Quince años de lucha en pos del respeto
Difusión Cencos, México D.F., 5 de enero de 2009
Nota: Cimac
Eugenia Gutiérrez González*
Respeto. Eso han conseguido. Son las mujeres zapatistas, las indígenas
rebeldes que hace quince años, junto con sus compañeros, se alzaron contra una
violencia milenaria que las había enterrado y le gritaron al mundo
“¡vivimos!”.
En aquellos primeros días de la revuelta en Chiapas, en enero de 1994, cuando
el impacto de la irrupción armada nos hizo mirar y escuchar a varios grupos
indígenas que anunciaban el inicio de una rebelión organizada bajo las siglas
del EZLN, pocos sabían de la lucha de esas mujeres. Con el paso del tiempo
entendimos que miles de ellas participaban en ese movimiento que enarbolaba once
demandas básicas: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación,
independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Supimos, entonces, que su
movimiento marcaría el cambio de siglo.
En Chiapas estaba ocurriendo algo que alteraría el contenido de los libros de
historia de México. Las jóvenes valientes no seguían a la tropa sino que le
daban sentido y sustento. De la adelita idolatrada por el sargento se daba un
salto abismal a la ocupación de cargos en la milicia: mujeres tzeltales,
tzotziles, mames, zoques y tojolabales eran capitanas, mayoras, comandantas.
Las zapatistas, además, llevaban años luchando por el reconocimiento de sus
derechos al interior de sus comunidades, y aunque el mundo ignoraba su
existencia, la Ley Revolucionaria de Mujeres tenía meses de haber entrado en
vigor.
Con sus diez apartados, esa ley reivindicaba para las mujeres indígenas el
derecho a participar en su organización de manera voluntaria y decidida, a ser
elegidas para tener cargos comunitarios, a trabajar y recibir un salario justo,
a decidir el número de hijas e hijos que pudieran cuidar, a ejercer la libertad
en el amor y en la vida sexual, a recibir, junto con sus hijas e hijos,
atención primaria en salud y educación, a no ser maltratadas nunca.
OBLIGATORIAMENTE, NUESTRO RESPETO
Transcurrieron los años y nacieron las Juntas de Buen Gobierno y los
Caracoles. Así, en agosto de 2003, las comunidades indígenas en resistencia
arrancaban lo que hoy es un sistema autogestivo e innovador, y donde el
zapatismo armado se va consolidando como vigilante respetuoso de la vida de las
comunidades autónomas que rigen su propio destino civil y pacífico.
En el marco del nacimiento de las Juntas de Buen Gobierno y de los Caracoles
hablaron, como siempre lo hacen, las mujeres en lucha por sus derechos. Con la
transparente contundencia que caracteriza el discurso zapatista, la comandanta
Fidelia lanzó entonces una advertencia que, al paso de los años, han ido
cumpliendo miles de indígenas rebeldes. Aquel 9 de agosto de 2003, Fidelia nos
lo advirtió:
“Nosotras vamos a obligar obligatoriamente nuestro respeto como mujeres que
somos, aun pongan su carita triste. Porque todavía hay muchas partes de México
que nosotras las mujeres somos maltratadas, despreciadas, explotadas y dicen que
no servimos, que no valemos, que no tenemos ningún derecho. Pero hoy este
momento se ha cumplido, que lo vamos a hacer: que por obligación nos tienen que
respetar.”
Al insistir en el respeto a las mujeres como un deber, Fidelia, que hablaba por
muchas, desafiaba por completo las leyes de la mecánica patriarcal, ésas que
mueven motores y estructuras no sólo en México –paraíso de feminicidas y
pederastas– sino en países donde el desprecio a la mitad de sus habitantes es
obligatorio, por decreto, tanto en las leyes humanas como en los preceptos
divinos.
Una vez más, las mujeres zapatistas cuestionaban de raíz los violentos dogmas
de la misoginia tradicional para ofrecer una oportunidad a amigos y a enemigos:
vivir con ética y con justicia, en equilibrio, sin abusar nunca de la fuerza.
“No los estoy regañando, escúchenlo bien, que se llama obligación nuestro
respeto como mujer que somos,” concluía Fidelia.
En ese nuevo contexto de vida comunitaria autogobernada, las mujeres zapatistas
han trabajado tiempo completo en el buen gobierno para ganarse el respeto que
merecen. Al paso de los años hemos visto a esas mujeres abrirse camino en medio
de una presión constante por parte de grupos militares, policíacos y
paramilitares que han cercado sus comunidades día y noche.
Dueñas de una voz propia, nos han hablado de cómo cumplen con sus
responsabilidades, ya sea en su casa, en el Comité Clandestino Revolucionario
Indígena, en el trabajo de bases de apoyo o en sus relaciones
intracomunitarias.
Las hemos conocido por sus discursos o por sus participaciones en eventos
nacionales e internacionales. Pero, sobre todo, las hemos conocido por sus
logros. A diferencia del 1 de enero de 1994, cuando eran invisibles y no tenían
nada, hoy existen para el resto del mundo y tienen trabajo, tierra, techo,
alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia
y un poco de paz.
SALUD PARA NOSOTRAS
En una entrevista realizada este año por un colectivo de mujeres urbanas en el
Caracol de La Garrucha, donde ya está funcionando la nueva Clínica Comandanta
Ramona, las promotoras de salud sexual y reproductiva explicaron con una
sencillez muy compleja los objetivos generales de este proyecto que han echado a
andar: “La salud es colectiva. Sólo si todas y todos tenemos la buena salud,
puede exigir una verdadera salud para el pueblo.”
Hablantes nativas de tzeltal, jóvenes y ancianas promotoras de salud
respondieron en español la pregunta de cómo se tomó esta decisión tan
importante:
“Se ha nombrado las compañeras promotoras y parteras de salud sexual y
reproductiva. Plantea un compromiso. Para empezar es llevar una atención
principalmente a las mujeres, que el compromiso es el trabajo con las mujeres y
también con los hombres y por supuesto con los niños y niñas. Pero lo más
importante es con las mujeres”.
“En el transcurso de estos años, desde que empezamos con el trabajo de salud
sexual y reproductiva, fuimos adaptando, creando una forma distinta que nos
ayudó a ir incorporando diferentes cosas y con diferentes partes centrales como
son la capacitación médica, género, capacitaciones para capacitadora,
servicios y la cosmovisión indígena.”
La incansable lucha por la vida que han dado estas mujeres va rindiendo frutos.
Y el hecho de que ocurra precisamente en México, uno de los países más
violentos del mundo para mujeres, niños y jóvenes, no hace sino brindar
esperanza y ejemplo a los otros feminismos, a los que se cada día se viven
fueran de esas comunidades.
No tienen mesas sobrecargadas de alimentos ni parecen estarlas buscando. Comen
lo suficiente. Falta mucho para que tengan acceso a la tecnología avanzada o a
las vías de comunicación. Pero sus hijas e hijos ya no se mueren de diarrea,
ya no padecen hambre. Han construido sus propias escuelas para formarse ellas y
formar a los que siguen. Nada de lo que tienen les ha sido regalado. Todo lo
consiguieron por sí mismas, con sus compañeros, en comunidad y en lucha. Para
ellas, las celebraciones de Año Nuevo son y serán un acto en memoria de
quienes murieron peleando en enero de 1994.
QUINCE AÑOS Y NUEVO CAPÍTULO DE RESISTENCIA
Quince años después de haberse atrevido a desafiar toda clase de opresiones,
las mujeres zapatistas han visto cumplida una demanda que debiera enarbolar y
alcanzar todo ser humano, ésa que aparentemente no figuraba entre las once
demandas originales pero que, en realidad, las articulaba todas: respeto.
Al obtenerlo a partir de su firmeza, seguridad y confianza, mujeres como
Ramona, Susana, Miriam, Hortensia, Florencia, Everilda, Elena, niña Lupita o
niña Toñita han escrito las primeras páginas de una historia que no podrá
ser eliminada ya de los anaqueles de la resistencia. En estos días, con su
participación en el Festival Internacional de la Digna Rabia en Chiapas,
estarán redactando otro capítulo.
Nuestro planeta arranca un año más de vida envuelto en profundas
tribulaciones. El Medio Oriente se ve sacudido de nuevo por el rencor y la
ambición de poder. En todos los países y en todos los continentes, la comida,
el vestido, los medios de transporte y el acceso a la salud, la educación o la
cultura siguen siendo privilegios que se compran. Todo indica que el único
pronóstico confiable para el 2009 es una profunda crisis económica mundial.
Pero la lucha de las mujeres zapatistas nos recuerda que es posible convivir de
otra manera porque, como ellas lo han demostrado, en este mundo tan lastimado
por el odio, la venganza y la muerte, de vez en cuando se puede contar una
historia extraordinaria.
* Académica de la UNAM, ganadora en 2008 del reconocimiento Rostros de la
discriminación, convocado por el Consejo Nacional contra la Discriminación,
por su trabajo “Una reseña del encuentro de las mujeres. La Comandanta Ramona
y las Zapatistas”. Creó junto con Claudia Ytuarte, Cristina Oehmichen y Aída
Hernández, el Foro Itinerante Mujeres, Violencia e Impunidad: Diálogos entre
la academia y la sociedad civil.
08/EG/GG
México DF, 2 enero 09 (CIMAC)
Información difundida por el Área de Comunicación y Visibilidad de Cencos
http://cencos.org/es/newsletter/confirm/remove/1195a30b4a1559t33
Historias de Casos de Privatización de recursos naturales, Violación a Derechos Humanos, Censura, Guerrillas y Otros... Crónicas de Masacres anunciadas, esa es la historia y el pueblo en marcha siempre...Este es Guerrero en pie de lucha Atte: Hercilia Gato... La relidad segun el GatoNegro
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Muere Dulce María ópez Patoltzin, hermana de normalista de Ayotzinapa, desaparecido en 2014
Muere Dulce María, hermana de uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa, a 10 años de búsqueda implacable Hercilia Castro B Ac...
-
Gatos Pardos Caso Braun o Yuridia en el olvido Por: Hercilia Castro Para hablar del caso Braun, tuvimos que hacer memoria de un...
-
Guerrero, el salvaje Hercilia Castro Balderas T axco de Alarcón, con sus calles empedradas y angostas, sus “burritas” (combis)...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario