domingo, 4 de enero de 2009

Desde hace décadas, las bellezas Sinaloa se han relacionado con los capos de la droga

“Víctima del destino”, en 1990 la reina del carnaval, de apenas 18 años, fue secuestrada por Don Neto
Gustavo Castillo y Javier Valdez (Enviado y corresponsal)
Culiacán, Sinaloa. El caso de Laura Zúñiga, Nuestra Belleza Sinaloa 2008, no es el único en la trayectoria de certámenes similares en que las ganadoras han sido relacionadas con el narcotráfico.
En la lista de hombres del crimen organizado vinculados con bellas mujeres sinaloenses aparecen Francisco Arellano Félix; Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto; Joaquín Guzmán Loera, El Chapo; Manuel Salcido, El Cochiloco, y otros personajes.
En 1958, la joven Kenya Kemmermand Bastidas alcanzó la corona de Señorita Sinaloa, y ocho años más tarde fue hallada muerta en su casa de Casteldaccia, al norte de Sicilia, donde tenía tres años viviendo, luego de haberse casado con Vittorio Giancana, sobrino de un capo de la mafia italiana en Chicago, Estados Unidos.
En 1967, Ana Victoria Santanares ganó el concurso Señorita Sinaloa. Aunque era originaria de la ciudad de Los Mochis, municipio de Ahome, en Culiacán era pública su relación con el capo Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, hoy preso en el penal del Altiplano, antes llamado La Palma, con quien estuvo casada alrededor de cuatro años.
Por delante de la soberana
En 1988, Manuel Salcido, El Cochiloco, presionó a los organizadores del certamen de la Reina del Carnaval de Mazatlán para que favorecieran a Rosa María Zataráin. Sin embargo, el jurado se pronunció por Rebeca Barros de Cima, hija de una familia adinerada en el puerto. El Cochiloco movió entonces a sus pistoleros para obligar a los organizadores del carnaval a que incluyeran a la joven Zataráin en uno de los carros alegóricos, por delante de la soberana.
Arturo Santamaría, investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa y autor de El culto a las reinas de Sinaloa y el poder de la belleza, editado por la Universidad Autónoma de Sinaloa, el Colegio de Bachilleres (Cobach) y la Comisión para el Desarrollo Turístico de Mazatlán (Codetur), narra en uno de los capítulos de este libro que cuando el narcotraficante Francisco Arellano Félix, líder del cártel de Tijuana, vivía en Mazatlán, se robó a la reina del certamen carnavalesco.
En 1990, Rocío del Carmen Lizárraga tenía 17 años, y en febrero de ese año se convirtió en reina del Carnaval de Mazatlán, cuando Francisco Arellano era propietario de la discoteca Frankie’O. El 2 de junio, cuando la joven apenas había cumplido los 18, el capo, entonces considerado prominente empresario, la secuestró.
Días después, en estaciones de radio de Guadalajara, donde también vivía el narco, se anunciaba que la reina del carnaval se había casado con Arellano, aunque la joven estaba comprometida con Óscar Coppel, pariente de los empresarios propietarios de una cadena de tiendas de autoservicio.
El caso fue descrito por Santamaría como “una verdadera perla de la picaresca sinaloense”. Arellano había sido recibido en la casa de la reina cuando fue a presentarlo Julio César Chávez, y la madre de la joven, angustiada y al mismo tiempo resignada, afirmó que “sólo Dios es el indicado, el único que pondrá las cosas en su lugar”; consideraba que tanto Rocío del Carmen como Óscar, su prometido, eran “víctimas del destino”.
El 13 de junio de ese año, en una carta enviada a sus “súbditos”, mediante un “manifiesto real” publicado en un cuarto de plana del diario Noroeste, explicó: “Yo, Rocío del Carmen Lizárraga Lizárraga, reina del Carnaval Internacional de Mazatlán 1990, me encuentro en estos momentos en esta ciudad y puerto de Mazatlán.
“(...) No quiero juzgar ni señalar al hombre que será padre de mis hijos, el que me dio su apellido y del que solamente he recibido atenciones, pues nunca he recibido un maltrato de su parte.
“Acepto, con resignación, el camino que me ha deparado el destino, y si Dios me ha puesto en este camino, debo seguir. Espero que con la bendición de Dios, de mis padres y de todos ustedes que llegaron a apreciarme un poco, logre ser feliz de alguna manera al final de mi camino.”
En su lugar fue nombrada Libia Zulema Farriols, quien había quedado como reina de los Juegos Florales. En mayo de 1993, Francisco Arellano Félix fue apresado y enviado al penal de máxima seguridad de La Palma, y en 2008 fue liberado.
La joven reina del Carnaval de Mazatlán de 1990 ha guardado silencio hasta la fecha.
Otro caso reciente es el de la boda de Joaquín El Chapo Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa, quien en 2007 se casó en el municipio de Canelas, estado de Durango, con la joven Emma Coronel Aispuro, de 18 años, a quien promovió y apoyó para que alcanzara el triunfo en el certamen local para elegir a la reina de la Gran Feria del Café y la Guayaba.
Guzmán, quien en 2000 se fugó del penal de Puente Grande, en Jalisco, financió fiestas y campañas en favor de la joven de 1.70 de estatura, tez blanca y cuerpo delineado, para que alcanzara el reinado. Aunque duró poco, ya que en febrero obtuvo la corona y en julio fue sustituida por haber contraído nupcias con El Chapo.

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