martes, 30 de septiembre de 2008

¿Quién le cree a Luis Walton?

El aspirante por Convergencia a la presidencia municipal de Acapulco se nombra el “candidato del empleo y de la justicia”, pero sobre sus espaldas carga denuncias por desvío de recursos cuando fue coordinador de la recaudación de fondos para los damnificados por el huracán Paulina, y como empresario es acusado de explotador

(SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE)



ACAPULCO, Gro.– El pacto finalmente formalizado y aprobado por el Instituto Electoral del Estado de Guerrero (IEEG) el 24 de julio pasado, para que los partidos Convergencia y del Trabajo contiendan juntos por la presidencia municipal, es la evidencia más contundente de que al candidato de esta coalición, Luis Walton Aburto, no le importa si gana o pierde por tercera ocasión las elecciones mientras sus intereses personales y de grupo (amigos de escuela e incondicionales devotos en los primeros lugares como regidores y diputados plurinominales) estén a salvo.
Aprovechando que el PRD se halla en su peor crisis política en todos sus ámbitos y aspectos, y que más de una corriente interna de ese organismo ha amenazado con otorgarle el voto de castigo a la candidata del también vilipendiado gobernador Zeferino Torreblanca, Gloria María Sierra López, el candidato naranja pudo haber hecho o aceptado las propuestas de alianzas de organismos políticos y civiles que le garantizaran el triunfo o por lo menos le ayudaran a confrontar una batalla digna y férrea con sus adversarios.
Empero, Luis Walton Aburto, como todo miope, avaro y megalómano político, no vio más allá de sus narices y prefirió los 20 spots televisivos que le ofertó el PT a cambio de una candidatura a diputado y una regiduría (que electoralmente hablando representa el 1 por ciento a nivel estatal), a los dos mil votos por distrito en por lo menos siete distritos electorales (14 mil en total) que, también por una representación en el Congreso y el Cabildo, respectivamente, le ofrecía el Movimiento Nuevo Guerrero (MNG).
Y todos “debidamente comprobados y sometidos a escrutinio ante cualquier organismo jurídico o político”, advierte el presidente de este organismo, Miguel Mayrén Domínguez, en charla con este corresponsal y cuatro personas más, quien otra vez mostró su decepción por la forma en que Walton está utilizando a su gente, que está poniendo todo su empeño y hasta dinero por un sueño que jamás verá cristalizado, no porque así lo diga Mayrén Domínguez, sino porque el mismo candidato ha manifestado que, prácticamente, le vale madre si gana o pierde las elecciones, al fin y al cabo sus intereses están a salvo.

PESADILLAS Y FANTASMAS



Para muchos analistas, es la inexperiencia política lo que obliga al candidato de Convergencia a no decidirse a darle la cara a los retos, aun cuando es la tercera vez que es el candidato único del partido naranja a la presidencia municipal.
Sin embargo, para quienes conocen su otra faceta, la del “farsante, simulador, caudillo, sempiterno” y “empresario explotador y avariento”, como Esteban Liborio Jiménez y Eduardo Evaristo Longares, aún militantes perredistas, pero alejados de la política, no dudan en coincidir que es la poca vergüenza que le queda a Luis Walton la que no lo deja afrontar la realidad de ser un candidato digno, honesto, capaz y comprometido.
De hacerlo, tendría que saldar muchas cuentas pendientes con los acapulqueños que tanto anhela gobernar, pero que alguna vez esquilmó, sin importarle el luto y las desgracias que tuvieron que sortear después del 9 de octubre de 1997, cuando el huracán Paulina hizo añicos a Acapulco y dejó más de 400 muertos, 35 mil damnificados y unos 94 mil afectados por los servicios de agua y luz.
Luis Walton Aburto, entonces vicepresidente y coordinador de la recaudación de fondos del Fideicomiso pro Reconstrucción de Acapulco, instaurado el 16 de octubre de ese mismo año para socorrer las necesidades de los afectados, huía de los medios, como lo hace también ahora, para no dar explicaciones con su cantaleta de “ya no hay dinero”, aún cuando las cuentas 53713-6 (para donativos en moneda nacional) y 5356-6 (en moneda extranjera), abiertas en Grupo Financiero Inverlat (sucursal 003 de Acapulco), aún reportaban como intocable el saldo inicial de operaciones de un mil 149 millones de pesos.
“¿Dónde fue a parar tanto dinero?”, se pregunta Liborio Jiménez.
La respuesta, lamentablemente, aún a once años después del paulizano, la tienen Luis Walton Aburto, candidato de Convergencia a la presidencia municipal, y César Bajos Valverde, ex presidente del Fideicomiso Huracán Paulina pro Reconstrucción de Acapulco, y ex director de Comunicación Social de los gobiernos de René Juárez Cisneros y Zeferino Torreblanca Galindo, quien aún lo cobija como secretario particular a pesar de los escándalos de corrupción en que se ha visto envuelto en las áreas de Prensa y Transportes de la administración de su “amigo, no patrón, como René Juárez”, según se jacta.
Una y otra vez, de acuerdo a las oportunidades que se han presentado, tanto Bajos como Walton han advertido que quienes se atrevan a señalarlos de corruptos, que presenten pruebas, no chingaderas, o que se atengan a las consecuencias.
En este rubro, QUEHACER POLÍTICO investigó casi todo lo relacionado a la Asociación Huracán Paulina pro Acapulco, A. C., y el Fideicomiso Huracán Paulina pro Reconstrucción de Acapulco –casi porque la mayoría de la información fue suprimida de todo ámbito donde se hallaba, inclusive en internet–, y este es el saldo:
Con domicilio físico en Sebastián Elcano y Antón de Alaminos s/n, despacho Palazuelos, fraccionamiento Costa Azul (Tels. 81-01-72 y 84-56-10), y apartado postal D-120 con sede en el Centro de Convenciones de Acapulco, fueron instaurados, el 16 de octubre de 1997, a iniciativa de asociaciones civiles altruistas en colaboración con los representantes de los gobiernos federal y estatal de aquella época, tanto la asociación como el fideicomiso que concentrarían toda la ayuda humanitaria (dinero, víveres, medicamentos, ropa, enseres, etcétera) que se recolectara a nivel mundial para socorrer a “nuestros hermanos en desgracia de Acapulco y Puerto Escondido, Oaxaca”, principalmente.
El problema era: En manos de quién dejar estos organismos para evitar la malversación o dispendio de los recursos, ya que era un reclamo general que el Gobierno sacara las manos de la administración de los mismos.
La suerte cayó a favor de César Bajos Valverde, entonces un empresario venido a menos dedicado al giro de las computadoras, y Luis Walton Aburto, cónsul honorario de Austria en Acapulco y empresario gasolinero que se había rasgado las vestiduras para socorrer a sus hermanos en desgracia. ¿Quién iba a imaginar que el huracán Paulina sería la rifa del tigre que daría otro giro a la mala suerte de ambos empresarios?
En poco tiempo, Bajos saturó Acapulco con sucursales de Bajos, S. A. y franquicias de Telcel, y hasta fue y ha sido el principal abastecedor de equipos de cómputo del Gobierno del estado, mientras Walton hacía lo mismo, pero en su ramo.

MALVERSACIÓN DE FONDOS



De este último, pocos pueden refutarle su desabasto económico, sin embargo, no puede deslindársele de la complicidad y malversación de los recursos recabados en el fideicomiso que al final de cuentas tuvo millonarios ingresos, pero que siempre era declarado en bancarrota por estos hombres más honestos de Acapulco que se encargaron de recabar y administrar los donativos mundiales para los damnificados.
Aunque en un principio se negaba insistentemente que no había otras cuentas de depósito para justificar el desbasto económico para más ayuda a los afectados, la verdad salió a flote. Se descubrió que no sólo la cuenta bancaria de Inverlat asentada en la escritura 15632, de la Notaría 17, el 16 de octubre de 1997, era la única contratada para captar la ayuda humanitaria.
Las denuncias comenzaron a aparecer hasta por parte de miembros del mismo consejo de dicho fideicomiso, integrado por José Araujo Aguilar, en calidad de coordinador ejecutivo, y Eduardo Marrón Orozco, Emilio Villarreal Nader, Javier Saldívar Rodríguez, Óscar Meza Celis, Pedro Kuri Yazbek, Vicente Eloarraga Berdegué, Javier Morlet Sutter, Salvador Soto, José Gutiérrez, David Macías y Marcos Estrada.
La lista fue larga, pero a continuación se transcriben las más sonadas por los altos depósitos de todo el mundo que nunca llegaron a su destino: Los damnificados. Es obligatorio aclarar que cada de estas cuentas bancarias tenían únicamente dos firmas autorizadas para retiro y depósito de efectivo; sí, acertó: César Bajos Valverde y Luis Walton Aburto, el “caudillo-cacique” de Convergencia, como lo llama Miguel Mayrén Domínguez.
Los números de cuenta son: 100242-5 (Banca Afirme); 283265, 9145027 (Banamex); 1504620-4, 1008963-8 (Bancomer); 01180016955 (Bancrecer); 090806-6 (Banjército); 710-101675-4 (Banpaís); 0074-0563018-10117713 (BBV); 4004813424, 70000028656 (Bital); 218-15305, 219-9999960 (Confía); 4148079-3, 4143080-7 (Banca Promex); 5250017112-82-239 (Santander); 7800217673 ( Serfin), más otras aperturadas para el mismo fin en Estados Unidos (Magnufacturer Hanover Trust), Francia (Banque National deux Paris), Inglaterra (Commerce London Bank, Lloyd Bank PLC) y Asia (The Bank of Tokyo LTD).
¿Pruebas, no chingaderas?
El 27 de noviembre de 1997, ante los reclamos constantes de ayuda, los mismos organismos altruistas internacionales comenzaron a cuestionar el destino de los aportes internacionales para Acapulco. Fue entonces cuando el Gobierno de Italia hizo pública su ayuda de 300 mil dólares, más medicamentos, vía Departamento de Ayuda Humanitaria de la ONU.
Estas denuncias obligaron también a revelar ese mismo mes de noviembre que en la cuenta 940282 de Banca Serfin (sucursal 70 del DF), de Cruz Roja Mexicana, había depositados ocho millones 117 mil 532.82 pesos, y 935 mil 378 dólares más en cuentas similares de Los Ángeles y Nueva York, todas con la consigna de que estos recursos fueran canalizados de inmediato al Fideicomiso Huracán Paulina pro Reconstrucción de Acapulco.
La respuesta de los administradores de dicho fideicomiso y Cruz Roja Mexicana no se hicieron esperar. Mediante boletines publicitados cínicamente a nivel nacional informaron que dicho dinero había sido utilizado en el Programa Emergente de Saneamiento de Acapulco y para dotar de tres mil techos a damnificados de tres mil techos a damnificados de Cuajinicuilapa y “otras poblaciones”.
Cuando creían que su farsa había sido creída, el entonces alcalde de Cuajinicuilapa, Andrés Manzano Añorve, les devolvió públicamente una bofetada al asegurar que dicho municipio no había sido apoyado ni con botellas de agua ni cobertores, mucho menos con techos para los más de cinco mil afectados contabilizados en esa área.
Y siguieron las bofetadas: Jorge Bajos Valverde, recientemente asesinado cuando fungía como diputado del PAN ya en el régimen de Zeferino Torreblanca, denunció entonces que el dinero del fideicomiso se los estaban robando los administradores (de dicho fideicomiso).
Cuando se percató que su propio hermano presidía dicho organismo, culpó directamente a Walton por ser el responsable de la recaudación y administración de los fondos. Y retó: “Vayan al fideicomiso, allí es donde están pudriéndose los víveres y medicamentos. Es más, en la Bodega de Acopio de la Terminal Martítima está un barco desde hace una semana atracado con decenas de toneladas de víveres, medicamentos, agua, ropa, cobertores, que nadie ha reclamado”.
Era la 1:30 de la madrugada del 18 de marzo de 1998, cuando acompañado de varios reporteros, hizo acto de presencia en la Terminal Marítima para dar pruebas de su denuncia. Y efectivamente, sólo camionetas del Gobierno del estado y Cruz Roja Mexicana entraban y salían para abastecerse de víveres, los cuales, por desgracia, iban a dar a las casas de líderes seccionales del PRI y de algunos regidores, quienes las vendían clandestinamente a misceláneas y particulares mientras cientos de acapulqueños padecían los estragos del hambre y la sed. Pero de Walton y Bajos nadie sabía su paradero.
Comenzaron las enfermedades gastrointestinales y respiratorias, lo que echó por tierra el argumento de Walton y Bajos de que el dinero se estaba utilizando para el Programa Sanitario Emergente de Acapulco.
Cuando el circo de plano quedó al descubierto, nadie más volvió a saber de ellos hasta las elecciones de 2002, cuatro años después de que todo mundo reclamara la ayuda que sólo ellos administraban, junto con el actual gobernador Zeferino Torreblanca, quien fungió también como miembro del Comité de Financiamiento de dicho fideicomiso, cuestión por la cual se entiende que haya y siga encubriendo a su subalterno César Bajos Valverde.
Este delicado asunto sale a colación por el hecho de que uno de los que debieron dar cuentas claras de los fondos en su momento y huyó, Luis Walton Aburto, hoy pretende gobernar Acapulco pensando que el caso Paulina está cerrado, cuando muchos militantes de Convergencia son sólo unos de los muchos o pocos damnificados que después de once años de la tragedia no han recibido ni el pésame ni las disculpas de quienes fueron comisionados para recaudar y administrar la ayuda material y económica de los “hermanos en desgracia”, como llamaran en su momento Bajos y Walton a los damnificados que quedaron con hogares enlutados, sin casas, muebles y un techo donde mitigar las inclemencias del tiempo.
Por esta razón, Esteban Liborio Jiménez y Eduardo Evaristo, autor del libro El gran farsante, con dedicatoria al actual alcalde Félix Salgado Macedonio, hacen un exhorto a los propios militantes de Convergencia y a la población en general que aun siguen esperando la ayuda de los damnificados para que aprovechen la oportunidad y les exijan a este par de “cínicos, ladrones, sinvergüenzas” expliquen públicamente qué hicieron realmente con todo ese dinero del fideicomiso que jamás llegó a manos de sus destinatarios.
Asimismo, estos denunciantes hacen un llamado al gobernador Torreblanca a que “del mismo modo que no tuvo empacho en denunciar penalmente a Manuel Añorve cuando como director de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (CAPAMA) presumiblemente desvió recursos para atender los gastos hospitalarios de su padre, Manuel Añorve López (TAB/I/5204/96) , así se arme de valor y dé una muestra de justiciero para denunciar a su secretario particular, César Bajos Valverde, y a Luis Walton Aburto por la presunta malversación de fondos del Fideicomiso Huracán Paulina pro Reconstrucción de Acapulco, ya que pruebas hay y sobran, y no sólo son especulaciones”, sintetiza Liborio Jiménez.



CAUDILLO, CACIQUE, EXPLOTADOR



En el aspecto empresarial, Luis Walton Aburto no sólo es criticado por sus adversarios por la forma en que se
desenvuelve en los negocios, sino que se ha ganado el repudio absoluto de sus empleados de las estaciones de servicio (gasolineras), a quienes explota y amenaza si se atreven a denunciarlo.
El mismo caso ocurre con la candidata del PRD, Gloria María Sierra López, quien junto con Walton se ha declarado férrea defensora del petróleo, pero no porque ambos sean buenos patriotas o mexicanos comprometidos con las causas justas, sino porque es más fácil hacer negocios turbios con el Gobierno, más si se está en el mismo rollo de la política, y con empresarios que de privatizarse le darían otro giro a las políticas de las franquicias y la venta del diesel y la gasolina, manifiesta la ex empleada María Guadalupe Tenorio , quien fue amenazada por uno de los incondicionales de Walton si denunciaba ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje la explotación y las faltas de garantías laborales en los centros de trabajo de Luis Walton Aburto.
La ex trabajadora señala a este semanario que ella laboraba ocho horas diarias, y en ocasiones, por falta de personal, hasta tres o cuatro horas extra, que nunca le pagaban más que con promesas y hasta acoso sexual por parte de los encargados o gerentes de las estaciones de servicio propiedad de Walton Aburto.
Y no obstante que el candidato naranja se ha proclamado el candidato del empleo y de la justicia, para Guadalupe Tenorio “este explotador va a seguir siendo un farsante, porque tiene que comenzar por hacerle justicia a sus propios trabajadores, lo mismo que la señora Gloria Sierra López, porque en ninguna gasolinera hay, de entrada, contratos colectivos, mucho menos garantías laborales.
“A los trabajadores se nos venden los uniformes, se nos cobran dos pesos para entrar al baño, se nos castiga, se nos cobran pérdidas y se nos amenaza si exigimos ya no incrementos salariales, sino pago por nómina como todo trabajador normal.



Cuando se nos contrata, entramos en calidad de personal de confianza, cuando, según nos hemos informado, el personal de confianza son los gerentes, las secretarias, los vigilantes, los contadores y sus auxiliares, pero no los que despachamos, que deberíamos tener un contrato de trabajo de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo, donde se expone que todos los trabajadores de las estaciones de servicio de Pemex deben contar con todas las garantías estipuladas, es decir, seguridad social, vivienda, prestaciones, vacaciones, reparto de utilidades, herramientas de trabajo, días de descanso semanal y obligatorios, cursos de capacitación”, según el artículo 82, Cláusula III de la Ley Federal del Trabajo vigente.
“Pero con Walton las cosas son al revés, y me imagino que otros empresarios también, como Gloria Sierra (candidata del PRD), Mariano Gutiérrez y José Luis Porras , los meros meros acaparadores de las franquicias de Pemex en el puerto, porque así me lo han manifestado algunas compañeras que trabajan con esos señores, siempre es lo mismo: Explotación, amenazas, ninguna prestación, incentivo, justicia para los trabajadores.
“Yo no sé cómo dice que en su Gobierno va haber empleos y justicia para todos, si a sus trabajadores los tiene muertos de hambre y los trata peor que a esclavos. En lo personal, no estoy ni loca para votar por ese explotador, primero que comience por hacerle justicia a sus empleados, y luego que diga que va a hacer lo mismo con los demás.
“¿Convergencia la diferencia? ¿Y sobre todo con Walton a la cabeza? Sólo los tontos se tragan ese cuento. Walton es un negrero, un oportunista, usurero, que si viviera en los tiempos de la esclavitud sería feliz. ¡Lástima por los que vayan a votar por ese par!”, finaliza la entrevistada en franca alusión a Luis Walton Aburto y a Gloria María Sierra López, a quienes calificó de “farsantes, porque lo primero que buscan es su bienestar personal, y hasta el último el de los demás”.


La guerra es un juego serio en el que uno compromete su reputación, sus tropas y su patria.

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