lunes, 3 de noviembre de 2008

Comida, cantos y llantos en el panteón de Las Cruces en Acapulco

Se apoderan ambulantes de la entrada y pasillos del cementerio
Comida, cantos y llantos en el panteón de Las Cruces en Acapulco

CITLAL GILES SANCHEZ

Cientos de familias acudieron este domingo al panteón Las Cruces a visitar a sus muertos, con quienes pasaron un rato de nostalgia, tristeza y otros más de alegría; un tradición que une a las personas entre la música triste del mariachi, el murmullo de los rezos, cantos y risas.

Desde las 6 de la mañana el olor de las flores de cempasúchil, el copal y la comida se entremezclaban entre las más de 10 mil tumbas, algunas ya tan en el olvido están que es imposible siquiera leer el epitafio o el nombre de quien ahí descansa.

De acuerdo con la directora de Panteones, Amor Vielma Lucena, se tiene un estimado más de 150 mil visitantes por los dos días.

Entre las notas del mariachi de Amor eterno, Cruz de olvido, Dos coronas para mi madre, los llantos de algunas personas que se resisten a enterrar los recuerdos contrastan con algunas otras, donde viven una fiesta, donde llevan hasta sus propias grabadoras con música de banda a un volúmen moderado y que entre risas barren, limpian, tiran y colocan flores, mientras otros ya preparan la comida: tortillas, frijoles, arroz y pedazos de carne para prepararse al momento unos tacos, mismos que son acompañados por un refresco bien frío que se antoja tomar bajo un sol que finalmente salió y muy intenso.

Entre las tumbas se observaba a un mar de gente, unas con cubetas llenas de agua, otros con escobas, y otros más que el mero día se dedican a pintar y a restaurar la capilla donde descansan sus difuntos.

Sin duda, hasta en la muerte se aprecian la diferencia de clases: por un lado se observan capillas bien edificadas, tan grandes que hasta departamentos parecen, con vidrios polarizados e incluso paredes de azulejos, pero por otro, están aquellas tumbas a ras de suelo, donde apenas y se asoma una cruz con el nombre del difunto y si corre con suerte, se salva de que la gente pase sobre ella, debido a que está en uno de los pasillos del panteón.

Algunas tumbas por muy modestas, se ven bonitas bien limpias, arregladas con sus flores pero hay otras que por el olvido, sólo tienen en los floreros hojas y flores secas y sólo un número que las distingue de otras.

Sin embargo quienes hicieron su agosto fueron los ambulantes quienes a pesar de que tiene prohibido entrar al panteón, lograron adentrarse y vender desde el chilate, papitas, refrescos, tacos, paletas de hielo, globos, los cuales eran retirados a cada rato por inspectores de Vía Pública, “sin quitarle la mercancía”, destacó uno de ellos.

Afuera del panteón, los dos carriles del circuito vial de Las Cruces fue ocupado como estacionamiento, las filas de autos acomodados uno tras otro hasta cruzar el puente peatonal, mientras que la calles afuera del panteón fueron habilitadas para los comerciantes quienes vendían desde flores, veladoras, tacos, aguas, refrescos y hasta gorras y sombreros para resguardarse del sol.

Los precios de las flores no aumentaron en comparación con el año pasado, se mantuvieron en 10 pesos el ramito de apenas cinco flores de cempasúchil y en 50 pesos la docena de rosas.

Se destinaron 30 agentes de Tránsito para coordinar el área del panteón y 30 más para hacer el relevo por la tarde, según el delegado de la Zapata, Jorge Muñoz.

http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2008/11/03/index.php?section=regiones&article=013n1reg

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