sábado, 10 de mayo de 2008

Una madre albañila y una globera no esperan regalos; se conforman con un beso

Una madre albañila y una globera no esperan regalos; se conforman con un beso

Karina Contreras

Son dos trabajos distintos; una se dedica a la albañilería y la otra a la venta de globos. Pareciera que Blanca y Adalid no tuvieran
nada en común, pero sí lo tienen, son madres que se dedican muchas horas a trabajar para sacar adelante a sus hijos. Son dos
ejemplos de madres que darían todo por sus hijos sin esperar nada a cambio.
Ellas, como muchas madres en el mundo, han tenido sueños que nunca cumplieron, sueños a los que por circunstancias de la
vida tuvieron que renunciar. Son madres que no esperan regalos materiales de sus hijos este 10 de mayo, Día de las Madres. Son,
dicen, las que se conforman con un te quiero, un abrazo y un beso, dados desde el corazón.

Aprendió el oficio raro para una mujer porque su papá la llevaba de chalana

Su sueño era asistir a la universidad para recibirse de arquitecta o ingeniera, pero la falta de recursos económicos para pagar sus
estudios le cortó esos anhelos, al menos en el papel, pues Blanca Estela Hernández Ramírez es albañila desde hace 12 años y
sabe casi todo lo relacionado con la construcción. “Nada más me falta entender los planos, pero ya estoy aprendiendo”, dice entre
sonrisas.
Rolliza, de pelo ondulado, ojos claros y vestida con su ropa de trabajo, shorts rojos y camiseta gris, Blanca aparenta más edad de
los 30 años que tiene. Ante el comentario, responde sonriendo: “Uno se acaba, trabajo desde los 7 años cuando empecé a vender
bolillos para sacar lanita y seguir estudiando; terminé la primaria, pero ya no pude pagarme la secundaria y no podía exigirle a
mis padres porque estábamos jodidos; imagínate, éramos 12 hermanos”.
Sus manos no son finas ni delicadas, todo lo contrario, son las manos que tienen la huella de una mujer que trabaja en casa y en
la construcción de lo que será la nueva catedral católica Cristo Rey, donde semanalmente gana alrededor de mil 500 pesos.
Ahí, en el ático de la iglesia, Blanca cuenta su vida, sonríe, se emociona al hablar de sus hijos de los que se siente orgullosa, pero
también llora cuando recuerda la enfermedad de su madre.
Dice que desde muy pequeña ha trabajado y que heredó la albañilería de su padre, quien se la llevaba de chalana a las obras
cuando no encontraba trabajador. Orgullosa, dice que sabe hacer casi todo lo de su oficio, pues en los trabajos le pide a sus
compañeros que le enseñen. Lo mismo hace mezclas y viguetas para la loza, que pegar tabiques o tablarroca.
A 12 años de distancia, Blanca dice que la necesidad hace que aprendas de todo y aunque en su trabajo está rodeada de
hombres, dice que siempre se ha dado a respetar. “Con mis compañeros albañiles hago relajo, pero siempre con respeto. No
porque trabajes con hombres te van a faltar al respeto”, afirma.
Sonríe al recordar que la gente se admira cuando la ven trabajando en las obras, pues dicen que es un trabajo pesado que las
mujeres no pueden hacer; agrega que muchas veces la necesidad obliga hacer hasta el trabajo más pesado y aunque no se pueda
se intenta. “Hay que luchar hasta lograr, pues cuando veo las obras terminadas da orgullo decir que estas manos pusieron
muchos de esos tabiques”, comenta.
La rutina diaria de Blanca empieza a las 5 y media de la mañana, cuando se levanta para ejercer su deber de madre y pareja a
preparar el desayuno y uniformes de sus tres hijos; Luis Enrique, Oscar Uriel y la pequeña Anicet, a quienes les desea lo mejor y
que cumplan con sus sueños. Por eso, les dice que le echen ganas al estudio; ellos saben que hace ese trabajo para que salgan
adelante. Asegura que les dará estudios hasta donde ellos quieran.
Su mamá, que vive al lado de su casa y que sufre de la presión, se encarga de vigilar que los niños desayunen porque ella tiene
que salir de su casa, ubicada en la colonia Fidel Velasquez, faltando 20 minutos para las siete y poder llegar puntual a su trabajo
a las 8 de la mañana. Su hora de salida es a las 6 de la tarde.
–Es sin duda una vida cansada, Blanca.
–La necesidad hace que haga esto por mis hijos. Mira, las madres tenemos que ser luchonas para sacar adelante a nuestros hijos;
esas que abandonan a sus hijos no son madres, no tienen corazón. Se debe luchar por un hijo, aunque no te lo agradezca, pues
nuestra obligación como madres es sacar los hijos adelante; ya de grandes verán si reconocen el esfuerzo que uno hace por ellos.
Dice que hoy 10 de mayo trabajará hasta mediodía para después estar con su mamá y sus hijos, quienes le dicen que no tienen
dinero para comprarle un regalo, pero que se van a portar bien. Blanca reconoce que ha reprochado a Dios la enfermedad de sus
padres y se pregunta por qué a los jodidos les cae la tempestad; dice que después se resigna y reconoce que Dios quiere lo mejor
para ella y que la ayudará a salir adelante.

En lugar de festejar trabaja
más, porque hoy se venden
más globos

Adalid Montes Hernández se dedica a la venta de globos desde hace 12 años y su centro de trabajo es en el Zócalo porteño. Este
10 de mayo podrá encontrar con ella globos en forma de corazón y estrellas, con mensajes alusivos a la madre como: “Mamacita
eres única”, “Mami, eres una reina”, “Gracias por ser mi mamá” o “Te quiero mamá”.
Adalid tiene dos hijas que son su orgullo y por las que cualquier sacrificio vale la pena. Sus ganancias varían de acuerdo a cómo
le vaya en el día; sus globos cuestan desde 30 hasta 100 pesos.
Su jornada de trabajo inicia junto a su esposo que se dedica al mismo negocio, después de cumplir con sus deberes de madre y
mandar a sus hijas a la escuela. Adalid recuerda que nunca ha festejado el día de la madre como lo hacen muchas que van a
comer y salen a pasear con sus hijos, pues ese día para ella es cuando con más razón tiene que estar en el negocio, ya que es
una de las fechas donde puede ganar un poco más de dinero lo que aprovecha para que a sus hijas no les falte nada.
Por ser de una familia de escasos recursos, Adalid se quedó con el sueño de estudiar Informática; por eso, dice que para ella sus
hijas son lo más importante y por las que trabaja, junto a su esposo, varias horas parada ofreciendo sus coloridos globos para
todas las ocasiones y así puedan lograr sus sueños.
Para Adalid ser madre es dar todo por un hijo para que realice sus sueños. Sobre el 10 de mayo, aclara que no le importan los
regalos materiales y que se conforma sólo con que le digan te quiero, “es lo máximo”, dice, “ese es el mejor regalo, junto a los
apapachos y besos; para qué recibir un regalo de mil pesos si no se da con el corazón y en un día que se ha convertido en
consumismo”.
–¿Vale la pena el sacrifico de las madres por los hijos cuando muchas veces no lo sabemos agradecer?
–La vida es complicada y un hijo es lo máximo, es un amor incomparable. Aunque no valoremos los sacrificios, hay un dicho que
reza: “somos hijos y en padres nos convertiremos; cuando llega ese momento decimos que cuánta razón tenía mamá.


http://www.suracapulco.com.mx/nota1.php?id_nota=37939

1 comentario:

Unknown dijo...

REALMENTE ME LLEGO, YO ESTOY ATORADO EN EL TRABAJO Y SOLO PUDE HABLARLE POR TELEFONO A MAMA, TODOS LOS SACRIFICIOS QUE HACEN POR UNO TODA LA VIDA.

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