logra acercarme tanto de sí mismo como de sus ancestros, los tiempos pretéritos y también se ocupará de la crianza de sus vástagos futuros en sus diferentes modos y tiempos, entonces a cada cual su tiempo y espacio, aunque por lo que sé éstos tienden a mezclarse para darnos discurso y para someternos a una de las mas duras circunstancias de la vida: la memoria. Ya que memoria es lo que somos y la muerte comienza ahí justamente, en el tiempo en que se nos borran los hechos, entonces, hacer memoria es un intento por atesorar vida y obra. Así pues, hagámos memoria.

I

A Carlos Montemayor, el gran clandestino.

En el documental que hizo la hija de un juez español (encargado de asuntos de estado y crímen organizado y que terminó suicidándose víctima del mismo sistema) afirma palabras más, palabras menos: "hay noticias que generan actualidad y otras historia, mi padre fue uno de los que generaron actualidad sin hacer historia". Así, la mayor parte de la información de nuestros días genera actualidad y poca historia, un suceso tras otro, cada vez mas chocante el uno que el otro, mas mórbido, desde terremotos y tsunamis que devastan pueblos enteros hasta contiendas electorales. Ésas noticias pasan a nuestro lado sin tocarnos y cuando nos tocan morimos, o casi.

Entonces la actualidad está plagada de noticias de impacto. Y viene la preguna obligada: ¿Cuánto de lo que hacemos genera actualidad y cuánto historia? ¿qué tan importante para nosotros puede ser el generar historia?.

II

Tocar y acariciarse

A Myriam Palacios

Virginia Johnson, William Masters y Robert Levin escribieron un libro titulado "El vínculo del placer, relaciones humanas y sexología" en la década del 70 del siglo XX basado en su experiencia dentro de la sociedad norteamericana de aquellos años.

Hablan de la experiencia del niño:

"Los niños han aprendido de los adultos la idea de que el cuerpo humanos es indecente. Estar desnudo es algo que hay que evitar a toda costa. Y si mirar y ser mirado ya es bastante malo, mucho peor es tocar o que a uno lo toquen"

"Es frecuente, sin embargo, que la transmisión del mensaje se haga en silencio. Los padres se constituyen en ejemplos obvios de la prohibición de tocar y acariciar"

Enseguida refieren la experiencia del adolescente cuando desea tocar y acariciar el cuerpo de la joven muchacha:

"...las niñas se convierten en sustitutos paternos; son ellas las que dicen: "No me toques", convirtiéndose así en un eco de sus padres y concediendo tácitamente lo que la sociedad viene manteniendo desde tanto tiempo: que el sexo es en realidad algo sucio, y que tocar significa sexo, de modo que... quietas las manos"

Y aparece el doble código:

"A esta altura, introducido de contrabando, se ha infiltrado en una generación mas el doble código: las niñas esperan que los muchachos sean sexualmente agresivos, y éstos esperan que las niñas se les resistan. De hecho, es común que se crea que algo anda mal si un varón no intenta ser agresivo, y si una niña no se resiste."

Así, afirman:

"...el sexo aparece como una contienda de voluntades, en la que, si el muchacho gana, la chica pierde. En tan curioso juego, la duplicidad se acepta como parte de la diversión, y es frecuente que decir "te amo" demuestre tener una eficacia mágica equivalente a la del "Ábrete Sésamo", las palabras con las que Alí Babá destrababa la puerta de la cueva que guardaba el tesoro escondido"

Y concluyen:

"No es sólo la palabra "amor" la que se desvaloriza, sino también el sentido del tacto"

De esta manera el rompecabezas lógico aparece; las personas se guían por la lógica que han aprendido a lo largo de su vida y especialmente en la edad temprana, es lógico que la persona no pueda tocar, mucho menos acariciar, que no se pueda uno mismo tocar y que el cuerpo del otro sea algo infranqueable solamente vencido por una conquista amorosa, porque la lógica implica que el amor lo vence todo, tira todas las barreras y es tan poderoso que vence hasta las murallas erigidas por la joven mujer por un lado y por otro lado es tan omnipotente que vence los prejuicios internos de la joven dama para dejarse por fin avasallar ante la conquista de los modernos Alí Babás y sus palabras mágicas. Entonces la razón es dada a ambos contendientes, una razón que está basada en la lógica de vida, la mas poderosa de todas, pues es una lógica que se ha vivido, se ha vivenciado y es prueba tangible de que el pensamiento de la persona es el correcto y que ningún otro pensamiento puede serlo.

Las sociedades se dedican a la pudicia como antítesis de la impudicia, y las personas parecieran vivirla mal pero afirman estar en lo correcto en su forma de pensar, entonces lo que debe estar mal no es la persona sino el otro, los otros que no se someten a la lógica de la razón práctica, los que la transgreden impidiendo una buena convivencia y sobre todo, impidiendo al amor realizarse.

Masters y Johnson continúan diciendo:

"El acercamiento físico, que tan limitado había sido ya como manera espontánea de expresar afecto y solidaridad, se ve ahora despojado de todo otro significado que no sea el de provocación sexual. Se convierte en algo utilitario, en un medio específico para alcanzar metas expecíficamente sexuales."

Agregan:

"Las niñas tienden más, por diversas razones, a dejarse tocar y acariciar que a ser ellas quienes lo hagan. Ello resulta en parte del condicionamiento cultural que hace de la pasividad el rol propio de la mujer"

"Al adoptar esta actitud, una jovencita está sometiéndose a presiones de las cuales tiene solamente muy nebulosa idea. Ha crecido en la creencia de que, si una persona le hace algo malo a otra, ha de culpársela de lo que hizo. También le han enseñado a creer que el sexo -"hacer eso"- es malo, y que el varón "se lo hace" a la niña, de lo que naturalmente se sigue que es a él a quien le corresponde llevar la iniciativa. La otra inferencia natural es que, suceda lo que suceda, el culpable es él."

"Semejante evasión de la responsabilidad está, sin embargo, más próxima de la necesidad de autoengañarse que del deseo de evitar la culpa, ya que las niñas saben muy bien que el castigo mas grave por esto es el embarazo, y que a eso deben enfrentarse ellas solas. El juicio del cual realmente desea escapar una muchacha es el suyo propio, ya que, aún si recharzara el estereotipo social según el cual la actividad sexual en una mujer es deshonrosa, la idea está profundamente infiltrada en su conciencia, de modo que, incluso después de haber cambiado sus ideas al respecto, una mujer sigue teniendo que luchar con tenaces sentimientos cuya intensidad, por cierto, depende de sus antecedentes familiares y de su experiencia pasada."

"Es comprensible que muchas muchachas encuentren en tales circunstancias la confirmación de su rol tradicional, que hace de la mujer el catalizador sexual. Para (agradarse a sí mismas y por ende) a un varón le basta con ser bonita y pasiva, y con mostrarse permisiva. De ella no se espera que tome la iniciativa, y tal sería la sensación que tendrían, tanto el muchacho como ella misma, si la joven intentara usar sus manos como él emplea las suyas."

Es entonces que la relación conformada por mujer y hombre se convierte en un oximorón, una contradicción en sus términos -un fuego helado- en que ambos tienen razón, lo curioso es que la misma educación cultural es la que genera dos visiones antagónicas y las pone a combatir entre sí, el hombre por tener el fruto deseado, la mujer por negárselo, él quiere, ella no, lucha de titanes que se enfrascan en medio de una contienda cuyas reglas son establecidas por la cultura del amor y de la sexualidad, reglas que les escapan a su cabal entendimiento y que sin embargo, aceptan como buenas. Es un juego macabro del que sólo puede esperarse desdicha pues gane quien gane ambos pierden, y cuando ambos ganan cada cual en su posición de todas maneras pierden la gran oportunidad de conocer al otro y de conocerse a sí mismos en interacción con la otra persona.

Cuando más joven siempre me conflictuaba este mismo dilema, mis deseos por tocar y acariciar a las muchachas y sus reticencias a participar ya no se diga activa sino pasivamente en el intercurso sexual, ahora mi visión ha cambiado, he reflexionado que no todas las caricias deben ser preámbulo del coito y por otro lado, con el paso del tiempo mis encuentros con mujeres han mejorado en el sentido que la mayoría de ellas acepta su sexualidad como algo natural de sus vidas, así, participan de la unión sexual, lo que aún es raro ver es la mujer que no sólo acepta participar sino que lo hace desde una manera activa y empoderada de su sexualidad, es raro encontrarse con mujeres que se asumen no como objetos o catalizadores sexuales sino como personas capaces de dar caricias y tocamientos y que éstos son a veces sexuales pero otras veces sin ésa connotación, es decir, no todas las caricias son preámbulo ni posludio sexual, sino que son parte del proceso de acercamiento, comprensión y solidaridad humanas. Al igual que lo relatado por Masters y Johnson yo mismo crecí en una familia en que las caricias y los tocamientos eran infrecuentes así como el cuerpo desnudo por ello creo entender el proceso que relatan, por eso es importante que las personas hagamos conciencia de lo que la caricia representa, lo importante del sentido del tacto, y que funciona en dos vías diferentes por un mismo canal: el que toca se acaricia las manos con lo tocado. Después de todo los chimpancés no están tan equivocados, habrá que ver cómo se hacen piojito los unos a los otros. Ampliando lo expuesto por los autores, el ámbito de la caricia debe considerarse como algo que si se quiere puede estar mas allá de la pareja hasta la familia, las amistades y por qué no, hasta con desconocidos como una forma para conocerles, para conocerse uno mismo y para conocer mejor la relación. Lógicamente avísenle primero -que va a toquetearle- sino quiere llevarse un tortazo en medio de la cara.

Orlando Tengri
2 de marzo de 2010

Notas:
(1) Columna Memorias del Porvenir: http://www.donrenat opurafacha. blogspot. com/
Facebook: Don Renato Purafacha

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