martes, 6 de mayo de 2008

Por los caminos del sur

MANU DORNBIERER
Por los caminos del sur

Ante todo una disculpa a los lectores de La Jornada Guerrero por la ausencia de esta página el martes que “me tocaba”. ¿Pero cómo escribir estando lejos e inmersa en otras situaciones? Sin embargo, me encontraba en Nueva York y en compañía de amigas que conocen y quieren a Acapulco porque simplemente no pueden pasar los duros inviernos septentrionales en otro lugar que no sea la bahía, como Huguette y Jeanine. Es increíble cómo estas neoyorquinas saben de cosas sobre este puerto que es su casa cada año por unos meses, pero desde hace mucho. Con tanta crítica hacia Acapulco de los propios mexicanos, da gusto que otros aprecien.

Sin que haya desaparecido la capa cosmopolita del antiguo jet set que tanto bombo dio a Acapulco, es indudable que se sigue regenerando con nuevos elementos que aportan mucho. Estas señoras son profesionistas, inteligentes, cultas o sea elementos que aportan ideas no sólo el ya pasado de moda glamour de esos grupos que tuvieron su chiste pero que se quedaban demasiado entre ellos.

No obstante, fueron los primeros en rebelarse cuando varios gobiernos de México decidieron alejar al turismo internacional de Acapulco, para dejarlo a los chilangos, decían algunos, para los narcos decían otros, para que florecieran los negocios de los políticos federales en otros destinos turísticos a los que le inyectaron millones como Cancún, feudo de la industria hotelera española a la que Fox, entre otros, se le puso de rodillas… en el mejor de los casos.

Pero sí estuve con las amigas de Acapulco en Nueva York, también conocí a uno de los líderes de los mexicanos emigrados, migrantes, documentados o indocumentados a los que la fascinante ciudad ha adoptado, por si no lo sabe el embajador de México en Washington, el renegado hijo del ex rector Sarukhan de la UNAM, , que igual que los hijos de Reyes Heroles, Jesús, el calderonista director de Pemex y Federico, el dueño de Transparencia Mexicana al servicio del panismo, ensucian los nombres que llevan y los últimos aparentemente no tienen madre. Se llaman en realidad Reyes Gonzalez y no Heroles.

Hechura de Jorge Castañeda, el embajador de Calderón –quien le dio un espaldarazo enviándole a su mujer Doña Hilebranda al 5 de mayo, fecha gringa de la independencia de México que celebra de paso la primera venta de armas al extranjero, en el caso al general Zaragoza– el embajador Sarukhan trata pésimamente a uno de los líderes de los mexicanos en NY, un hombre inteligente, profesionista, experto en petróleo, al que llama “el rey de los nacos”, el tabasqueño Juan Cáceres. Nos reímos mucho y le conté la anécdota de una señora que sin duda se creía muy elegante y era perfectamente naca, cuyo coche se encontró un día emparejado con el de AMLO. Le hizo señas de que bajara el vidrio y al hacerlo el candidato, la señora le espetó un sonoro “Naco”. ¿No se dan cuenta los panistas de su propia soberana y mental naquez? Es que de veras no dan golpe. Son grotescos los pobres.

A Juan Cáceres ¡le prohibió, le impidió! el embajador de México, un país tan pero tan democrático, aparecerse en la visita de Calderón a NY hace unos meses.

Es que el emba no sabe quizás que los migrantes mexicanos expulsados más que nunca por el panismo, constituyen la segunda fuente de ingresos del país, después de ese petróleo que le quieren regalar a los tejanos. Y antes del turismo al que tanto se empeñan en disminuir en Acapulco.

No sólo Sarukhan vive en el primer mundo, dice Juan, nosotros aquí hemos absorbido mucho más que él.

Eso pregunté al regresar por encargo de mis amigos neoyorquinos que conocieron sus brillantes proyectos y asistieron a los últimos eventos que organizó en el Fuerte de San Diego y comprendieron, como muchos de nosotros, que Víctor Hugo con su talento y visión es uno de los pocos elementos que puede darle a Acapulco un impulso cultural amplio.

Pues Jasso sigue “hecho a un lado” por el INAH de María y Campos, plegado como tantos otros a los caprichos de nacopoder panista. Y así las cosas. Parece que Lupita Molina que en su momento estuvo a cargo de la remodelación del Fuerte decidió retirarle su apoyo al mismo, igual que el presidente municipal y desde luego, el público en general en protesta por la barrabasada.



¿Qué pasó? Pues lo de siempre. Zeferino Torreblanca, el gobernador de Guerrero que es oriundo del puerto, debe odiar a su home town porque apenas ve que algo le sirve, se las arregla para cancelarlo. Ahora, utilizó su influencia con Calderón, ya sabrán ustedes que con el otro falso perredista, el gobernador de Chiapas, forma el dueto más lambiscón del presidente espurio. Y haciendo gala de su acostumbrado nepotismo, nombró a su quasi prima Narda Alcántara Valverde directora en lugar del brillante Jasso. Doña Narda muy académica, pero sin experiencia alguna en esas lides, es prima de los socios de Zeferino, los Bajos Valverde.

El muy dialogador EPR ya es conocido en el DF como el Ejército Particular de Rubencito. Y claro que está dispuesto a platicar con Calderón y a entrar definitivamente al PRIAN , con los 500 elementos de “inteligencia” que tiene a su servicio el defenestrado mas no juzgado verdugo de Aguas Blancas.

Ruben Figueroa Alcocer. Por cierto, volvieron a aparecer en las playas acapulqueñas las sombrillas azules que al parecer producía la hermana de Figueroa. Palapas a volar aquí impera la lona azul. Y hablando de ese color que es mi preferido –pero por supuesto no políticamente–, les cuento que un día, despistada me aparecí en un acto público vestida de ese tono. Un colega me preguntó que porqué tan azulada. Porque ya me robaron el país, le contesté, pero no me van a robar el azul.




http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2008/05/06/index.php?section=sociedad&article=002a1soc

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