La fundación de la Preparatoria 22 de Atoyac durante la guerra sucia de Guerrero
En 1976 inició la historia de la preparatoria número 22. Cuando trabajadores de la Universidad Autónoma de Guerrero, entre ellos Justino García Téllez y Celestino Fierro anduvieron voceando y organizando reuniones para lograr la fundación de la preparatoria. Lo cual coincidió con una generación de adultos que concluían la secundaria y que tenían todas las ganas de seguir estudiando.
No fue tarea sencilla fundar la preparatoria en un Atoyac militarizado. Estaba reciente lo de la guerrilla de Genaro Vázquez y más aún (en 1974), la muerte de Lucio Cabañas. Fue complicado conseguir firmas, convencer a padres de familia, vencer la desconfianza de la gente que padecía en carne viva la desaparición de sus familiares y los problemas políticos. Son destacables el entusiasmo de los primeros alumnos, de los maestros y de los directores iniciales: Celso Villa García y Aurelio Ponce Díaz.
Sin duda fue una decisión arriesgada para el primer director, Celso Villa García, renunciar a un trabajo seguro y dejar de percibir salario. No era fácil convencer a los maestros que vinieran desde Chilpancingo a dar clases a Atoyac; pero era grande el entusiasmo de los primeros alumnos y de los padres de familia, y por medio de boteos, rifas, bailes, cooperaciones individuales, se perseveró hasta obtener el reconocimiento como dependiente de la UAG por el Consejo Universitario, el día 6 de octubre de 1976, al mismo tiempo que las preparatorias de San Jerónimo, San Marcos y Buenavista de Cuéllar.
Tuvo que soportarse la vigilancia militar y policiaca en las reuniones de padres de familia y en las mismas aulas a donde acudían militares con pistola en mano; sin embargo, el esfuerzo de los maestros llegó a ser gratificado, más tarde, con el reconocimiento del alto nivel académico de los egresados.
Atoyac aparte de su preparatoria, obtuvo, a finales de los años setentas y principio de los ochentas, servicios médicos, su bufete jurídico, donde se asesoraba gratuitamente a las personas de escasos recursos; la casa de la cultura, coordinada por el profesor Juan Abarca, donde había talleres de música, de danza y de pintura. El grupo de danza dirigido por Los Lobos: Alfonso y Armando García Parra llegó a ser ampliamente reconocido en la Costa Grande, y quién la haya visto, no podría olvidar su vistosa danza de los machetes. Al taller de pintura podía acudir la gente de la población y son muchos los hogares que, todavía, exhiben los cuadros con la técnica de marquetería enseñada por el pintor taxqueño Juan Meza Fitz. Los alumnos foráneos residían en las casas de estudiante (aunque no perduraron hubo una para mujeres y otra para hombres). En el comedor universitario, bien atendido por doña Carmen Torres Valente, Hermila Olayo Gómez y Paula Nogueda Otero, se podía comer sabroso a un precio accesible.
La preparatoria es considerada por José Enrique González Ruiz “un bastión muy importante en la lucha por los desaparecidos. Lo habían vivido, no era un asunto extraño, lo asumieron y lo tomaron como parte de su cotidianidad. No es casual que ahí se hayan dado grandes marchas del frente contra la represión y se mantenga como símbolo de la resistencia, de la tenacidad frente a la represión. Por ese tiempo, yo era abogado de la universidad, director de asuntos jurídicos y luego rector”.
Para José Enrique González Ruiz, “a raíz del movimiento de Lucio Cabañas y del secuestro de Figueroa, la represión se intensificó. Sigue habiendo desaparecidos de la Sierra, del Bajo, pero también estudiantes universitarios. En 1978 se llevaron a Carlos Díaz Frías, estudiante de derecho a punto de egresar, a Luis Armando Cabañas Dimas, alumno de filosofía y letras.
Llegué en 1977 a Atoyac, yo militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Como en el 80, llegaron los Cañedo, se integraron Roberto, Carmen y Carlos Quevedo. Para entonces Rosario Ibarra había comenzado a organizar la lucha por los desaparecidos, a raíz de de la desaparición de su hijo que militaba en la liga 23 de septiembre. Conformamos el Frente Estatal contra la Represión. Comenzamos a recorrer pueblo por pueblo, toda la sierra y los pueblos del bajo, hasta Coyuca para investigar”.
En tanto, José Teodoro Hernández afirma: “Yo fui a algunas de las reuniones organizadas por doña Rosario Ibarra y el Frente Nacional contra la Represión que se hicieron en la prepa, porque yo dije que cuando me apresaron había visto a muchos compañeros con vida, o que otros amigos me habían contado, a quiénes habían visto। Entonces muchas madres de familia de Atoyac me llevaron fotos de sus hijos desaparecidos para preguntarme por ellos. Eso fue muy conmovedor y muy triste, porque yo a muchos no los había visto y ellas tenían esa esperanza”.
http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2009/10/20/index.php?section=opinion&article=006a1pol
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