domingo, 22 de noviembre de 2009

EDITORIAL de Jornada GUerrero: El cuerpo de Ramiro

El cuerpo de Ramiro 
EDITORIAL

Independientemente de la valoración que pueda hacerse sobre la lucha que como miliciano del ERPI emprendió Omar Guerrero, el comandante Ramiro, y de si pueda considerarse justificada o no, legítima o no, tras confirmarse por la Procuraduría de Justicia del Estado su muerte, el cuerpo debe ser entregado a sus familiares para que le den sepultura, sin necesidad de una petición.

Es de entenderse que la familia se sienta atemorizada y nadie se atreva a reclamar el cadáver, y por eso se debe demandar al gobierno que no intente intimidarlos, ni a ellos ni a los amigos solidarios.

Nicolás Chávez Adame, de la APPG, en una actitud más que valiente, solidaria, ha acordado solicitar los restos del guerrillero victimado y asimismo definir con las organizaciones sociales cuál será el lugar idóneo para sepultarlo.

Las organizaciones adherentes a la APPG están convocando a más líderes y luchadores sociales a reclamar el cuerpo al gobierno estatal y solidarizarse con sus familiares, lo cual da cuenta de que la administración de Zeferino Torreblanca Galindo debe ser respetuosa y garantizar a sus deudos el derecho a la dignidad de los restos.

A la fecha, el ERPI no ha emitido ningún comunicado donde acepte o niegue la información de la Procuraduría, máxime cuando desde hace unas dos semanas empezaron a circular las primeras versiones del atentado contra uno de sus principales líderes.

Primero se dijo que Omar Guerrero había sido detenido, después se habló de un supuesto enfrentamiento como el escenario donde habría sido victimado, y finalmente se conoce ahora como versión oficial que fue asesinado a quemarropa después de una discusión que tuvo con Cayetano Alvarado, El Cuche Blanco, en hechos ocurridos en la comunidad de Palos Grandes, municipio de Ajuchitlán. Tal aseveración, sin embargo, no es más que un intento del gobierno de descalificar al líder del ERPI. Decir que se trató casi de un pleito personal el contexto en el que fue muerto, es insinuar que Ramiro y sus compañeros de armas no tenían ninguna formación política e ideológica, y que a la primera diferencia y hasta con aspavientos terminaron baleándose entre ellos; es, asimismo, deslizar que se trataba de unos improvisados, sin proyecto y sin ninguna visión sobre su levantamiento armado. Situación –por decir lo menos– inaceptable, porque basta leer las entrevistas que el guerrillero dio en varias ocasiones a medios impresos del estado y el país para percatarse de lo contrario.

Sepultar al comandante Ramiro u Omar Guerrero con los rituales que imponen los sepelios y de acuerdo con usos y costumbres religiosos es sagrado, y es ley que su cuerpo debe recibir sepultura de acuerdo con las convicciones religiosas o civiles que hayan alentado su vida.


http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2009/11/22/index.php?section=opinion&article=002a1pol

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