06 de octubre de 2014
A todo Mexico
Ante la violencia del brutal
neoliberalismo que en México se mantiene mediante el narcogobierno, hoy, más
que nunca, necesitamos responder con todas las formas de lucha, violentas y
pacíficas, legales e ilegales.
Después de Tlatlaya e Iguala, el
coro televisivo a dúo con los partidos intenta convencernos de que son casos de
corrupción aislados. Unos soldados desobedientes, un presidente municipal y sus
policías coptados por el narco. Nada que no se pueda arreglar con una comisión
investigadora o, mejor aún, con un comité anticorrupción.
No es así. Esta barbarie que
vivimos es precisamente la que necesitan los saqueadores multimillonarios para
seguir manteniendo el control. Ya se veía venir desde Aguas Blancas, El Charco
y Atenco, siguieron los asesinatos, encarcelamientos o coptación de diferentes
luchadores sociales, dirigentes de autodefensas y periodistas; Regina Martínez,
René Cardona entre tantos. Los asesinatos masivos de migrantes; la cotidiana
trata de personas tanto para la explotación sexual como para el neo esclavismo.
Luego Tlatlaya ordenado y
encubierto desde arriba y que apenas es un asomo del actuar del ejército y
marina, instituciones que hoy están en la ilegalidad porque no resguardan la
seguridad nacional, como es el mandato constitucional, sino que sirven a los
intereses de las grandes empresas, principalmente de las mineras y del
narcotráfico. Michoacán es un ejemplo.
Hoy el asesinato de los
estudiantes de Ayotzinapa que se parece mucho a Tlatelolco, en medio de un
discurso oficial conciliador, la masacre, como advertencia y escarmiento que
intenta frenar la inconformidad de los de abajo.
Y claro, se culpará al crimen
organizado, posiblemente encarcelarán a un Chucky, hasta podrían sacrificar al
camaleónico gobernador Aguirre para simular que el crimen organizado actuó por
la libre. La detención del último de los Beltrán Leyva como respuesta inmediata
después de los asesinatos y desaparición de estudiantes nos muestra que el
gobierno ya sabía dónde localizarlo y lo agarró en el momento en que les
estorbó, cuando ya no les sirvió para mantener el control del estado de
Guerrero. Y si, los sicarios son los asesinos materiales, pero el crimen es de
Estado.
Hay otra violencia que
legalizaron con las reformas. Ahora el despojo es legal y tienen prioridad las
empresas petroleras, mineras, eléctricas, envasadoras de agua.
Esa fórmula de someter los
intereses del pueblo mexicano a los de las compañías extranjeras prometiéndonos
un México moderno y utilizando el pistolerismo para matar a los inconformes ya
se vivió en el porfiriato.
Un ejemplo de esa violencia
intrínseca al modelo neoliberal exportador de materias primas, mano de obra
barata y cumplido pagador de los intereses de la deuda externa es la
cancelación del proyecto de construir una petroquímica en Hidalgo para seguir
comprando los derivados del petróleo a las empresas estadunidenses. Se nos
viola el derecho constitucional al empleo, al salario digno. Se nos condena al
desempleo, la migración o el sub empleo.
¿Pero cómo hemos llegado a esto?
Ha sido un proceso que combina la represión con el lavado de cerebro que a
través de la televisión nos hacen diariamente y a eso se agregan las limosnas
como Oportunidades y las tarjetas de Monex y Soriana que compran el conformismo
de una parte del pueblo.
Se ha criminalizado la protesta
social. Hacer pintas es ahora violencia, manifestarse, tomar casetas o cerrar
calles es terrorismo y se vocifera contra quienes protestan pero se calla ante
el robo, el saqueo y los crímenes del narco gobierno.
Otra forma, revitalizada por la
administración peñanietista es infiltrar los movimientos populares, coptar a
algunos dirigentes en el intento por domesticar la protesta y asesinar o
encarcelar a los no coptables. Ejemplos: las autodefensas y el movimiento
estudiantil del politécnico nacional.
Los partidos políticos se prestan
al teatro de la supuesta democracia donde las siglas pueden cambiar mientras se
mantenga la sumisión a los intereses corporativos.
Una verdadera democracia popular
se construye desde abajo, con el pueblo y desde luego implica cambiar el modelo
económico saqueador para priorizar el desarrollo de la industria y agricultura
nacional, la economía auto sustentable, la conservación del ecosistema, la
creación de empleos, la investigación científica.
Por eso, hoy más que nunca
necesitamos responder con todas las formas de lucha, violentas y pacíficas,
legales o fuera de esta legalidad sin ética que intentan imponernos los de
arriba. Al fin que ellos son los primeros en violar la legalidad, en utilizar
los métodos mafiosos para enriquecerse y saquearnos aún más.
Que nuestro dolor, nuestra rabia
e indignación se transformen en aliento para organizarnos porque solamente así
podremos quitar del poder a la mafia neoliberal.
Desde el México de abajo hoy
unimos nuestra voz y nuestro esfuerzo al de millones de mexicanos que ya nos
cansamos de este sistema explotador y de la política delincuencial que hoy está
en el poder. ¡Basta ya!
Milicias Populares ¡Basta ya!
Estado de Guerrero, Mexico.
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