sábado, 27 de septiembre de 2008

Represión y violencia, el legado de Ruiz Massieu, reprochan perredistas


Represión y violencia, el legado de Ruiz Massieu, reprochan perredistas

LAURA REYES MACIEL ( )
Desalojos violentos y un freno directo y armado a la lucha social emprendida por el PRD, es lo que destaca del sexenio de José Francisco Ruiz Massieu. A 14 años de su asesinato, quien mantuvo una relación de poder y amistad con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, es recordado por los perredistas como el gobernador más perverso, por encima incluso de Rubén Figueroa, pues buscó por todos los medios “exterminarlos” como fuerza política.

“Fue un político represivo, sin principios democráticos que no merece ser reconocido”, sostiene Eloy Cisneros Guillén, ex diputado local y líder perredista, quien, como muchos más, vivió la afrenta directa del gobierno de ese entonces.

Fue testigo de dos de los muchos desalojos a militantes del PRD, que dejaron como saldo muertos, desaparecidos y a cientos de ellos severamente lesionados, hechos que también recordó el dirigente municipal del PRD, Martín Hernández González, quien en ese tiempo era un militante más de la lucha que arrancaron desde 1988.

Cisneros Guillén acusa directamente al ex gobernador, asesinado en 1994, de pretender que su partido no figurara en Guerrero, lo que fue confirmado por el diputado federal, Cuauhtémoc Sandoval Ramírez en su escrito Guerrero en la transición: “Hacia el PRD, Ruiz Massieu tuvo un odio enfermizo”, relata.

La acción más directa en contra del perredismo, recuerda Cisneros Guillén, fue el “más cínico y descarado” fraude en la historia del estado, arrebatándoles el triunfo en al menos 30 ayuntamientos en la elección del 3 de diciembre de 1989.

“El fraude lo redujo a un número insignificante. Cuando luchamos por ese fraude y por el derecho a defender nuestro voto nos encontramos una represión sanguinaria por parte del gobierno de Ruiz Massieu”, reprocha el ex diputado local por el PRD.

Los enfrentamientos

Uno de los enfrentamientos más violentos fue el del 27 de febrero de 1990, cuando un grupo de militantes del PRD preparaban su marcha hacia el aeropuerto de Acapulco para hacer público su rechazo al fraude electoral, que habían sufrido apenas dos meses atrás.

Hernández González recuerda que aunque habían notificado al gobierno municipal de esa movilización, que en ese entonces era encabezado por el ex gobernador René Juárez Cisneros, y como secretario general estaba, el ahora perredista y ex alcalde porteño, Alberto López Rosas, sólo pudieron marchar unos cuantos metros, pues fueron dispersados a balazos y piedras justo cuando pasaban por el poblado de La Poza.

El resultado de ese operativo policiaco, que fue encabezado por efectivos de la entonces policía judicial, dejó al menos un perredista muerto, dos desaparecidos y personas lesionadas, entre ellos a quien dirigía en ese periodo al PRD estatal, Rosalío Wences Reza, al igual que a Evaristo Modesto Brito, y encarcelaron por muchos meses a Adolfo Plancarte Jiménez y demás dirigentes naturales.

En esa misma condición, y con resultados más sangrientos, fueron los desalojos de sus plantones que mantenían en ocho municipios, como Tixtla, Arcelia, Cruz Grande y Ometepec.

“Todos aseguran que incluso por ahí, por el aeropuerto, pasó José Francisco cuando estábamos protestando. Los disparos nos pasaban por la cabeza, llovían piedras sobre nosotros. Después se oían los disparos en pleno medio día”, comenta el dirigente perredista.

Cisneros Guillén recuerda que el 6 de marzo de 1990 en el desalojo de Ometepec sufrieron una segunda afrenta del gobierno de Ruiz Massieu, donde fue asesinado el perredista Román de la Cruz Sacapala, y hubo dos desaparecidos, Daniel López Alvarez y Andrés de la Cruz, así como cientos de militantes golpeados.

“A a mí y a mi hermano nos golpearon brutalmente, nos subieron a una camioneta. Me acostaron en la caja, me pusieron una llanta en la espalda y uno de ellos se sentó encima de la llanta, eso me quitó el aire, era imposible respirar”, refiere.

Un gobernante simulador

Fue con ese tipo de acciones como se erigieron los ayuntamientos en 1989, colocando a alcaldes a merced de la decisión de Ruiz Massieu, “pervirtiendo” la democracia y “masacrando” al pueblo de Guerrero con sus imposiciones, estrategia que acompañó al resto de su sexenio, pues su única obra reconocida es la construcción de la Autopista del Sol, una súper carretera que tiene que ser remozada cada cinco meses.

“Mató la democracia. Ese señor, un asesino que se le debe dar ningún reconocimiento, esas estatuas que están debería la gente quitarlas porque solo agravó al pueblo, ensombreció”, dijo el perredista.


http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2008/09/27/index.php?section=politica&article=016n1pol

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