Palabras del Subcomandante
Insurgente Moisés, miércoles 12 de abril de 2017.
Buenas noches, buenas tardes,
buenos días, según adónde nos escuchan.
Hermanos, hermanas, compañeros,
compañeras:
Lo que les voy a platicar no es
lo que creo, sino lo que nos platicaron nuestros bisabuelos y abuelos y bisabuelas
y abuelas.
Platiqué con uno de nuestros
bisabuelos que, él dice, que tiene 140 años. Según yo, mi cálculo, por ahí de
los 125 años. Tiene uno que estar ya muy pegado en el oído, para que te escucha
lo que le preguntas.
Más o menos como veinte y tantos,
entre bisabuelos y bisabuelas, que platiqué con ellos. Les estuvimos
preguntando –porque estaban ahí compañeros del Comité Clandestino también— y,
entonces, resulta que la parte que como estaba diciendo el Sub Galeano, viene
una parte real de lo que nos platicaron ellos y ellas.
Por ejemplo, la teja que le
hacían antes a los finqueros –o sea los dueños de las haciendas, los
hacendados, el patrón como dicen ellos–, tienen por tarea que tienen que entrar
costales de excremento del caballo. Y eso lo secan. Después de haber secado,
los hacen polvo con un garrote de palo, los abollan. Y para eso, entonces, lo
mezclan con el lodo para hacer la teja, para hacer los ladrillos o los adobes
con los que se les construyó su casa a los patrones, los hacendados.
El bisabuelo dice que él se
acuerda, porque es por tarea. Tarea quiere decir que tienen que entregar tantos
costales cada uno de ellos. Lo que hacían es que aun cuando hace ratito había
deshecho el caballo, la tienen que traer, escurriendo el agua en sus espaldas.
La cosa es que es de entregar los costales de tarea que pide el patrón.
Entonces, aprendieron de ahí
también para hacer sus casitas de ellos. Igual los usaron. Le dicen pared de
lodo, bajareque, se le dice. Entonces, igual aprendieron pues ellos, pero es
más chiquito, de doble.
Entonces, lo que les voy a
platicar más es de ahí de donde viene la idea nuestra, como zapatistas que
somos, que vemos y lo estudiamos cómo es que estamos ahora de los que nos
explotan. Entonces, en resumido se los voy a decir porque eso es lo que nos va
a ayudar a entender lo que pasó antes y cómo estamos hoy, y cómo será que
seguirá.
Entonces, dicen nuestros abuelos,
bisabuelos, bisabuelas y abuelas: el patrón es el dueño de las fincas, muchas
fincas, muchas haciendas. Todos los patrones tienen sus caporales, sus
mayordomos y sus capataces. Esos tres, cuatro con el patrón.
Nos cuentan que de las fincas hay
de 15 mil, de 20 mil y de 25 mil hectáreas. Y que hay fincas de diferentes
trabajos. Hay fincas, es un solo trabajo, cafetalera. Y hay fincas que son
cafetalera, ganadería, de maíz, de frijol, de caña… diferentes trabajos pues.
Nos cuentan también su modo de
cómo explotar. Nos cuentan de que hay finqueros, terratenientes o latifundistas
que nunca les pagaron nada. Todo el tiempo de su vida se lo entregaron al
trabajo. Otros nos cuentan que sólo el día domingo se lo daban para ellos;
todos los demás días son para el patrón. Nos cuentan otros que les daban una
semana para el patrón y una semana para ellos. Es una maña, es un truco, porque
–nos cuentan– de que esa semana que supuestamente es para ellos, nuestros
bisabuelos y bisabuelas, nos cuentan de que de lo que cosechan, de lo que
encuentran esa semana (ya sea frijol, maíz, algunos animalitos que van
juntando), a la hora de que venden tienen que darle la mitad al patrón y les
queda pues la otra mitad.
Nos cuentan de que cuando el
patrón quiere ver si está completo su ganado, tienen que ir a traerlo,
acarreando pues los animales y encorralarlos. Nos cuentan de que, entonces, si
falta alguno de sus animales del patrón, tienen que salir a buscarlo los encargados
y tienen que entregarlo vivo o muerto. ¿Cómo pide el patrón, o sea el
terrateniente, de que lo comprueba que está muerto? Tiene que traerle el pedazo
del cuero, para que entonces el patrón se dé cuenta de que sí está muerto ya su
animal. Si no los encuentran, tienen que buscarlos hasta que los encuentran ya
sean vivos o muertos.
Y el patrón, cuando los saca a
vender, entonces los organiza por grupos a los trabajadores, llevando tantas
cabezas de animal. Ya sea de diez, veinte personas, hombres, con tantas cabezas
de animal que tienen que llevar. El patrón los cuenta antes de salir y el
patrón los cuenta al recibir donde quiere que llegue el animal. Cada persona
tiene que entregar completo. Si no lo entrega completo, ellos lo tienen que
pagar o el que está encargado.
Nos cuentan que el corral, cuando
el patrón así lo quiere, es hecho de piedra, el corral. Y si no, es con madera
labrada con hacha. Y dicen que tiene que ser madera de puro corazón. Quiere
decir que es lo más duro de la madera, para que no se pudra luego. Entonces, no
aceptan que sea tierno. El patrón no los recibe.
Nos cuentan también que cuando
saca a vender a los puercos (no el patrón, sino el animal: los cuches, los
marranos pues), igual lo hace como con el ganado. Nada más que ahí sí hay
diferencia, dicen los abuelos y los bisabuelos. Dicen que tienen que llevar la
partida en la noche, porque sienten calor los marranos. Entonces, su lámpara,
su foco, como decimos nosotros, es el ocote. Llevan tercios de ocote para que
sea su lámpara para caminar de noche. Igual, con cantidades de puercos de cada
encargado. Y si es que entonces quieren avanzar de día, tienen que llevar
cargando el agua para mojar a los marranos, o sea, para enfriarlos para que no
sufran el calor.
Nos cuentan que las mujeres, las
abuelas y las bisabuelas nos cuentan de que el patrón tiene su forma de cómo
quiere. Por ejemplo, dicen las abuelas y las bisabuelas que cuando es trabajo
fuerte tienen que ir las mujeres casadas. ¿Cuál es su trabajo? Moler café,
moler sal por bultos. Y entonces nos cuentan que ahí van las mamás con sus
hijos y para moler la sal tiene que ser con el metate de piedra. Y ahí están
los caporales, los mayordomos y los capataces, y la patrona y el patrón. Ahí
llevan su bebé y no dejan que atienda al bebé que está en su espalda llore y
llore y llore, porque está ahí el patrón y ella tiene que sacar su tarea.
Entonces, hasta que al patrón o la patrona se le viene su gana de ir al baño,
es cuando aprovecha la mamá para amamantar a su hijo.
Nos cuentan que el patrón pide de
que se vayan puras muchachas para atender ahí en su casa en la hacienda, para
diferentes trabajos. Pero una de sus mañas del patrón es que escoge a una
muchacha y le dice: “tú, quiero que vayas a tenderme la recámara”, las cobijas.
Y a la hora que entra la muchacha, ahí va también el patrón a violarla. Pero,
entonces, las escoge. Y nos cuentan también que si quiere, las agarra.
Nos cuentan también eso que ya
les dije de que están moliendo el café, de que están moliendo la sal, la paga
que le daba el patrón eran tres pedazos de carne de res, pero de las que están
muertas. Ésa es la paga.
Nos cuentan también que a los
niños también les dan trabajo. Nadie se salva de eso. Le dicen “portero”, pero
no el portero de fútbol sino así le pusieron el nombre pues “portero”. Su
trabajo de esos niños de seis años es moler el nixtamal sin calidra, que es
para los perros, los puercos y los pollos. Terminando eso tienen que cargar
agua, que muchas veces lo hicieron en sus espaldas con un barril, dicen. El
barril es de madera que se le saca, se le hace un hueco, un hoyo, lo perforan
pues. De 18 a veinte litros caben en ese barril. Es lo que tienen que cargar
los niños, para que el patrón lave sus manos, la use para bañarse, para lo que
quiera pues. Terminando eso, se encargan de traer leña. Terminando de traer
leña, se encargan de desgranar el maíz.
Nos cuentan también que los
viejitos, los que ya no pueden trabajar en el campo, las viejitas… nadie se
salva. Los viejitos van a ir a traer una planta que le llamamos “ixchte”.
Entonces, de lo que se encargan los viejitos es de rasparla para que salga el
hilo. Un grupo se encarga de esto, de rasparlo. Y otro grupo de los viejitos se
encarga de hacerlo hilo, en lazo. Y otro grupo de los viejitos se encarga de
hacer las redes. Así está pues en serie el trabajo de los viejitos. ¿Y las
viejitas? Un grupo se encarga de deshilachar el algodón. Y otro grupo se
encarga de hacerlo en hilo y otro grupo se encarga de tejerlo para hacer manta.
Y ese pedazo de manta que es la que después compran nuestros bisabuelos,
nuestras bisabuelas, para taparse. Nos cuentan que la ropa que usaron era nada
más para taparse la parte principal, nada más, no es así como estamos ahora.
Nos cuentan del castigo. El
castigo, tienen de varias maneras. Una es que el patrón desde antes tiene
revuelto el maíz con el frijol. Entonces, el patrón lo que hace es que los
riega ahí en la tierra y te dice que tienes que separar el maíz y el frijol. Sabe
–así nos cuentan— el patrón que no vas a poder. Porque además te da el tiempo.
Y el tiempo que te da el patrón, dice: “yo voy a escupir, en el tiempo que se
seca mi saliva, es el tiempo en que quiero que separes el maíz revuelto con el
frijol”. Pues ¿uno cómo le va a hacer?
Entonces, como uno no puede con
ese tipo de castigo, ahí al lado está preparado el terreno, donde tiene juntado
el patrón piedritas. Ahí en ese lugar es donde uno se va a hincar, porque no
pudiste separar el frijol revuelto con el maíz. Ahí vas a hincarte. Y no tienes
que levantarte hasta el momento en que se le antoja al patrón. Si es que te
levantas, es que no estás aceptando tu castigo. Entonces, si tú aguantas eso,
entonces ahí es donde viene el chicote. Lo voy a decir tal cual como dijeron
los abuelos. Dijeron de que entonces el patrón, cuando se les moría un toro, le
sacaban la verga del toro y la secaban y ésa es la que usan para chicotear a
sus trabajadores. Entonces, a la hora de que estás hincado ahí, viene el patrón
a chicotearte y no tienes que levantarte, porque dicen –nos cuentan— que si te
levantas, te va peor. Y dicen –nos cuentan— que tienes que levantarte por el
dolor del chicote que te están dando y por el dolor de las rodillas que ya no
aguantas y tienes que levantarte.
Y a la hora que te levantas, ahí
están ya los caporales, los mayordomos y los capataces que son los que te
agarran y te amarran las dos manos y los pies a las vigas de la casa hasta que
al patrón se le acaba su gana de chicotear o hasta cuando se dan cuenta de que
–como dicen los abuelos— queda uno mallugado. Eso quiere decir que te quedas
desmayado, inconsciente ya. Entonces, hasta ahí te deja ya el patrón.
Nos cuentan que los trabajos que
se hacen todo es por tarea. No hay nada que no sea por tarea lo que se hace. Y
todo con los caporales, con los mayordomos y con los capataces. Nos cuentan por
ejemplo del cafetal. Cuando es tiempo del corte del café, todos y todas y es
por tarea la cantidad que tienes que entregar. Y los niños que no pueden, no alcanzan
pues las matas del café donde está el grano, su trabajo es levantar todo lo que
está caído. Cuando ya no es tiempo de cosecha del café, vienen los distintos
trabajos: un grupo se encarga de limpiar el cafetal, o sea, el monte; otro
grupo se encarga de lo que le dicen “encajado”, o sea, a cada mata de café
tienen que hacerle un cajón donde le van a poner el abono; otro grupo se
encarga de la limpiada de la mata del café, porque la mata tiene montecitos en
su tallo y entonces tienen que quitarlos todos. Y dicen nuestros abuelos y
bisabuelos –nos cuentan— de que la mano no puede, entonces, lo que hacen es que
queman el olote del maíz, porque sale como su filito a la hora que se quema y
con eso lo tallan, porque pasa el capataz a checar si queda bien. Y si no,
tienes que volver. Y si no, al castigo.
Nos cuentan también que otro
grupo se encarga de podar el café; no deben de estar bejucos ni montes en la
mata del café. Nos cuentan también que hay otro grupo de “desombrada”, le
dicen. O sea que si hay árboles arriba, tienen que quitar la sombra; sólo lo
necesario, como dice el patrón.
Nos cuentan también de que en
todas las fincas que hubo, que hay –porque sigue habiendo todavía— siempre está
ahí la ermita, le dicen. Entonces, a la hora de que se van a su rezo, en esas
sillas y bancas que hay ahí en ella no pueden sentarse nuestros bisabuelos. Si
es que entonces están sentados ahí, los sacan a empujones. Y el sacerdote ahí
lo está mirando; no dice nada. Sólo se sientan ahí los que son patrones o los
que son mestizos. Y si quieren sentarse ellos, es el piso.
En las ciudades –nos cuentan– no
permiten de que van a ir a vender lo poco de lo que tienen nuestros bisabuelos,
nuestras bisabuelas. Nos cuentan de que es porque la ponen fea la ciudad. No
permiten que se vayan en el centro. Entonces lo que hacen los mestizos es que
tapan la orillada de la ciudad. Ahí les quitan todo cuando quieren hacerlo y si
no les pagan lo que ellos quieren.
Nos cuentan los bisabuelos que en
esos tiempos no existe carretera, mas que carreta con caballo. Entonces, cuando
su mujer del patrón quiere ir a la hacienda, a la finca, no usa el caballo con
la carreta, que porque “el animal es animal, no piensa”. Puede sufrir un
accidente su mujer del patrón. Entonces, lo que hacen, igual: un grupo se van a
la ciudad a traer cargando a su mujer del patrón. Pero aparte tienen que traer
mercancía, entonces, se va un grupo y se turnan pues la carga. Y llegando en la
hacienda, en la finca, se le pregunta a la mujer si no le pasó nada. Y aparte
le preguntan a los que fueron de cargadores si es que no hubo algún accidente.
Así para llegar y así para el regreso.
Así un montón de cosas más que
nos contaron. Por ejemplo, ahí nos mostraron el centavo que les pagaban antes.
Nos cuentan que cuando el patrón empezó a querer pagar un poco, que ganaban un
centavo al día. Nos mostraron. Nos dijeron también de que ya no aguantaban los
maltratos que les hacían. Dicen que, entonces, trataron de organizarse, de
buscar tierra a donde ir a vivir. Entonces, los patrones, los terratenientes
llegan a saber de que se escapan de la finca y empiezan a investigar a dónde
fueron. Y nos cuentan los bisabuelos de que entonces son los mismos patrones
que se disfrazan de ser soldados. Ellos van a ir entonces a desalojar, a
destruir, a quemar, pues la casita que están construyendo, donde quieren vivir
los bisabuelos y las bisabuelas.
Nos cuentan que así les pasó. Y
es ahí donde le descubrieron que el patrón –porque uno de los bisabuelos había
pasado en varias fincas ya— estaba disfrazado de soldado. Y nos cuentan de que
les destruyeron las chocitas que tienen y los reunió a los que fueron a hacer
el poblado y les dijeron: “¿quién encabezó esto?” Así dijeron los soldados:
“¿quién encabezó esto? Si ustedes no van a decir quién lo encabezó, todos
ustedes van a tener que ser castigados”. Entonces, ahí fue donde dijeron:
“fulano de tal”, el que encabezó de huirse de la finca, de buscar dónde vivir.
Entonces le dijeron: “vas a pagar 50 pesos”. Y nos cuentan de que para
encontrar 50 pesos –el año les dije porque está diciendo el bisabuelo que tiene
140 años, quiere decir que 140 años atrás de hoy que estamos hablando–,
entonces, nos dicen que para encontrar 50 pesos tiene que ser un año para
encontrar 50 pesos.
Entonces se dieron cuenta de que
está difícil de que alguien quiere encabezar para poder salvarse del
sufrimiento. Pero también nos contaron de que entonces se dieron cuenta de que
está así, entonces, lo que hicieron fue no decir quién fue, sino el grupo.
Volvieron a construir… a buscar otro terreno pues y a construir sus casitas,
pero ahora sí, todos son ellos los que se dirigieron. Nadie más de que alguien
fue quien encabezó. O sea, se pasaron de colectivo. Es así como empezaron a
lograr dónde vivir.
Entonces, ¿por qué estamos
platicando esto? Nosotras, nosotros, las, los zapatistas vemos que hoy estamos
entrando de nuevo en esto. En el capitalismo hoy no existen países. Así lo
vemos. Lo va a convertir en finca al mundo. Los va a hacer en pedazos como de
por sí así está, que decimos que el país México, el país Guatemala –como
decimos–. Pero va a ser un grupo nada más de patrones-gobierno. Todos esos que
dicen que es gobierno de Peña Nieto… Nah, nah… decimos nosotros. No es gobierno
ya. Porque el que manda ya no es el que manda. El que manda son el patrón
capitalista. Esos gobiernos que se dicen: el de Peña Nieto, el de Guatemala,
que el de El Salvador y todo lo demás son capataces. Los mayordomos: los
gobernadores. Los presidentes municipales son los caporales. Todo está al
servicio del capitalismo.
Vemos de que entonces no se
necesita mucho que estudiar de cómo darse cuenta de cómo está. Porque entonces,
por ejemplo, esa ley, esa nueva ley de la estructura, nueva ley estructural que
hicieron ya aquí en México, nosotros no lo creemos que son que lo hicieron los
diputados y los senadores. No lo tragamos nosotros eso. Eso lo dictó el patrón:
el capitalismo. Porque ellos son los que quieren hacer de nuevo, como lo
hicieron sus tatarabuelos de ésos también. Pero ahora sí más peor.
Por eso hablamos en el principio
de eso. Estamos hablando de que, por ejemplo, Absalón Castellanos Domínguez, el
ex general, tenía fincas aquí en Chiapas y tenía finca o tiene finca en Oaxaca.
Estamos hablando de 5 mil, de 10 mil hectáreas. Aquí, el capitalismo ahora, una
finca, cuando el patrón capitalista dice: “voy en mi finca la mexicana, voy en
mi finca la guatemalteca, voy en mi finca la haitiana, voy en mi finca la
costarricense… todos los que son países capitalistas subdesarrollados va a ser
la finca.
Quiere decir que el mundo lo va a
hacer en finca el capitalismo, el patrón, el que quiere gobernar, la que quiere
gobernar, si es que lo vamos a permitir. Y nuestra pregunta de ahí nosotros,
nosotras, zapatistas: ¿por qué ellos –o sea los capitalistas–, por qué ellos sí
cambian de cómo hacer la explotación? ¿Por qué nosotros no cambiamos de cómo
luchar para salvarnos en esto?
Por eso les platiqué qué hicieron
nuestros bisabuelos, a donde venimos los indígenas. Nos dijeron eso de que
entonces fallaron cuando dijeron eso de que “fulano de tal nos dirigió”. Pero
no dejaron. Buscaron una forma de seguir luchando para salir de donde está el
patrón, y dijeron: “nadie nos dirigió”, “todos somos nosotros”.
Entonces, ¿por qué nosotros
ahora? Porque el capitalismo ahora ya no sólo nosotros los que somos indígenas
estamos sufriendo aquí en el mundo. Estamos sufriendo, ahora sí, del campo y de
la ciudad. Es decir, indígenas y no indígenas. Entonces, ¿qué vamos a hacer?
Acá nosotros, las, los zapatistas
que vivimos así pues ¡en la mierda del capitalismo! Que aún estamos luchando,
que seguimos luchando y vamos a seguir luchando… Chiquito como estamos, pero
estamos mostrando de que entonces –como nos enseñaron los bisabuelos— de que sí
hay forma de cómo. Estamos con nuestra chiquita libertad. Falta pues que
liberemos a México. Pero decimos que pues, entonces, ¿cómo nos vamos a liberar
en el mundo?
Pero aquí, en este pedacito de
mundo, en Chiapas, tienen su libertad los compañeros y las compañeras para lo
que se les antoje hacer. Tienen en sus manos todo lo que significa el ser
autónomo, independiente.
Pero, ¿cómo vamos a hacer?, ¿qué
vamos a hacer? Porque ahora vemos eso que estamos diciendo de que el mundo se
va a convertir, quiere convertirlo en su finca el capitalismo.
Entonces, ahí lo ven, ahí lo
piensan, ahí lo analizan. Véanlo en donde viven, en donde están, si no están
ahí en la mierda del capitalismo y qué hacer ahí con eso. Porque eso es lo que
está haciendo el capitalismo ahora.
Y va a seguir su palabra el
Subcomandante Insurgente Galeano.
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