domingo, 13 de diciembre de 2009

Narcoparamilitares vs. guerrilla


ESQUIRLA- MIilenio Semanal Dom, 17/05/2009 - 06:32 — Osorno

Entre las míticas reseñas que se hacen de sus escapes de aparatosos operativos militares, la presencia del Comandante Ramiro —como es llamado Omar Guerrero Solís dentro de la estructura clandestina del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI)— es cada vez más real por las tierras de Guerrero. Tan real como la influencia que provoca el mito de Lucio Cabañas en una región donde hay hombres que se arman soñando una revolución que acabe con la pobreza de sus pueblos. Pobreza de primeros lugares en casi todos los índices de marginación del país.

A finales de 2007 contamos en MILENIO Semanal la historia de este guerrillero, que se fugó el 28 de noviembre de 2002 de la cárcel de Acapulco luego de excavar un túnel junto con otros reos. Al mando de una columna estimada en 50 hombres armados, Ramiro es hoy considerado por las procuradurías de Guerrero, Morelos y Estado de México como “el delincuente más buscado del centro del país”. Tras el citado reportaje, Ramiro envió un mensaje donde se asumía como un miembro más del ERPI, sin pretender ningún protagonismo, y aseguraba que entre los enemigos del grupo guerrillero había que incluir al narco, trenzado en una alianza con el Ejército para traficar droga y tratar de aniquilar a la guerrilla.

Meses después, algunos hechos parecieron darle la razón a las acusaciones de Ramiro: Rogaciano Alba, sempiterno líder de la Unión Ganadera de Guerrero pasó a la clandestinidad, luego de que 20 de sus allegados, entre ellos algunos familiares, fueran ejecutados en una matanza sin precedentes en Iguala y Petatlán. Días después, la Procuraduría General de la República (PGR) filtró expedientes en los cuales se vinculaba a Rogaciano con el narcotráfico. Ya en la clandestinidad, Rogaciano formó un grupo llamado Ejército de Liberación del Pueblo, el cual ha reivindicado algunas ejecuciones al colocar mantas donde dice apoyar al Ejército en la limpia de narcotraficantes. Este narcoparalimitarismo surgido en Guerrero tiene como finalidad acabar con el grupo del narco rival y devolver el “viejo orden”, pero también, de paso, acabar con las expresiones de descontento social como el ERPI y otras más que operan en la zona.

Hace unos días el Comandante Ramiro envió nuevos mensajes desde algún lugar de Guerrero, donde alertó de enfrentamientos sucedidos entre la guerrilla y el narcoparamilitarismo. “Zeferino Torreblanca, El Chapo Guzmán y Rogaciano Alba son los principales responsables de la violencia en gran parte del estado. Los narcos participan en las reuniones que lleva a cabo el Ejército y el gobierno del estado, golpean a un cártel y protegen a otro; pero en esencia son iguales, porque asesinan, secuestran y torturan”.

Eric Hobsbawm, en su libro Bandidos, explica que el bandolerismo social es un fenómeno universal que se da en sociedades agrícolas compuestas de campesinos y trabajadores sin tierra oprimidos y explotados. Para Hobsbawm, una epidemia de bandolerismo representa algo más que hombres tomando por la fuerza de las armas lo que necesitan antes de morir de inanición: puede reflejar la distorsión de toda una sociedad, la aparición de estructuras y clases sociales nuevas o la resistencia de comunidades o pueblos enteros frente a la destrucción de su forma tradicional de vida.

Algo así sucede en Guerrero y un día de estos nos va a estallar en la cara.

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