domingo, 6 de junio de 2010

El gobierno no logró desvirtuar fama de Lucio Cabañas: Teresa Martínez

La compañera del guerrillero narra algunas episodios
El gobierno no logró desvirtuar fama de Lucio Cabañas: Teresa Martínez

RODOLFO VALADEZ ( Corresponsal)

Atoyac, 5 de junio. “Aunque el gobierno federal trató de desvirtuar su imagen ante la sociedad, en realidad, la figura del profesor Lucio Cabañas dista mucho de lo que se dijo cuando encabezó la guerrilla en el estado”, afirmó Teresa Martínez Ortega, compañera del guerrillero a su paso como maestro por la escuela primaria Modesto Alarcón, en Atoyac.

Contó que cuando llegó al plantel, en 1965, él ya estaba dando clases, y un año más tarde, las autoridades educativas del estado de aquel tiempo, intentaron cambiarlo a otra escuela en Durango, lo que originó que junto con el maestro Serafín Núñez Ramos se ausentaran del municipio, “fue entonces que los que trabajábamos con él y los padres de familia de la escuela, gestionamos para que los regresaran a este plantel, porque considerábamos que fue un movimiento injusto”.

Agregó: “Lucio (Cabañas) y Serafín (Núñez) fueron reprimidos por el gobierno mediante el sector Educativo federal, porque los dos siempre se inclinaron por defender las injusticias de las que eran presa los campesinos de la región. Constantemente estaban al pendiente de lo que acontecía con los más pobres en los municipios de la Costa Grande”.

Durante una visita al zócalo de Atoyac, donde se encuentra la estatua del líder del Partido de los Pobres (PDP), la profesora de casi 60 años recordó que gracias a las peticiones de los miembros de la escuela los regresaron a su tierra natal y fue en marzo de 1967, “cuando el profesor Alberto Martínez de la primaria Juan Álvarez, le pidió que interviniera para pedir la destitución de la directora de ese mismo plantel por todas las arbitrariedades que pretendía cometer con los estudiantes, a cuyos padres les exigía una cantidad de dinero por asistir a clases”.

Y fue entonces –dijo–, cuando el 18 de mayo de ese mismo año, que durante una concentración de protesta en la plaza cívica, encabezada por él, respaldando las protestas de los inconformes, se dio la matanza de cinco padres de familia por parte de los elementos de la entonces Policía Judicial del estado, “y lo que originó que mi compañero decidiera tomar las armas e iniciar su guerrilla contra el gobierno federal, con todas las consecuencias que esto contrajo”.

Sin embargo, como docente, fue muy entregado a la enseñanza, jamás fue represivo y siempre fue dedicado a la niñez, “recuerdo que siempre le asignaron los grupos de los primeros niveles, precisamente, para que no fuera portavoz de su ideología de lucha en los alumnos de sexto o quinto año”.

A mi llegada a la Modesto Alarcón, cambiamos los grupos que nos fueron encomendados; a él le tocó el sexto año y yo el primero, “era muy buen compañero, incluso logró que a mí me dieran de comer a crédito en un establecimiento cercano al plantel, donde les pagaba una vez que recibía mi sueldo”.

Gracias a su ideología, logró democratizar a cada uno de los que formábamos parte de la planta de docentes, todos nos veíamos de la misma forma, no había jerarquías, incluso los mismos trabajadores con los directivos nos tratábamos al mismo nivel, “por lo menos, eso sucedió en el corto tiempo que estuve con él, un luchador muy humano”, resumió.

–¿Fue cierto lo que se decía de que Lucio Cabañas intentaba influir con sus ideas revolucionarias a los estudiantes?

–No es así, mi compañero tuvo la virtud de orientar a los menores a conocer la verdad, que en aquel tiempo era algo que no se indicaba en los libros oficiales, y de esa manera, los jóvenes al crecer se iban dando cuenta de la realidad actual de esa época, al tiempo de que se formaban como personas criticas.

–Eso quiere decir que dejó huella con sus enseñanzas

–Así fue, incluso muchos de sus discípulos continuaron en los movimientos sociales de protesta, exigiendo justicia al gobierno, que fue muy represivo, e igual condiciones de vida para todos. No fue algo que se intentara enseñar en las aulas al igual que una materia, tanto él como Alberto (Martínez), mostraban la realidad social, y los alumnos por sí solos formaron su criterio. Esa es la esencia de la escuela pública, darle la verdad a los educandos, para que al tener un mejor uso de conciencia se den cuenta de la realidad que vive la sociedad en nuestro país.

http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2010/06/06/index.php?section=sociedad&article=008n1soc

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